Hace días había definido el titulo de este artículo con el que pretendo hacer mi balance del año 2017. El pasado año la delgadez como balance fue la nota que sirvió para despedirme de quienes leen lo que escribo. Aunque este año la delgadez ha seguido avanzando a paso de vencedores, la miseria ha tomado cuerpo en todos los ámbitos de la vida venezolana como resultado del caos en el que vivimos bajo un régimen que ha llevado a la ruina a la mayoría inmensa del pueblo venezolano.

El titulo quizás invite a revisar la vestimenta que cubre la desnudez de la mayoría de los venezolanos. Recuerdo que hace poco vi un titular de un reportaje que señalaba que 8 de cada 10 hombres no usaba ropa interior. Y es que comprar bóxer (de mala calidad) requiere dos meses de salario mínimo. Ya ustedes saben lo que cuesta entonces una camisa, un pantalón o un par de zapatos: ¡Un ojo de la cara!

Pudiera alguien pensar también que el tema alude al barniz que se le da a las casas o a los apartamentos, en la época decembrina, y que en esta solo unas pocas paredes pudieron recibir para restaurar la claridad de sus colores y la estabilidad económica, por no decir prosperidad de sus propietarios. Pero pintar una casa puede requerir hasta tres años de trabajo, cosa que es imposible para la mayoría de los venezolanos, de allí que las casas se vistan de suciedad y pobreza.

También el titulo puede invitar a memorizar y hacer un recorrido imaginario por la basura, los huecos, la oscuridad, el abandono que caracteriza a las ciudades, a las urbanizaciones, a los barrios, en medio del cual pululan niños, adolescentes, adultos y ancianos en busca de comida, hurgando en la basura, pidiendo o simplemente vagando sin rumbo fijo, multiplicados en la desesperanza que la pobreza extrema y la calle dejan en este segmento de la población.

Y sí, tiene que ver con eso pero también con la miseria de la que se viste toda Venezuela al revisar cada uno de los servicios. No hay ninguno que pueda decirse, parafraseando a los creyentes, Dios te guarde. Los servicios de salud pública parecen más bien el corredor en donde esperan los condenados a muerte, la educación pública es un antro en el que los sobrevivientes de la deserción que producen los bajos sueldos, la hambruna y la migración, a duras penas aprenden algo, y qué decir de la energía eléctrica, del suministro de agua, de la telefonía fija o móvil, de internet, del transporte público y del suministro de gas, que merecen, estos dos últimos, capítulos aparte.

La escasez de repuestos y partes para vehículos, así como lo costoso de los mismos, han hecho sucumbir hasta al sistema de transporte del Gobierno, y el de las organizaciones privadas o los particulares casi que desaparece, dando cabida a propietarios de camiones, camionetas y cuanto artefacto ruede, para trasladar a pasajeros en condiciones infrahumanas y de altísimo riesgo a sus destinos.

Uno de los colmos de esta estafa de revolución, es que un país petrolero, potencia gasífera, tenga a los venezolanos penando por la falta de gas domestico, obligando a cocinar en leña, a pagar con sobreprecio este servicio, y a protestar día a día para que puedan ser atendidas sus demandas, hundiendo en la miseria a los venezolanos, a esos que no disfrutan del saqueo de erario público.

Pero la peor miseria es la de una dirigencia política dictatorial que, en nombre de la revolución, del socialismo y del pueblo, ha dejado en evidencia su ruindad, estafando la esperanza de cambio de la mayoría, al tiempo que valiéndose de argucias, de la represión y de la muerte, buscan asegurar tener por más tiempo el botín de las riquezas patrias para repartirlo a su antojo.

Esta miseria es acompañada por otra, aquella que no permite a diversos dirigentes de la oposición dejar de lado sus apetencias personales y partidistas para privilegiar el interés nacional, patriótico e histórico de derrotar a la dictadura y abrir caminos a la reconstrucción nacional.

Aún cuando hoy Venezuela y la mayoría de los venezolanos estamos afectados por la miseria, esa que incluso hace de la escasez de papel moneda un negocio en el que muchos ganan hasta el 100% o más de su valor nominal, servirá de abono para que la rebelión popular que ya se asoma y se expresa por todos lados, brinde una nueva oportunidad para salir de de este régimen bajo la conducción de una nueva dirección política opositora, alejada de conciliábulos, y consustanciada con la urgente demanda de cambio político en Venezuela. ¡Feliz y combativo 2018!

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