Recientemente en las elecciones de Italia, la agrupación de Giorgia Meloni “Los Hermanos de Italia” lograron el triunfo. Lo que se da en el contexto de una grave crisis económica y política que sacude a la Unión Europea. Agravada, a su vez, por la guerra en Ucrania. Se agudiza la crítica situación con los migrantes provenientes de países como Siria, Afganistán, donde hay conflictos armados, generados igualmente por las potencias imperialistas. También engrosan esta diáspora los migrantes provenientes de los países de África, sumidos en una gran miseria. Esta situación la aprovecha Turquía como bastión de contención que frena el ingreso a Europa de migrantes, colocando campos de refugiados que le sirven como chantaje para sus negociados con los países europeos.

Es así como el partido de Hermanos de Italia con una política de resentimiento contra los inmigrantes, el derecho de las mujeres y del movimiento LBGT, se hace con la mayoría. Supo aprovechar las alianzas con otras agrupaciones ultraderechistas como lo son Forza Italia y La Liga del Norte, siendo una derivación del Movimiento Social Italiano de Benito Mussolini (MSI).

Este partido, al igual que otras agrupaciones de extrema derecha en Europa, como la Reagrupación Nacional de Marine Le Pen, Vox en España o el partido de Viktor Orbán, en Hungría, buscan un consenso en torno a ciertos pilares como la lucha contra la inmigración ilegal. Mientras promueven un nacionalismo en contra de la unidad europea, aunque no terminen saliéndose de la misma.

La orientación fascista de Meloni no es casual. Su militancia se inicia en las juventudes fascistas del Partido Alianza Nacional, nombre que asumió el MSI, luego de la derrota del fascismo en la segunda guerra mundial.

Su nombre se vincula con el fundador en 1946 del Movimiento Social Italiano (MSI), Giorgio Almirante, que había sido jefe de gabinete del último ministerio de propaganda fascista. Giorgia Meloni no ha escondido nunca su admiración por Almirante. En 2018, ella misma difundió un fotomontaje que tituló «De Giorgio a Giorgia», en el que se presentan uno al lado del otro con idénticos eslóganes: «Podemos mirarte a los ojos». En 2020, cuando se cumplían 32 años de su muerte, la ahora vencedora de los comicios en Italia homenajeó a Almirante en Twitter con estas palabras: «Un gran hombre, un gran político, un patriota».

Por lo que se puede afirmar que el fascismo no está de regreso. Se ha mantenido durante esta etapa. Pero ahora asume el control del aparato estatal italiano, que no ha estado ni estará exento de las luchas de los trabajadores empobrecidos y de la defensa de los derechos democráticos.

El fascismo no se fue de Europa luego de la segunda guerra mundial

El imperialismo estadounidense estaba claro de la necesidad de contener el avance de los comunistas en Europa. Así, mantuvo el régimen de Francisco Franco en España. En Italia, con respecto del Partido Comunista italiano, el mayor de toda Europa occidental y los aliados, EEUU estableció una política de tolerancia de las organizaciones fascistas donde las potencias vinculadas a Estados Unidos se hicieron de la vista gorda ante la creación de nuevos partidos herederos de «Il Duce» y sus ideas. No solo eso, muchos símbolos y monumentos fascistas siguieron -y siguen- presentes en las calles italianas, como los fascios que adornan aún muchas de las tapas de alcantarilla de Roma.

Es así como se funda en 1946 el MSI, posteriormente, con la caída de la Unión Soviética, surgieron nuevos partidos de derecha. Uno de ellos, Forza Italia, liderado por el multimillonario Silvio Berlusconi, incluyó en su coalición de gobierno en 1994 al MSI, liderado entonces por Gianfranco Fini. El posfascismo entró en el gobierno, con la aprobación de buena parte de los italianos.

Luego, el partido pasó a llamarse Alianza Nacional y una joven, Giorgia Meloni, que con 15 años había militado en el MSI, se convirtió en la líder de sus juventudes y posteriormente lideró a Hermanos de Italia.

El fascismo en su base material

El término fascismo proviene del italiano fascio (haz, fasces), y este a su vez del latín fascēs (plural de fascis), que alude a los signos de la autoridad de los magistrados romanos. Entre los rasgos del fascismo se encuentra la exaltación de valores como la patria o la raza para mantener permanentemente movilizadas a las masas. Es lo que lleva con frecuencia a la opresión de minorías. Estableciendo un Estado corporativo de control social de la población.

Se basa, además, en la manipulación y la mentira difundida como verdad, tal como lo planteó el ministro de Propaganda nazi, Joseph Goebbels, quien dijo “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”

El fascismo es correspondiente con una fase del desarrollo del capitalismo monopolístico. De acuerdo con el profesor Carlos Hermoso, aparece en medio de grandes crisis, o durante crisis revolucionarias. Logra unificar a la sociedad para lanzarse a la aventura de expandirse a la fuerza. La oligarquía se pone al frente y se impone como capitalista total ideal, para atender la crisis con base en los requerimientos que le permitan entrar a competir en el reparto de un mundo ya repartido. Se cumple lo dicho por Mussolini en su folleto La dottrina del fascismo: “Para el fascismo, la tendencia al imperio, es decir a la expansión de las naciones, es una manifestación de vitalidad”.

De igual manera, plantea Hermoso que el fascismo supone la expansión del mercado externo por la vía de la fuerza. Las anexiones se convierten en el objetivo primero de los Estados fascistas. Son las medidas de fuerza las que les permiten hacerse de las determinaciones que sirven para elevar la cuota media de la ganancia de las grandes inversiones, mientras incrementan la composición de sus capitales.

La expansión les permite hacerse de mercados, materias primas y trabajadores en condiciones hasta de esclavitud, como aconteció durante la segunda gran guerra por parte de los nazis. Muestra de ello es lo alcanzado por, entre muchos otros, Krupp-Hoesch, Siemens, Bayer, Mercedes-Benz, BMW, Porsche-Volkswagen, Audi, Allianz, BASF, Deutsche Bank, Dresdner Bank, y Hugo Boss, este último como diseñador de toda la gama de los uniformes nazis. O las estadounidenses IBM, General Motor, Ford, Coca-Cola, Dupont, principalmente.

Pero también los movimientos fascistas de entreguerras fueron alimentados por la burguesía industrial y las elites financieras, para oponerse a los movimientos obreros y a la democracia liberal. Esa tesis fue defendida en 1936 por el historiador Daniel Guérin en su libro Fascismo y grandes negocios, donde lo asocia a un complejo industrial-militar, expresión que sería posteriormente reutilizada para definir otros contextos, como el de la carrera de armamentos entre la Unión Soviética y los Estados Unidos.

El fascismo y las contradicciones interimperialistas

Hoy día, el fascismo no es exclusivo de una determinada política promovida por una potencia como Estados Unidos, dado que el fascismo supone un alto desarrollo de las fuerzas productivas en los Estados imperialistas. Es que esta condición también se presenta en China y en Rusia. No es casual que se ha haya producido la invasión y guerra en Ucrania. También existen otras formas de control como lo realiza China con la llamada Ruta de la Seda.

Estas contradicciones interimperialistas aúpa la irracionalidad y el resentimiento en las diferentes naciones, siempre buscando las causas de sus problemas en un enemigo externo que es el culpable de su crisis. Es así como se plantea que los inmigrantes son los que les quitan a los nacionales sus puestos de trabajo o son los causantes del consumo de drogas, la prostitución, la delincuencia y por lo tanto no deben ser permitidos.

Pero también estas contradicciones interimperialistas han llevado en el proceso de la guerra en Ucrania a una alta inflación, a una caída de la producción a nivel mundial, desempleo y el no acceso a la educación y a la salud, dado que las clases trabajadoras han perdido sus ahorros por la inflación, y las clases medias que cada vez se empobrecen más. De allí que el populismo fascista les ha prometido una nueva era. De allí los avances de estas corrientes de ultraderecha en el mundo.

Esta forma de pensamiento es enemiga del liberalismo, el anarquismo y toda forma de socialdemocracia, socialismo, comunismo, así que ya es posible ver en el país corrientes que atacan no solo a los marxistas y comunistas, sino que arremeten contra los socialdemócratas e incluso los liberales que propugnan una democracia sin autoritarismo.

De allí el problema que representa para los sectores democráticos el avance de las corrientes de pensamiento fascista, por su intolerancia, irracionalidad y las posiciones autoritarias de negar el derecho de las minorías. Lo que hace necesaria la denuncia de estas posturas, que nada tienen que ver con la democracia y sí con la exclusión y la segregación de los derechos de las mayorías.

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