El domingo 4 de Septiembre se plasmó en Chile lo que ya se veía venir: la derrota de una Constitución realizada por una Convención que no tuvo una visión de país ni un proyecto claro de las exigencias de la población que salió en octubre de 2019 en rebelión popular, cuando los estudiantes chilenos de secundaria se saltaron los torniquetes del metro de Santiago ante el aumento de la tarifa, acción que originó que se prendieran la mecha con grandes concentraciones y protestas que demandaron el fin de la Constitución pinochetista que cercenaba en su articulado el derecho a la educación universitaria gratuita, el pago de pensiones que garantizaran la supervivencia de los ancianos y el derecho a las medicinas y a la salud.
La representación ganadora en la Convención se orientó fundamentalmente a temas de la posmodernidad como el lenguaje inclusivo y el género, dejando a un lado los temas de producción nacional, el desarrollo de un salario acorde con el costo de la vida, el problema de la deuda externa, la dependencia de las importaciones y un modelo de desarrollo nacional, abandonando también el asunto de las pensiones y los derechos sociales como la educación gratuita, el acceso a la salud y la vivienda.
Esa tendencia de cambio, iniciada en 2019, fue determinante para la aprobación de una constitución y que se derrotara electoralmente la fórmula de Kast como representante de los sectores más conservadores de la sociedad chilena, pero luego de la instalación de dicha convención y de la asunción de Boric, la contratendencia se hizo mayoritaria al punto de derrotar a los que impulsaron la idea de una nueva constitución.
Las razones de esa contratendencia hay que ubicarla en la conformación de los sectores que llegaron a esta convención, donde cada uno pugnaba por visiones parciales de sus intereses y sin conexión con las aspiraciones reales de cambio de los chilenos. Es allí donde las posturas posmodernas fueron los temas de mayor relevancia como los de género, de lenguaje de inclusión, sin que debatiera aspectos que eran vitales como el modelo de desarrollo nacional frente al neoliberalismo, el proceso de mejorar las condiciones de empleo, de las pensiones y de los derechos sociales entre otros, no discutiendo además de donde se deberían obtener los recursos para poner en marcha el cambio que generaba una nueva sociedad.
Por otra parte, se abordaron temas que no lograron el consenso como lo fueron los derechos indígenas que tienen su base en el convenio 169 de la Organización internacional del Trabajo que establece dos postulados básicos: el derecho de los pueblos indígenas a mantener y fortalecer sus culturas, formas de vida e instituciones propias, y su derecho a participar de manera efectiva en las decisiones que les afectan, sin embargo, la nación mapuche quería mas y en su lenguaje de no considerarse chilenos querían autonomía plena en sus territorios por lo tanto rechazaron la Constitución propuesta.
A esto hay que agregarle la campaña de desinformación y de terror que se generó desde los proponentes del rechazo, cuestión que no es nueva porque ya se había aplicado en la elección presidencial, pero que tomaron mayor cuerpo por el fracaso de la gestión del nuevo gobierno en ganarse la confianza de la población al no atender los problemas que se derivaron de la crisis económica como la devaluación del peso y el aumento de la inflación, en el contexto de la caída de las exportaciones del cobre por la disminución de la demanda de minerales y comodities a raíz de la crisis que se vive en Europa por la guerra en Ucrania, la ralentización de la economía china y la inflación que se vive en Estados Unidos que ha hecho que la Reserva Federal (Banco Central) de Estados Unidos aumente la tasa de interés para contrarrestar la inflación norteamericana, lo cual ha llevado al encarecimiento del crédito así como la de los productos exportados, la caída de varias de las monedas del mundo como el Euro, el peso colombiano, el argentino y el chileno así el aumento del pago de la deuda externa.
En esa condiciones fue relativamente fácil que se impusieran criterios atrasados como el rechazo hacia los derechos de los inmigrantes en la nueva constitución al considerarlos responsables de la crisis chilena, en especial hacia los venezolanos según registraron los estudios de opinión realizados donde se alcanzaba un 61% de rechazo hacia los inmigrantes, con mayor contundencia el rechazo a los derechos indígenas y la creación de una estado plurinacional similar al propuesto en Bolivia.
En este sentido, es necesaria la discusión acerca de los territorios indígenas con estas naciones, que conlleve a la defensa de sus espacios geográficos, su soberanía en relación con la aplicación de sus leyes, costumbres y cultura, pero sin caer en postura de limpieza étnica, que niegue la presencia de los chilenos en los mismos y que propicie una separación de la nación chilena, dado que las sociedades avanzan en procesos históricos que llevan a la integración de distintos pueblos y naciones con realidades históricas concretas, lo cuales no se deben separar artificialmente, muchas veces al fragmentar las naciones se favorece a los grandes capitales que tienen intereses en esos territorios para imponer la hegemonía imperialista como sucedió en Panamá frente a Colombia.
A esto hay que sumar la falta de una dirección revolucionaria con visión de un programa de desarrollo nacional, que impulsara el debate y la movilización hacia los temas de defender la producción nacional, de la defensa del salario y de sus derechos laborales, sociales, democráticos. En el entendido que quienes están al frente del gobierno chileno mantienen un criterio gatopardiano de que todo cambie para que nada cambie, con criterios posmodernos, por lo que era difícil que impulsaran y desarrollaran políticas a favor de una transformación que beneficiara a los intereses de los sectores populares y de los trabajadores, a pesar de su discurso de cambio.
En otro orden de ideas, observamos que no se tenía una orientación clara frente al plebiscito desde los sectores revolucionarios al dejar en libertad a los electores si votaba el apruebo, votaba nulo o se abstenía, esto último como opción más complicada porque la elección era de carácter obligatorio con sanciones, lo cual explica el aumento de los votantes en esta jornada electoral. Esa fue lastimosamente la postura del PCMLCH.
Luego de este rechazo, es evidente que las contradicciones presentes no están resueltas, que gran parte de la sociedad chilena no está de acuerdo con la Constitución chilena, prueba de ello es que dos días después, el 6 de septiembre, los estudiantes salieron a las calles a exigir más presupuesto para las universidades y el gobierno de Boric respondió con represión al lanzar a los cuerpos policiales para dispersarlos con bombas lacrimógenas y ballenas de agua.
Sin embargo, de no conformarse una dirección con claridad que asuma con firmeza, con la más amplia unidad los derechos del pueblo chileno y que debata bajo una concepción revolucionaria de clase la transformación bajo un programa de desarrollo nacional, serán los sectores conservadores encabezados por José Antonio Kast quienes se impongan y se afiance la desigualdad social, favoreciendo a la oligarquía financiera y empresarial, aumentando la dependencia económica hacia los centros imperialistas sean estos norteamericanos o chinos.