Hoy se debate en América Latina la situación que durante varios días tiene levantada a la población colombiana. Dos miradas predominan sobre lo que sucede en el vecino país. Por un lado se afirma que es algo preparado desde afuera para derrocar al gobierno de Duque. Otros señalan que la rebelión popular colombiana es expresión a la grave crisis económica, política y social que sacude a los pueblos de latinoamerica. Ante esta dicotomía se hace necesario realizar un análisis de fondo que nos indique las razones que generaron está indignación neogranadina.

A luz de la contradiccion entre capital y salario que viene desarrollandose en Colombia desde hace años, el gobierno de Duque introduce un proyecto de reforma tributaria al congreso colombiano. El objetivo de dicha reforma era reducir la brecha fiscal y controlar el riesgo país para optar a financiamiento de deuda externa.

El asunto estriba que en vez de recurrir a aumentar el ISLR a los grandes capitales, se plantearon elevar el IVA a un 19% (impuesto regresivo, pues pagan de igual manera los que obtiene mayores ingresos como el que devenga menos). La reforma contemplaba gravar alimentos básicos que actualmente pagan un 5% de IVA, y se extendería a los servicios públicos, que en Colombia tiene una particularidad: la estratificación social de acuerdo al lugar de residencia, existiendo una discriminación, pues pagan más los ubicados en los estratos 4,5 y 6, recibiendo mejores servicios de luz y de agua, y pagan menos los de los estratos 1 al 3, pero los servicios suelen ser de menor calidad. Es así que al aplicarse el 19% de IVA se afectaría la clase media, dado que los servicios son costosos y con este gravamen se elevaría el costo de la vida.

La reforma de marras también contemplaba el aumento y pago del impuesto sobre la renta a quienes devengan más de dos salarios mínimos que en Colombia se ubica en menos de 300 dólares, monto que no cubre la canasta básica por lo que varios miembros de las familias tienen la necesidad de laborar para poder subsistir.

Contradictoriamente, a los grandes capitales se les exonera del pago de impuesto por diferentes vías (disminución por donaciones, contribuciones, entre otras exensiones), recayendo la carga tributaria mayoritariamente sobre  los trabajadores,  la clase media y las pequeñas y medianas empresas, lo cual afecta el empleo ya que éstas tienden a despedir trabajadores y a precarizar más las relaciones laborales.

Esta situación, unida a la acumulación de demandas sociales como el poco acceso de los sectores populares y de trabajadores a las universidades públicas por ser estas pagas, impidierndo el ejercicio del derecho a la educación superior; los servicios de salud pública son canalizados por medio de aseguradoras privadas que limitan el acceso a la atención médica, más el drama social de los desplazados, los asesinatos a líderes sociales, entre otras condiciones, hicieron que estallara un levantamiento de la población.

Este levantamiento no cesó con el retiro de la reforma tributaria, lo cual se convierte en una victoria del paro, sino que se plantea ir más allá: la eliminación de las condiciones de inequidad social y política, cese la represión y la violación de los derechos humanos por parte de los cuerpos de seguridad del Estado, castigo a los asesinatos de manifestantes y dirigentes sociales, rechazo a la reforma del sistema de salud, que permite el cierre de instituciones públicas deficitarias y la privatización de las más eficientes. En el caso de la violación de derechos humanos, la propia fiscalía colombiana da cuenta de 24 asesinados por los cuerpos policiales, 17 de ellos en Cali. Asimismo, la Comisión de Derechos Humanos de la ONU denunció el acoso incluso con tiroteos sin consecuencias fatales. El propio Duque abrió una averiguación de los desmanes de la policia y accedió a reunirse con el Comité del Paro que reúne a sindicatos, estudiantes, indígenas, pequeños y medianos empresarios, entre otros. Ya se han dado dos reuniones de los organizadores del paro y el gobierno de Duque que no han arrojado acuerdos, por lo cual la movilización popular y el paro se mantienen.

Un aspecto a resaltar de la rebelión colombiana es que se ha incorporado como exigencia el cambio político, el cual comenzaría con la salida de Duque del poder. Aunque hasta ahora no figura como una exigencia formal del Comité del Paro, sí se evidencia en las manifestaciones populares reprimidas brutalmente por el gobierno colombiano y aupada por el uribismo.

Ante la situación descrita, es pertinente expresar la solidaridad con el pueblo colombiano. La rebelión colombiana no es una manifestación creada artificialmente como algunos pretenden hacer ver. Es consecuencia de la crisis social, política y económica que vive Colombia desde hace 60 años. Esta rebelión neogranadina tiene mucho parecido con la que se llevó a cabo en Chile en 2019 y que trajo como consecuencia la reciente derrota en las urnas del pinochetismo, cuya constitución fue impuesta a sangre y fuego hace más de 30 años.

Apostamos que el pueblo colombiano también derrote a los sectores más conservadores representados en Duque y el uribismo, cuyas políticas económicas han empobrecido aun más a las mayorías. Hoy el pueblo colombiano está en la calle dando un ejemplo de lucha al resto de paises latinoamericanos.

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