Muchas ideas se confrontan en mi mente, cual expresión de la convulsionada Venezuela, buscando convertirse en artículos que contribuyan al debate sobre su situación política y las perspectivas de cambio. Pero me decantaré por lo que estimo sigue siendo medular: por los aspectos centrales que han de ser considerados en esta coyuntura, con la firme intención de que ello pueda servir para avanzar en la dirección de propiciar la salida de la dictadura y la reconstrucción nacional.
Inicialmente la unidad sigue siendo una cuestión fundamental, pero ella ha de ser desmitificada para que pueda abrirse, de verdad, a la confrontación de ideas, al debate que contribuya a elevar la conciencia política de los venezolanos y, especialmente, al fortalecimiento de la misma como expresión de una nueva mayoría que pugna por el cambio político en Venezuela.
Si algo ha puesto de manifiesto la rebelión democrática que va rumbo ya a los cuatro meses de lucha ininterrumpida, es que la oposición es mucho más que la MUD, instancia que, con sus aciertos y desaciertos, constituye la principal referencia opositora en el país. Junto con ella, se ha levantado un amplísimo número de organizaciones de resistencia que, desvinculados de las organizaciones políticas que forman parte de la MUD y con una posición crítica (buena parte de ellas) con respecto a esta instancia, han llevado el peso de la confrontación política en la calle frente a las fuerzas policiales, militares y paramilitares del régimen, imprimiéndole un carácter beligerante y combativo que resume el coraje y la valentía de la juventud venezolana. A estos actores hay que sumar a las diversas expresiones chavistas descontentas con el régimen, enfrentadas a Maduro y su camarilla gobernante, que buscan abrirse paso y contribuir con el cambio político en Venezuela.
Aglutinar a estos actores en un gran espacio unitario pareciera ser la lógica, en tanto ello ha de ser asumido como principio elemental de la lucha frente a un régimen que ha sido definido como dictatorial. Esta propia definición, no obstante la diversidad de posiciones políticas e ideológicas, supone la jerarquización de un propósito: salir de la dictadura, en el entendido de que es un contrasentido convivir o coexistir con un régimen que ha hecho de la violación de los derechos humanos, del irrespeto a los derechos democráticos y a la constitución, una norma.
Deponer intereses subalternos (un cargo de elección popular en dictadura, la pretensión de hegemonizar la rebelión democrática, por ejemplo), reconocer la diversidad de actores que luchan hoy día frente a la dictadura, levantar un programa de unidad y reconstrucción nacional, establecer acuerdos mínimos de gobernabilidad, son aspectos de urgente e histórica consideración de cara a la conformación de una Junta de Reconstrucción y Unidad Nacional.
Por su parte, la organización frente a la dictadura ha de desarrollarse en dos grandes niveles: el de la unidad política y el de la unidad popular, lo cual no quiere decir que esta última se abstraiga de la cuestión política, por el contrario a nivel de las bases se debe elevar la conciencia y capacidad de análisis político.
A propósito de la rebelión democrática y de la consulta popular, parecía que ello se había entendido en su justa dimensión. La creación del Frente en Defensa de la Constitución y la Democracia, así como el impulso de los Comités de Rescate de la Democracia (CRD), pensaba apuntaban en esa dirección. Pero, la conversión de estas instancias en especies de comandos y comanditos de campaña de cara a la consulta popular y a la fraudulenta constituyente convocada por el dictador, matizada las ultimas (bajo el argumento de la premura), con el reparto de las mismas entre los principales partidos de la MUD, terminaron por dejar al Frente como un mutilado brazo técnico electoral de ésta y a los CRD como una efímera organización electoral de base que será sustituida por los comités de la hora cero, a juzgar por las orientaciones de la dirigencia de la MUD.
El Frente sigue siendo un espacio necesario, pero como un articulador de una unidad superior capaz de transcender a la MUD y aglutinar en ella a todas las organizaciones políticas, gremiales, sindicales, comunitarias, religiosas, ambientales, sociales y de diversa naturaleza. A quienes están en la MUD, a quienes están fuera de ella, a los grupos de resistencia y al chavismo descontento, uniéndolos en torno a un programa como el que se ha señalado y creando condiciones para que emerja y/o se consolide una junta que trabaje en la transición que, indefectiblemente, habrá de venir.
Los CRD, con mayor razón, siguen siendo una herramienta de organización de base fundamental. Pero estas deben asumir un papel autónomo frente a la mediatización partidista. Deben ser expresión genuina de la organización e intereses de las comunidades o sectores en los que se conformen, surgidos de asambleas ciudadanas. Su tarea ha de ser la de articular las luchas que se libran frente a la dictadura para propiciar su derrota. Al funcionar mediante la realización de asambleas ciudadanas, ello ha de servir de germen para el levantamiento de un gran movimiento asambleístico nacional que devuelva el protagonismo al pueblo en la construcción de una nueva democracia y en la determinación del rumbo de los cambios que habrán de venir.
Finalmente, las formas de lucha frente a un régimen de esta naturaleza han de ser diversas pero todas combativas y activas, como la rebelión democrática del pueblo. Protestas sistemáticas, sostenidas, generalizadas y creativas que rompan con la cotidianidad y estimulen la incorporación de más personas a cada una de ellas. Paros cívicos activos en los que el descontento se exprese y cree condiciones para quebrantar el orden dictatorial y facilitar la salida del mismo.
Junto con las crecientes y determinantes protestas de calle, el uso masivo de las redes sociales para difundir las luchas, para cohesionar su accionar en términos de consignas y propuestas políticas, así como para denunciar los atropellos y violaciones sistemáticas de los derechos humanos por parte del régimen, son también importantes y pudieran facilitar la incorporación de aquellos que, por diversas razones, no se sumen a las acciones de calle.
Se trata pues, partiendo de la premisa del interés superior e histórico de salir de la dictadura, de unir con la mayor amplitud todos los sectores que pugnan por un cambio político, de darle concreción a ello en un Frente y una Junta, de organizar al pueblo en rebelión en CRD que funcionen en asambleas ciudadanas, combinando diversas formas de lucha que acorten el camino para la reconstrucción de Venezuela.