Al adoptar una nueva política dentro de la táctica general, la unidad de los sectores avanzados, es imprescindible analizar la situación del partido. Sus fuerzas y potencialidades. Sus limitaciones y las maneras de resolver los problemas. Ubiquemos que buscamos afianzar el rumbo revolucionario.
Ante todo, debemos imprimirle un espíritu de cambio positivo a la atención del partido. Eso de que no solamente se trata de interpretar el mundo, sino que es necesario transformarlo, cabe también aquí: se debe analizar y atender al partido con el espíritu de transformarlo positivamente. Por lo que, así como no desmayamos para transformar la sociedad como revolucionarios, debemos actuar en consecuencia en relación con el partido.
Debemos analizar el partido de una manera concreta. Pues es un ente concreto. Su análisis supone establecer las múltiples determinaciones que lo configuran. Desde aquellas que no cuentan con su voluntad colectiva, hasta las que se corresponden con la subjetividad en su seno, llena de contradicciones.
Circunstancias todas que están sujetas a aquello que repetimos muchas veces: la ideología dominante es la ideología de las clases dominantes y tiene sus efectos dentro del partido. Dicho de manera más clara: la ideología burguesa incide en el seno del partido. Afloja el compromiso y se une a las condiciones objetivas que, relacionadas de manera dialéctica hacen lo suyo.
Hay cuestiones objetivas que influyen en nuestra situación. Dos aspectos de la crisis venezolana nos afectan. De una parte, la migración se ha llevado a un buen número de cuadros. En general, el asunto afecta a buena parte del partido. Son cuadros y militantes que acompañan a la emigración de compatriotas que algunos calculan ya en diez millones. Coincidiendo con la proyección que hicieran organismos internacionales que alcanzaría la migración de venezolanos al exterior.
Asimismo, la crisis ha afectado severamente las condiciones de vida de los venezolanos. De eso no escapan los cuadros y militantes del partido, lo que impide en muy buena medida la profesionalización o, al menos, una mayor dedicación a la labor partidista. Las condiciones han mermado al punto de que muchos activistas del partido gastan mucho más tiempo en buscar el sustento que en las labores políticas. El deterioro físico y de salud no es de extrañar en uno u otro activista. Es una de las razones por las cuales muchos han debido abandonar el país. Hasta la muerte se ha llevado cuadros valiosos, lo que suma a la merma de nuestras fuerzas.
Pero lo fundamental está en las formas de conciencia que se corresponden con las condiciones de reproducción de la sociedad. Decía Marx en el prólogo de la Contribución a la crítica de la economía política: “El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”. La conciencia comunista de Bandera Roja forma parte de esta expresión. De esta ley general del materialismo histórico. No porque en Venezuela haya un proletariado industrial. Sino porque del capitalismo mundial dimanan las formas de conciencia principales de las clases en pugna, en cualquier parte del planeta. De allí que reivindicamos al proletariado como el sujeto histórico de nuestra revolución. A diferencia de quienes analizan al proletariado desde una perspectiva meramente cuantitativa y ubican la posibilidad de que otros sectores sociales puedan asumir la vanguardia para la edificación del socialismo. La condición histórica del proletariado se resume en el partido comunista. Se apoya en otros sectores aliados, pero no descuida su proyecto histórico.
Además, somos herederos no solamente del internacionalismo proletario de los comunistas desde la Primera Internacional y de la III Internacional, también lo somos de la tradición antirrevisionista del leninismo.
Se suma que el partido ha contado con una historia llena de un compromiso a toda prueba y de sacrificios, hasta de la vida misma. Así como de una tradición teórica a toda prueba.
Sin embargo, la ideología burguesa hace lo suyo. De eso han estado llenos los episodios de las divisiones y desgajamientos que ha sufrido el partido en estas décadas. Son muchos los que tomaron el camino de la división sin mayor fundamento, o de seguir el camino del acomodamiento en la estructura gubernamental o de los partidos burgueses. Muchos se han cansado. Han afectado las derrotas de la oposición, así como la situación de debilidad del partido.
Pero somos una vanguardia. Resumimos una tradición. La heredamos y somos fieles a ella. De allí el compromiso revolucionario de los cuadros de Bandera Roja por mantener el rumbo trazado desde su fundación. Hay errores, pero en ningún caso anulan nuestra condición y compromiso. La naturaleza de las contradicciones, si son consideradas de principios, debe ser demostrada y sometida al debate desprejuiciado. Si se sentencia de manera absoluta, poco se puede hacer. Debe haber verdadero espíritu crítico y autocrítico, ese que permite establecer las determinaciones de lo que se enfrenta y enfrentamos cada uno de los dirigentes del partido.
En ningún caso debemos amilanarnos ante la situación que vive el partido. Por el contrario, más que nunca debemos disponernos a darlo todo por convertirnos en la vanguardia para la conducción del proceso revolucionario venezolano, que pasa por el derrocamiento de la dictadura. Evento que bien puede conducir a un momento más definitorio del proceso venezolano hacia el cambio de las relaciones sociales de producción y de intercambio.
Hemos dado muestras claras de nuestra capacidad para incidir en los procesos políticos. Son varios los eventos en los cuales hemos empujado en una dirección claramente definida por el partido.
Contamos con los cuadros suficientes como para disponernos a la empresa definida en términos inmediatos y mediatos, con todo y las limitaciones y debilidades con que contamos. La recuperación de nuestras fuerzas está sujeta a las condiciones que vive la sociedad venezolana y a una correcta política de organización y crecimiento.
Fundamentalmente contamos con un desarrollo teórico a toda prueba, expresado en la capacidad predictiva. Son muchos los ejemplos al respecto. El 27 de febrero de 1989 puede ser considerado como lo más emblemático de esta sentencia. Aunque, haber avizorado la crisis desde antes del “viernes negro” de 1983, se convierte en un continuo de esa capacidad que se va nutriendo con experiencias sucesivas hasta las presentes circunstancias.
Así como hemos tenido la capacidad teórica e ideológica para el análisis de la realidad concreta, también la hemos tenido para ser vanguardia a la hora de afrontar acontecimientos como los ocurridos en 1992 y el combate contra el chavismo. Por lo que no podemos dudar en que contamos con esa misma capacidad para atender la circunstancia partidista. En teoría y práctica estamos en capacidad de afrontar esta problemática hasta sacar al partido adelante y estar a la altura de las demandas del momento.
La disposición de afrontar estos problemas es más que probada en la historia partidista. La que debemos hacer valer con más esfuerzo, sacrificio y eficiencia.
La política definida ciertamente requiere de un partido fuerte. Pero, sobre todo, dispuesto a alcanzar los objetivos. Unificado y con confianza en el desarrollo de la política. Repetimos, no solamente debemos ser científicos para el análisis de la realidad concreta, también debemos serlo para el análisis y resolución de los problemas del partido, así como para alcanzar las metas y los objetivos planteados para la presente etapa.
La confianza es fundamental en estas circunstancias. La confianza en el partido. En su tradición. En una dirección que ha sabido capear el vendaval y se ha aferrado a los principios en un trayecto que nos ha colocado al lado de gente para nada identificada con nuestro objetivo histórico y naturaleza de clase, siempre bajo el criterio de aferrarnos al principio comunista de: colocar en todo momento los intereses superiores delante de todo, en cada etapa y en cada situación concreta.
En medio de esta circunstancia debemos hacer valer la consideración que hiciera en su oportunidad Stalin en un discurso en 1935 ante la promoción de mandos salidos de las academias del ejército rojo Los cuadros lo deciden todo: “… sólo son buenos aquellos cuadros que no tienen miedo a las dificultades, que no se esconden ante las dificultades, sino que, por el contrario, marchan a su encuentro para superarlas y liquidarlas. Sólo en la lucha contra las dificultades se forjan los verdaderos cuadros. Y si nuestro Ejército llega a tener una cantidad suficiente de cuadros verdaderos, templados, será invencible”. A su vez, ya trazada la línea política: “… es el trabajo de organización el que lo decide todo, incluso la suerte de la línea política misma, su cumplimiento o su fracaso”.
Con esa confianza es como el partido puede crecer y fortalecerse como destacamento de vanguardia. Con ella, estaremos en mejores condiciones para persuadir a los sectores avanzados para que asuman un puesto de combate en nuestras filas. Que adquieran confianza en que el combate contra los opresores bien vale la pena. Que estén convencidos de que la forma de vida revolucionaria resume un estadio superior de la conciencia.
Las debilidades organizativas y la dimensión actual del partido deben ser atendidas con el mayor espíritu constructivo, sin abandonar la lucha ideológica. Por el contrario, si atendemos estos problemas aumentando nuestro espíritu de cooperación, manteniendo en alto la lucha de las ideas, seguro estaremos contribuyendo con el partido. Si reina el escepticismo y la desconfianza, poco aportaremos en la resolución de los problemas.
Somos un partido revolucionario. De revolucionarios que sustentan sus definiciones en el marxismo-leninismo. Lo acordado representa un nuevo reto, uno de los más apremiantes de nuestra historia. Las debilidades son abrumadoras, pero podemos lograrlo haciendo valer aquella sentencia de Stalin: “los cuadros lo deciden todo”.