La OIT llegó y se fue. La directora de Normas, Corinne Vargha, encabezaba la misión. La acompañaban Ítalo Cardona, jefe de la oficina de OIT para los países andinos, y otros altos funcionarios.

Desde abril eran esperados con variados sentimientos: angustia, necesidad, ayuda, repulsión, rechazo o bienvenida. Muchos no sabían con exactitud los fines y el alcance de dicha misión. De por medio estaba la sanción más grave que la OIT puede aplicarle a un gobierno.

La Comisión de Encuesta en 2018 colocó a Maduro al lado de los conspicuos generales Pinochet y Jaruzelski, el dictador Mugabe y la junta militar de Myanmar. La violación abierta de los convenios núm. 26, 87 y 144 fue la razón y el principal actor era Fedecámaras.

Las centrales sindicales del país apoyaron dicha sentencia, pues eran víctimas aun más mortificadas de esas violaciones, aunque la Organización de Trabajadores-OIT —con la CSI y la CSA a la cabeza, y no se diga nada de la FSM— todavía deshoja la margarita, enredada con el mote de “progresista” que aún conservan del régimen chavista.

Cinco meses perdidos

Después de la primera sesión del Foro de Diálogo Social no se avanzó casi nada en la hoja de ruta acordada. Los representantes de Maduro solo cumplieron con la entrega a las centrales de las memorias que solicitó la OIT para evaluar 17 convenios escogidos para 2022. CTV y CTASI respondieron en conjunto sus comentarios críticos frente a las alabanzas dictatoriales.

Pero sí hubo agravantes. Y muy notorios. El salario mínimo pasó de 30 a 16 dólares. Se agregaron varios sindicalistas y luchadores sociales a las mazmorras del régimen. Se desconoció abiertamente el convenio 98, al mochar las incidencias que tenía el pírrico aumento de marzo en varias cláusulas contractuales de los empleados públicos.

La consulta y el diálogo tripartito se fueron en pura fruslería. Explicaciones “técnicas” sobre cómo el INE debía sacar las cifras sobre la canasta alimentaria normativa, cuestión que tiene 4 años que no publica. Ningún acercamiento para cumplir el salario mínimo vital que pauta el 91 de la Constitución.

La segunda fase del Foro de Diálogo Social reavivaba la espera de que surgiera algo positivo, aunque fuera solo un retazo de los derechos conculcados. Que el salario mínimo real subiera un tantico. Que soltaran a Reynaldo, a Douglas, a Gabriel, a Emilio, a Robert… aunque fuera con juicio en libertad. Que respetaran los contratos colectivos, recordando el artículo 89 de la Constitución. Que hubiera algo de sinceridad en aceptar que el diálogo tiene que ser efectivo, y no mera payasería histriónica. ¡Bah!, nada de eso. Solo acuerdos procedimentales…

Patrono-Estado: el régimen se burla

En la propia instalación, el gobierno de Maduro, en boca del ministro Torrealba —y con el coro genuflexo de Orlando Camacho de Fedeindustria y Wills Rangel, Carlos López y Marco Tulio Díaz de CBST—, dejó claro que el haber aceptado “cumplir” con los mandatos del informe de la Comisión de Encuesta no significaba, en absoluto, que lo compartiesen.

Para nada asumieron una posición defensiva. Todo lo contrario, el engreimiento y la prepotencia brotaban a raudales: Venezuela es el reino de la libertad sindical; no hay huelgas; los presos son por conspiradores y terroristas; aquí hay una plena separación de poderes; las “fallas” económicas se deben a las sanciones económicas; estamos brindando a los capitales todas las garantías económicas para invertir en el país; nuestra preocupación es por los trabajadores y los pobres; estamos asediados por el “imperio” norteamericano con sanciones criminales que agobian a una tercera parte de la población mundial…

A Maduro le está saliendo muy barato el costo de tamaña sanción. Ha aprendido a saltarse los contenidos con cuestiones de forma o procedimiento. Es el principal ganador en estos primeros rounds dialogatorios.

Al negociar la libertad de los sobrinos narcotraficantes con la democracia “más recia y ejemplar” del mundo, da entender que los discursos de libertad, respeto, legalidad, constitucionalidad, etc., le resbalan en su empeño de perpetuarse en el poder. Ni siquiera el ladrillo que le lanzó la Comisión de Verificación de Hechos de DDHH-ONU pareciera hacerle mucha mella, más aún con una oposición languideciente, subordinada y timorata.

Sus concesiones se limitan a crear una comisión técnica para revisar variables que atañen al salario mínimo; facilitar junto con el CNE la realización de elecciones sindicales; mantener una comisión que revise los casos de detención, persecución, hostigamiento de la dirigencia sindical, y estar abiertos a tratar bilateralmente los casos particulares que les propongan los intervinientes de este sui generis diálogo tripartito…

Empresarios: esperanza de jugosos negocios

Los empresarios salieron muy contentos, y no me refiero a los lamesuelas de Fedeindustria —aún recuerdo a Pérez Abad defendiendo el “socialismo rentista” en un foro en que coincidimos en Últimas Noticias—, sino a los señores de Fedecámaras. Y razón no les falta. Participan en la Comisión de Economía Productiva, les ofrecen jugosos negocios con las leyes contra el bloqueo y de zonas económicas especiales, les mantienen los salarios más miserables de toda América, y Maduro les toma la palabra con eso de ofrecer bonos por salarios, y en forma de ley. Nada que objetar. La libertad, la democracia y el desarrollo nacional pueden esperar un poquito más…

Trabajadores: crónica de una desilusión

Empecemos por decir que los representantes de la CBST fueron hasta mejores defensores del gobierno que el propio ministro. La obsecuencia y la genuflexión difícilmente alcancen grados más elevados. Un sindicalismo más patronal y amarillista no ha habido ni siquiera en los peores tiempos de la dictadura perezjimenista.

Los sectores que adversamos la administración de Maduro y sus políticas fuimos a este evento con total desunión y con un enfrentamiento interno que desdibujaba a quién enfrentábamos. El régimen se empecinó en excluir a una central histórica (CUTV), que los había acompañado hasta hace poco. Unete y Codesa se autoexcluyeron al no aprobar la hoja de ruta de abril, y luego hilvanaron un discurso que mostraba sus erráticas posturas.

Desgajamientos del chavismo que hasta hace poco resolvían las controversias laborales sin hacer uso de OIT, ni siquiera de tribunales laborales, ahora eran los más acérrimos en criticar a los que le “lavábamos la cara al régimen”. Al igual que quienes aplaudieron a rabiar el despido de más de 20 mil trabajadores de Pdvsa, y ahora acusaban a los participantes de “burocracia” sindical para arriba.

Y no faltaban los saltimbanquis pendientes más de robar un espacio en los medios que de contribuir a unificar las fuerzas para enfrentar nuestro principal enemigo: un gobierno, un régimen y una administración que le roba el presente y el futuro al pueblo trabajador.

Esperanza, desilusión y burla se hicieron presentes en un mismo escenario. Solo la lucha firme, constante y perseverante del pueblo puede cambiar esos designios teatrales, si confía en que la clase obrera y los trabajadores tienen suficientes reservas y guáramo para reconstruir nuestro país sobre nuevas bases de soberanía, libertad y justicia social.

1 COMMENT

  1. Si eres del comité ejecutivo de la CTV cómo es posible que solo una persona de esa central hablé por todos, no son un cuerpo colegiado, su buen artículo distorsiona con la actuación de la CTV.

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