Finalizando la campaña para la elección de autoridades de la UCV, luego de varios años sin poder realizarlas, aparecen personajes, empeñados en dar el zarpazo final a la casa que vence la sombra, para acabar con la autonomía, la libertad de cátedra, el libre debate de ideas, la producción de conocimientos de forma autónoma.
Pretenden con su discurso lleno de subjetividades, apelando a las emociones y al amiguismo, aplastar a quienes ellos consideran atrasados ideológicamente porque no siguen las corrientes postmodernas, tal cual lo hacen los ideólogos del régimen chavista. Con ello, busca librarse de aquellos que han mantenido( y lo siguen haciendo) una denuncia férrea contra prácticas bastante alejadas de los principios que deben regir la educación superior venezolana en general, y en particular la Universidad Central de Venezuela en particular.
Pretenden eliminar de la contienda política electoral a quienes siempre han denunciado, en todo espacio y tiempo, a los modernos fariseos, camuflados bajo frases y discursos como los del régimen chavista/madurista.
Recuerdan a la propaganda de los nazis: decir una mentira mil veces para que se convierta en verdad . En ese marco de ideas difunden falsedades sobre los candidatos que adversan. Como pitonisas del desastre, pregonan que el Dr. Rago tendría próximo su pasaje al más allá, mientras que el Dr. Betancourt sería una ficha del régimen de Maduro. Tamaña desfachatez. Expertos en utilizar el engaño, se saben perdidos.
Ucevistas, la lucha por mantener a la universidad como el faro que ilumina la búsqueda de la verdad y la confrontación de ideas, sabiendo que con ello todos crecemos, está demandando tu incorporación decidida y valiente. Reflexiona sobre la apertura que necesita la UCV, sobre el cambio necesario pero manteniendo en lo esencial la idea universal del significado de universidad: autonomía, férrea oposición a la privatización y ninguna sumisión de directrices de cualquier gobierno o sector de poder.
Vemos como viejos liderazgos, hoy han resurgido del submundo de los muertos. Llaman a oponerse a las voces de la apertura y el cambio. Se unen a quienes propugnan acortar las carreras universitarias convirtiendo a la UCV en un liceo grande, sin investigación, sin extensión, bajar su nivel de excelencia académica, prácticamente quieren convertir a la UCV en una empresa, donde se investigue las propuestas del gran capital. Pero no lo podrán realizar porque el gran capital venezolano, además de dependiente es apenas importador y usurero y eso no requiere mayor cosa.
Apelan a los viejos tiempos donde brillaron con un liderazgo orientado por quienes ahora adversan. Aquellos que estudiaron gratuitamente, contando con todas las previsiones estudiantiles necesarias para mantenerse dentro de la universidad, ahora pretenden por la calle del medio privatizar los estudios. Algunos ahora tienen cargos directivos en organizaciones que hacen vida en la UCV, pregonan a los cuatro vientos la necesidad de plegarse en forma genuflexa a las ideas que nos vienen desde el FMI, UNESCO y otros organismos dados a cambiar el concepto de educación superior en función de sus intereses y no los del país. Quieren mantener en la universidad un pensamiento único y hegemónico. ¡Qué feliz estaría el difunto viendo cómo aquellos que lo adversaron, hoy quieren cumplir su tarea! Pero no los dejaremos, los derrotaremos.
En tiempos como estos, no podemos dejar de pensar en Bertolt Brecht quien escribió:
«Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.»