La sombra tiene la gran capacidad de disfrazarse de luz. Si algo logró Villanueva fue descifrarla, fragmentarla y luchar por acabarla. No bastó su genio arquitectónico. Carlos Raúl fue más allá y es parte de la historia que siempre se busca ocultar.¿Quién hubiese pensado que Villanueva fue el “violento” que encabezó en 1968 la toma del Consejo de Facultad de Arquitectura, dando inicio a la renovación universitaria? La sombra -sabía él- no había sido derrotada con la trama de su sinuoso concreto artístico. Tampoco hoy. Y está a punto de tomarla por asalto, con la prepotencia de un hegemonicismo disfrazado de “redención”.

Los intentos del poder político por hacerse de la UCV, no son novedad. Con cada intento derrotado, aprendieron. Las tanquetas que asesinaron circunstancialmente el sueño de Villanueva y de Venanzi, de Bianco y de Muñoz de una universidad libre y autónoma, pública y popular, volvieron mimetizadas, muchas veces hasta hoy. El asalto al Consejo Universitario fue otro ensayo de la oscurana en el año 2001. Los 14 años de negación democrática, también lo fue.

Aun así, el espíritu de cambio y altivez ucevistas colocó este 9 de junio en el último lugar a los que encarnan abiertamente la intención del poder hegemónico, de ponerle las garras a la universidad. Pero no disiparon la amenaza de quienes aparentan ser redentores, esos que se alzan como la fórmula con mayor votación de cara a la segunda vuelta electoral. Qué contrariedad.

Recientemente escribí un artículo en el que expliqué la inigualable capacidad de “cripsis” del chavismo. Escribí entonces que el concepto de cripsis aporta una definición más amplia y estructurada en la naturaleza, del mimetismo depredador. En la especie humana la cripsis adquiere dimensiones a las que ha apelado el chavismo para mantenerse en el poder y depredar nuestra tierra y riquezas.

El chavismo aprendió a hacer cripsis, a hacer uso de la apariencia y de los sentidos y las emociones creadas bajo el mimetismo, para enmascarar su verdadera intención. El uso exhaustivo de la fenomenología de las sensaciones para engañar a la presa, adquieren dimensiones sumamente complejas y efectivas en la depredación política actual. No necesariamente tienen que usar tanquetas para someter. También hacen uso -sobre todos los métodos- del engaño.

Y es que de eso se trata. La historia política está plagada de engaños y aparentes redentores que, la mayoría de las veces, producto de sus artimañas, han logrado hacerse circunstancialmente con el poder y clamarse “héroes”. Pero hagamos una revisión proporcional de los grandes héroes de la historia. ¿Acaso han sido héroes por sus victorias? Generalmente son héroes por haber sido derrotados en medio de gestas indudablemente justas. Sus gestas son valoradas a la luz del tiempo como heroicas. Leonidas, Espartaco, Marx o Cristo. La lista es larga.

Si algo aprendí en mis años de dirigente estudiantil sobre nuestra amada Alma Mater, fue a conocer las amenazas. Haber dirigido hoy buena parte de la campaña de mi amigo y muy estimado Paulino Betancourt, me convence de que la UCV se encuentra frente a uno de los engaños más elaborados de la historia. La “defensa de la UCV” que hoy enmascara la privatización, desde el discurso confluente entre el “socialismo” y la “lucha gremial”.

Desde “la necesidad de emprendimiento», por ejemplo, se mimetiza hoy la lógica del Gobierno aplicada a las FAN, para quitarle peso al régimen y al Estado secuestrado, de su responsabilidad con la universidad y el país. Incluso, uno de los candidatos que hoy se presenta como “potencial ganador”, introdujo abiertamente en varios debates intramuros el planteamiento del “cobro diferenciado” de matrículas. Y esto bajo el ropaje de la “autonomía financiera”. Tamaño engaño.

La elección del 30 de junio es la última batalla entre una universidad autónoma, libre y de confluencia de las más diversas corrientes del pensamiento; y una universidad sometida a la cohabitación disfrazada de “irreverencia” gremial. Una universidad con sentido crítico y contestatario; y una que aplaca su altivez sometida bajo el discurso de “la prudencia”.

Es la última batalla entre una universidad gratuita y de sentido público y popular; y una universidad sometida -engaño mediante- a la privatización progresiva y la degradación académica. La batalla contra la castración del último reducto que hay de libertad para el pensamiento libre, se encuentra a la vuelta de la esquina. A esa sombra también tenemos que vencer.

Tomado de El Pitazo 

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