Después de catorce años sin elecciones para escoger a las autoridades universitarias, la UCV vive un proceso electoral que debe conducir a la elección de un nuevo Rector, Vicerrector Académico, Vicerrector Administrativo y Secretario, autoridades decanales y de escuelas.

La Universidad Central de Venezuela enfrenta a un enemigo despiadado. El mismo que enfrenta el país y el pueblo trabajador. El gobierno chavomadurista es el principal enemigo. Con su política de liquidación de la universidad como espacio de generación del pensamiento crítico, como centro cultural, como productora del conocimiento científico e innovación tecnológica, defensora de los principios democráticos y garante de los más genuinos intereses de la nación, con la intención de convertirla en un agente del despotismo militarista que asola al país.

Para enfrentar esta conjura liquidacionista, la universidad venezolana debe acudir a sus reservas éticas, morales y académicas, todas ellas representadas en la comunidad universitaria, en los hombre y mujeres que le dan vida a la universidad y que han demostrado en su trayectoria encarnar y defender los principios que la han caracterizado históricamente

El rescate de la universidad, su autotransformación y la capacidad de transformar al país dependerá también de la articulación con los sectores de la sociedad venezolana que defienden la democracia y apuestan al progreso del país, comprometidos con la educación pública, gratuita y de calidad para todo el pueblo y la retribución que los profesionales deben dar al país.

La autonomía universitaria debe ser rescatada. No solamente se trata de que la intervención dictatorial avanza en el terreno administrativo y de su espacio físico.También se ha producido, en las últimas décadas, una simbiosis entre la metafísica chavista y el posmodernismo opositor. Así se configura la ideología más reaccionaria de estos tiempos, puntal filosófico del neoliberalismo y la ideología de la globalización. Lo que ha llevado en la universidad al imperio de un pensamiento hegemónico que niega la verdad en el campo de las ciencias sociales y humanísticas. Sumado a toda la carga individualista, escéptica y regresiva.

La autonomía, entendida como el espacio para el encuentro de las distintas corrientes del pensamiento para la búsqueda de la verdad, debe ser reivindicada y nutrida con el pensamiento crítico, vital en estos tiempos de dictadura.

La autonomía está vinculada a la búsqueda de la verdad, esta aspiración está atravesada por intereses del poder, tanto político como económico. La Universidad debe tener la capacidad de resguardarse y hacer posible que el proceso necesario para lograr la verdad se dé y que luego esa verdad pueda transformarse en la base para la transformación social y del país. Evitando a toda costa que el conocimiento y la verdad queden restringidos a una clase privilegiada o que sean negados al pueblo y su desarrollo o usados en su contra o para su opresión. En la generación de conocimiento, la universidad está llamada a dirigir el camino de la educación, la cultura y la ciencia, para ello debe crear y difundir el saber, haciendo uso de los procesos de investigación y enseñanza, para lograr que los egresados tengan la capacidad profesional de atender a los problemas y necesidades de la nación para alcanzar su desarrollo. Esto requiere inversión.

La verdad científica debe ser recuperada como principio universitario. En el campo de las ciencias naturales las cosas avanzan poco, dadas las limitaciones propias del orden y la destrucción del aparato productivo, que ha frenado drásticamente el desarrollo de las fuerzas productivas. Pero en el campo de las ciencias sociales ha imperado en décadas el escepticismo y el idealismo, proveniente de lado y lado. Se vivió un período de rechazo apriorístico contra el comunismo, fruto de una academia reaccionaria que se dejó confundir por la fraseología del déspota y sus acólitos. Con todo y lo incontrovertible de la política liberal que aplica el chavismo desde un inicio de su mandato. Es que aprovechan para enfrentar al chavismo y, por mampuesto, sembrar la idea reaccionbaria. Eso prendió en algunas partes de la academia y la comunidad.

Otro principio que hay que preservar y defender es el de libertad de cátedra. Este principio ha tenido vaivenes importantes en la historia reciente de Venezuela. Desde el Estatuto de 1946 cuando se introduce como un elemento avanzado de la autonomía universitaria hasta lo que hoy establece la Ley de Universidades. Es un elemento fundamental para que la universidad sea un espacio de confluencia de la diversidad de pensamiento y su posicionamiento como un espacio diferente del Gobierno y del poder político y del poder económico. Lo que permite evaluar y opinar con libertad sobre los asuntos nacionales.

También la gratuidad debe ser defendida. La crisis presupuestaria es asumida por los más, incluyendo candidatos para optar a ser autoridad, con base en ese sentido común, que los aparta, del principio de la gratuidad. Creyendo de buena fe, que, con eso de los ingresos propios, van a resolver algún problema. La gratuidad debe ser un asunto irrenunciable. En ningún caso se debe apelar a cuestiones que terminan siendo absolutamente subalternas y que se convierten en armas de los sectores privatizadores. Hasta convertirlos en fuerza material contra la gratuidad. Es un principio de los más antiguos en Venezuela, eso de la gratuidad, que debe ser preservado. Por lo que la comunidad universitaria, como históricamente lo ha hecho, debe levantar las banderas de lucha por un presupuesto justo.

Quienes caen en esta tentación no ubican que el presupuesto de gastos cuenta con discrecionalidades que obedecen a intereses concretos, en este caso de la dictadura, que para nada le conviene afianzar la naturaleza de la universidad científica, pública, gratuita y popular. Siempre ha sido una lucha  eso del reparto del presupuesto. Como el que se desarrolla en estos momentos. A eso no debemos renunciar. Las partidas de gastos obedecen a la jerarquización que hace el ejecutivo. De allí que la confrontación está planteada. En vez de presupuesto para gastos militares, pago de deudas ilegales, lo que se va en corrupción, se deben destinar los recursos suficientes para cubrir el justo presupuesto para las universidades. Ese debe ser el planteamiento y en ningún caso asumir los ingresos propios como la solución para la universidad, que finalmente conduce a la privatización.

Quienes asoman ideas privatizadoras, no ubican que resulta contradictorio que ellos se hayan formado en una universidad gratuita, para ahora, según ellos, dadas las circunstancias, se debe abrir la perspectiva privatizadora, a pesar de que indiquen que se trata de una cuestión subalterna. La universidad cumple una función social que le sirve al Estado y al desarrollo del país. De allí la importancia de que sea gratuita, científica y de altísima calidad y que se exija el presupuesto que la nación debe otorgar para su funcionamiento.

Los universitarios debemos levantar un proyecto nacional liberador de las fuerzas productivas, frenadas de manera drástica desde 1989, pero sobre todo durante este largo calvario chavista. De eso estaba dotada la Universidad venezolana en tiempos de la renovación de 1968. Esa fue una de sus principales banderas y elaboraciones de este proceso, el más importante de América Latina, que llevó a elevar un sentido autonómico avanzado. Quienes buscan ser autoridad en la UCV, deben mostrar esa perspectiva. Es que la UCV debe rescatar ese emblema de ser la más elevada conciencia nacional.

Las elecciones rectorales y de autoridades en la UCV que se disputará en su primera vuelta el 26 de mayo de 2023, nos exige votar por aquellos candidatos y candidatas que representen la Universidad autónoma, científica, humanística, democrática y popular, expresión de los intereses más genuinos del pueblo venezolano. Comprometidos con el progreso y prosperidad de Venezuela.

Es por ello que, desde el local de la UCV de Bandera Roja, luego de conocer todas las candidaturas y sus propuestas, hemos definido el apoyo de nuestra militancia a la candidatura del Profesor Paulino Betancourt, quien ha incluido en su propuesta y en sus discursos la necesaria exigencia al Estado venezolano, el cumplimiento de sus responsabilidades financieras para que la Universidad cuente con el presupuesto correspondiente a la función social que le es asignada. Que promueve la idea de la universidad autónoma, gratuita y de calidad. Retomar el campus universitario como espacio de encuentro de las más diversas corrientes del pensamiento, para la búsqueda de la verdad y el conocimiento. Que propone la recuperación de los espacios que naturalmente le corresponde administrar a la UCV, como el Hospital Clínico Universitario. Pero nuestro apoyo a Paulino también está centrado en su trayectoria como hombre científico y académico, dedicado a la Universidad y a la investigación.

Recuperemos la Universidad Central de Venezuela.

Local UCV – Partido Bandera Roja.

Mayo 2023

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