Al analizar un asunto hay que ubicar las cuestiones esenciales. Siempre las hay, pero no siempre están de anteojito. Quienes para caracterizar las políticas económicas se guían por las orientaciones burguesas, en determinadas categorías usadas por sus ejecutores, terminan por no ver lo esencial de lo que se analiza.
En el caso de Maduro, en general del chavismo, que asumió el discurso revolucionario y socialista, fue caracterizado por distintos sectores, amigos o no, como comunista, socialista, estatista, intervencionista, entre otras adjetivaciones. Incluso algunas de las medidas que se inscribían dentro de algún parámetro “doctrinario” confundieron aún más. Mientras que Milei busca alcanzar las mismas metas, pero desde la perspectiva anarcoliberal.
Es por ello que a alguna gente que maneja estas cuestiones de la economía desde la perspectiva burguesa le resulta un contrasentido equiparar a Milei con Maduro. Sin embargo, la experiencia ⎯como fuente de la verdad última⎯ es irrefutable.
Una cosa es la ciencia económica y otra la política económica. La ciencia se refiere a las leyes que determinan el desarrollo de las relaciones sociales de producción y de cambio. La política económica, por su parte, resume las orientaciones de la burguesía en función de apuntalar el proceso de acumulación de capitales de manera concreta. La ciencia permite analizar el desarrollo y, a su vez, enfrentar al capitalismo, ya que permite ubicar las contradicciones del régimen de producción. Permite la definición de la política revolucionaria como algo propio del marxismo-leninismo. La perspectiva burguesa, en ningún caso, hace ciencia.
Las políticas económicas, todas, obedecen a los intereses de las clases dominantes, incluso de aquellas de asiento nativo, que son parte de la oligarquía financiera internacional. Las burguesías nativas de Latinoamérica están articuladas a la suerte de la oligarquía internacional, como sus apéndices, por lo que no resumen interés nacional alguno. En el caso de Argentina y Venezuela, las cosas se expresan de manera más o menos similar.
Argentina ⎯cuya economía llegó a tener de los índices más elevados de la economía mundial durante décadas, desde finales del siglo XIX hasta después de la segunda gran guerra⎯ nunca ha superado la condición de ser proveedora de materias primas y, en general, de productos primarios y semielaborados. Desde tiempos de su independencia, satisfizo en algo las demandas europeas, principalmente británicas, en el marco de las revoluciones industriales inglesa y luego la francesa. Se configura, a su vez, en demandante neto de mercancías inglesas, principalmente. Recordemos que los ingleses estimularon la independencia latinoamericana para hacerse de mercados para su pujante industria. Inglaterra era la gran proveedora de bienes finales a escala mundial.
De tal manera que la condición primario-exportadora impera en ambos países. En mayor medida en Venezuela que en Argentina, claro está. El país sureño llevó la sustitución de importaciones a una escala mucho mayor que Venezuela. Ese avance duró desde la década de los 30 hasta finales del siglo XX, cuando lo alcanzado fue erosionado durante los gobiernos liberales. La dictadura militar comienza esta tradición, pero Menem la eleva a una mayor expresión. Crece la deuda pública y la sujeción plena a la oligarquía financiera internacional. Sin embargo, algunas conquistas se preservan, hasta ahora, en el sector salud y educación, así como las propias del sindicalismo y, en general, las relaciones de los trabajadores con los patronos privados o estatales.
De allí las tareas planteadas a Milei. Bajo un discurso estridente y apoyado por ideas liberales en boga, llamadas anarcoliberales, persigue los mismos objetivos que alcanzaron los chavistas en Venezuela. Principalmente un nuevo reparto de la riqueza en favor del capital. Reducción del Estado. Privatización de la salud y la educación. En Venezuela, más que privatizarlos, erosionaron los servicios. Un objetivo fundamental es crear las mejores condiciones para el pago de deuda pública, apoyándose en la inflación y la hiperinflación, esto es, descargando en la gente, de manera más directa, el honrarla. Con ello, además, se reconfigura la forma valor, por lo que aumenta la tasa de plusvalía y se destruye el salario de los empleados públicos.
Eso de anarcoliberalismo, la ideología del propietariado, como lo señalan algunos, es una fraseología nada más. Lo fundamental es que Milei busca una nueva distribución de la riqueza. Elevar al máximo la explotación obrera. Reducir el aparato de Estado. Reducir al mínimo el salario de todos los trabajadores, afincando sobre sus espaldas el pago de deuda y, en general, la crisis sistémica.
El kirchnerismo avanzó bastante en algunas de las tareas que hoy se plantea Milei. Sin embargo, en lo fundamental, este período mantuvo algunas caras conquistas de los trabajadores de más de un siglo, alcanzadas principalmente desde tiempos del peronismo. Aunque estuvo cruzado, entre 2015 y 2019, por la gestión de Macri, quien en lo fundamental no produjo mayores cambios a la política kirschnerista. En esta gestión kirschnerista, bajo la presidencia de Fernández, se dieron pasos más acelerados en esa dirección. La inflación era la misma salida que la brindada en Venezuela, como mecanismo capaz de socializar el pago de deuda. Pero Milei busca llevar la espiral a hiperinflación. ¿copia al calco de lo hecho por Maduro?
Algo de eso sucedió en Venezuela. Adecos y copeyanos echaron las bases, pero no lograron, por ejemplo, plasmar una Constitución liberal, así como leyes inscritas en la política que demanda la oligarquía financiera internacional como la eliminación del doble tributo, la ley de protección de inversiones extranjeras, entre otras y, más reciente, las referidas a las zonas económicas especiales (ZEE). Además, el chavismo ha gobernado durante casi todos los cinco lustros mediante estado de excepción o a través de la habilitación, que desconoce o solapa el poder legislativo. Algo de eso busca Milei.
El novel presidente argentino tiene la oportunidad de hacer historia y llevar la crisis argentina a profundidades nunca antes conocidas. El impacto de las medidas liberales iniciadas puede ser de tal magnitud que ya son muchos los que vaticinan que no culminará el período presidencial. El Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) resume 366 artículos que buscan desregular la economía. Los primeros dos centran el objetivo. Veamos:
“Artículo 2°.- DESREGULACIÓN. El Estado Nacional promoverá y asegurará la vigencia efectiva, en todo el territorio nacional, de un sistema económico basado en decisiones libres, adoptadas en un ámbito de libre concurrencia, con respeto a la propiedad privada y a los principios constitucionales de libre circulación de bienes, servicios y trabajo.
Para cumplir ese fin, se dispondrá la más amplia desregulación del comercio, los servicios y la industria en todo el territorio nacional y quedarán sin efecto todas las restricciones a la oferta de bienes y servicios, así como toda exigencia normativa que distorsione los precios de mercado, impida la libre iniciativa privada o evite la interacción espontánea de la oferta y de la demanda.
La reglamentación determinará los plazos e instrumentos a través de los cuales se hará efectiva la desregulación dispuesta en el párrafo anterior.
Artículo 3°.- INSERCIÓN EN EL MUNDO. Las autoridades argentinas, en el ámbito de sus competencias, promoverán una mayor inserción de la República Argentina en el comercio mundial. Con ese fin y de conformidad con la política de desregulación promovida en el artículo anterior, el Poder Ejecutivo de la Nación elaborará y/o dictará todas las normas necesarias para adoptar estándares internacionales en materia de comercio de bienes y servicios, procurando armonizar el régimen interno, hasta donde sea posible, con los demás países del Mercosur u otras organizaciones internacionales. En particular, se deberá procurar cumplir con las recomendaciones de la Organización Mundial del Comercio (O.M.C.) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Se invita a las autoridades de las provincias y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a dictar, en el ámbito de sus respectivas competencias, las normas necesarias o convenientes para el cumplimiento de esos fines”.
Por su parte, la Ley Ómnibus, de 664 artículos, busca legislar en materia tributaria, laboral, energética y electoral. Lo que permitirá al Ejecutivo legislar sobre asuntos que competen exclusivamente al congreso.
La deuda de más de 400 mil millones de dólares representa alrededor de 90 % del PIB, es la palanca principal para la adopción de esta política. Se empuja, además, la perspectiva de afianzar el proceso erosivo de la economía para colocarla en correspondencia con las demandas de la oligarquía financiera internacional.
Llevar las cosas a lo alcanzado por Maduro no es tarea fácil. En Venezuela se eliminó el salario en la administración pública, durante años. De allí la minimización del aparato de Estado. Se destruyó buena parte del sistema educativo y de salud, expresado en salarios de hambre y en el deterioro de su infraestructura. En medio de producir la más grande crisis del sindicalismo, erosionado, desmoralizado y sin propuesta alguna. La recuperación que se viene desarrollando es el fruto de la iniciativa de sectores avanzados dentro de los trabajadores y el movimiento sindical.
La acumulación capitalista encuentra su desarrollo concreto a escala mundial y en cada país o nación. De allí las políticas económicas. A momentos se impone la tendencia a la protección, a momentos el librecambio. Los estadounidenses vienen imponiendo la protección. Ya la ideología de la globalización da paso a una llamada desglobalización. Por lo que el mundo vive una transición en dos aspectos: el imperialismo chino se impone como hegemón mundial y, en consecuencia, Estados Unidos responde con la protección buscando recuperar espacios perdidos. Sin embargo, para los países dependientes se reserva el liberalismo para reducir sus capacidades de desarrollo. En esto parecen coaligarse todas las potencias imperialistas.
Una vez más hemos de citar las palabras de Marx en su Discurso sobre el librecambio, pronunciado en 1848: “… en general, el sistema proteccionista es en nuestros días conservador, mientras que el sistema del libre cambio es destructor. Corroe las viejas nacionalidades y lleva al extremo el antagonismo entre la burguesía y el proletariado. En una palabra, el sistema de la libertad de comercio acelera la revolución social. Y, sólo en este sentido revolucionario, yo voto, señores, a favor del libre cambio”.
Circunstancia que conduce a que la ideología liberal sea propagada a los cuatro vientos, muy a pesar de que las potencias imperialistas retroceden en la materia para protegerse entre ellos en medio de sus contradicciones. Hay ideólogos liberales de factura diversa que, ingenua o cínicamente, asumen esta ideología muy a pesar de que las evidencias conducen a un mayor freno de las fuerzas productivas, sobre todo por el deterioro al que conduce a la gente pobre.
Milei en Argentina y Maduro en Venezuela agudizan las contradicciones de clase, mientras entregan aún más a ambos países a manos de la oligarquía internacional, afianzando su papel de países primario-exportadores en la división internacional del trabajo. Destruyen en extremo las fuerzas productivas, que son motores objetivos de la revolución social.