“El pueblo de Venezuela, libertario siempreee”, gritó Óscar Pérez en uno de los 14 videos que transmitió por Instagram antes de ser fusilado junto a sus compañeros. 5 disparos en su cuerpo y uno en la frente es la versión que han logrado obtener extraoficialmente los periodistas. En los dos últimos videos ya esperaba la muerte, con algo de la serenidad de quien conoce su destino. En su mente habrán pasado acaso imágenes de miles de venezolanos llegando a rescatarlo. No sucedió. Solo una masacre, transmitida por la propia víctima, que sumó todo el horror de la cobardía y el engaño de 20 años de chavismo, en un fuego indiscriminado que solo al tiempo de la muerte, cesó.

Óscar se hizo un mártir de esos que según la tradición narrativa mesiánica son abandonados por su pueblo a la muerte, como a Cristo. Los mensajes de mea culpa recorrieron las redes sociales. “Lo abandonamos” o “no le creímos”, se martirizaron miles. Pero solo desde esa narrativa es así. Óscar sin duda fue martirizado por el pulso asesino de un cobarde militar que cumplió la orden de disparar un lanzacohetes contra unos hombres rendidos. No lo fue por el abandono popular, una relación que no pudo ser labrada previamente y de manera correcta.

El luto se apoderó de las calles del país al día siguiente. Los chavistas saben lo inmisericorde de su acción, suya por ser suyo el Gobierno que la ejecutó, y suya porque, aun así, lo acompañan. Esta misma perplejidad recorrió alguna vez el espinazo social venezolano cuando Cantaura (1982) y en El Amparo (1988), masacres en las que justamente dos emblemáticos militares chavistas estuvieron involucrados. Una tradición de cobarde aplastamiento sigue viva en alma de los militares y policías venezolanos, practicada en la “cuarta” y perfeccionada en la “quinta”. No hay excusa posible. La Operación Gedeón (“destructor” en hebreo) también fue una masacre de la cual debemos aprender.

Sin embargo, ¿qué hizo que el vínculo entre estos héroes -que sin duda lo son y serán recordados por la historia cuando la escriban los buenos- y la gente del pueblo llano, no fuese sólido? Hay quienes opinan que la incesante guerra comunicacional oficial, también asimétrica y contra la población, hizo que las acciones de Pérez estuviesen en duda permanente. Su propio origen (Cicpc) no brindaba mayor reputación que la de ser especialista en un eventual choque armado. Pero el link hacia lo político, programático, de esperanza en un plan de recuperación de la economía, o más llanamente de esperanza de sueldos y salarios dignos, de alimentación, medicinas y de justicia, no se dio mediante la acción militar.

El cuestionamiento ético que las operaciones de Óscar Pérez le hicieron a la sociedad, también había sido practicado ya por los guerrilleros de Bandera Roja en Cantaura, cuando enfrentados a un bombardeo intenso de la aviación y con un cerco militar de miles de hombres, le perdonaron la vida a los Disip y soldados capturados mientras intentaban romper el cerco. En ambos casos (El Junquito y Cantaura) quedó en evidencia la diferencia entre quienes luchan desde una posición ética y de justicia, desde una condición humana incuestionable y ejemplarizante, y quienes aplastan con la fuerza excesiva del poder total.

Vimos en esta misma línea a este valiente grupo rebelde realizar dos operaciones militares impecables. La acción del robo y sobrevuelo del helicóptero fue en sí misma un ejemplo ético, táctico y militar. Ni un rasguño a un civil. El asalto al cuartel en los altos mirandinos en diciembre, en el que los soldados capturados apenas recibieron un discurso cargado de reflexiones éticas y cuestionadoras, fue también un ejemplo. Sin muertes, sin heridas, sin pérdidas. Así transcurrió la acción subversiva de Óscar Pérez durante 7 meses. Sin bajas ni heridos.

Pero ¿lograron las acciones heroicas de Pérez trascender del acto ejemplarizante, a convertirse en una referencia real de un nuevo poder, de un cambio político y económico profundo? Una nueva sociedad es difícil que sea vislumbrada únicamente desde el disparo de fusil. Requiere otros vínculos, otras relaciones. Requiere fundamentalmente de la unidad entre el pensamiento avanzado y la acción. Para que una idea se convierta en una fuerza material que empuje a la sociedad a luchar por su libertad, debe haber otros vínculos, otros enlaces con las mayorías sociales más allá de la acción, o más allá del uso sistemático de las redes sociales y medios de comunicación.

Los que acompañan a Óscar Pérez parecen aún tener una confianza excesiva en el uso de estos instrumentos de propaganda y comunicación. Pero haciendo una inversión de los conceptos, cuando una imagen o discurso es transmitido por medios masivos sin mayor contenido estratégico, deja de ser propaganda, se hace publicidad. Estas acciones tuvieron un despliegue publicitario incuestionable, pero no reflejaban unidad real entre los diversos factores de la resistencia, ni una amplia unidad de voluntades más allá de erigirse como una especie de grupo “predestinado”. Pero, sobre todo, no mostraban ideas programáticas y populares, esas que permiten a la gente discernir de qué lado está el rebelado, si del pueblo, o de una nueva (o vieja) élite, o más crudamente: con los de arriba o con los de abajo.

La necesidad de la unidad y de la coordinación con la resistencia popular, con esa que cargó los escudos y regresó lacrimógenas hasta ser traicionada por algunos partidos, no fue materializada ni lo podía ser mediante una impecable puesta en escena difundida eficazmente. La acción de Pérez y sus compañeros requería la influencia de la experiencia táctica y estratégica que brinda la unidad entre los diversos. Unirse entre iguales no es unirse, ni siquiera es aliarse. Es necesario que toda la resistencia entienda esto como algo fundamental. Juntos, sumando las mejores capacidades y disposiciones, uniendo a la más amplia cantidad de factores, incluso ideológicamente diversos, es como se puede avanzar hacia la victoria en esta kakistocracia chavista. Es necesario sumar hasta alcanzar la más amplia base de apoyo popular. Sin esto, no habrá cambio posible.

La misma crítica habría que hacer a quienes han hecho fallecer a la MUD ante el fuego despiadado de sus propios errores, asesinada por quienes consideran que solo la vía electoral puede producir un verdadero cambio. Este error es equivalente a la idea de quienes consideran que la solo la resistencia activa, armada o no, pero en lucha frontal contra el enemigo en «la calle», puede lograr la victoria. La combinación de la mayor cantidad de formas de enfrentar a la dictadura debe ser equivalente a la cantidad y diversidad de actores que deben amalgamarse en una nueva unidad, que una a quienes luchan de verdad por lograr derrotar a la mafia gobernante y arrebatarle en definitiva el poder político. Sin esta síntesis dialéctica de lo diverso, dificilmente se podrá avanzar.

Óscar fue un Che Guevara en Bolivia. El Junquito fue su Higuera. El pueblo ajeno al combate echaba nuevamente a un guerrero al abandono, o el guerrero se había adelantado solo y en exceso. Igual que ayer, aquella misma mano imperialista hoy habla ruso y no gringo, pero como ayer, le presta al chavismo los recursos para que compren miles de cohetes antitanque como los que destrozaron la casa en la que resistieron estos patriotas. Sin duda Óscar es un héroe, sus compañeros lo son. Pero no hace falta más junquitos. Si la idea de unidad, de programa y de perspectiva estratégica, no es la que se dispara mediante todos los instrumentos de resistencia, acabaremos fusilados en la dispersión. Óscar es un ejemplo de lo que se debe y no se debe hacer. Así de contradictorio, como todos los actos que educan a la humanidad.

7 COMMENTS

  1. Que arrechera…con Oscar y sus compañeros, permitieron ser sorprendidos, encajonados, traicionados, vencidos por unas piltrafas, esto no puede quedar asi.

  2. Por eso yo aprendí a cagarme en la libertad q defiende súperman por que para algo debe servir la mierda en esta vida.
    Bandera roja llamando a este loco de carretera dizque mártir, héroe, guerrero y lo último jamas visto compararlo con el eterno guerrillero nuestro Ernesto Guevara el CHE el mundo d cabeza mejor dicho QUE DE COJONES

  3. Oscar Perez, demasiado hermoso para q fuera real? lamentablemente fue lo q pensamos quienes nos hemos acostumbrado a ser traicionados por nuestros lideres, sin embargo yo creia en el, pues una periodista seria como Patricia Poleo ya habia confirmado q era confiable. Oscar Perez un heroe de nuestro tiempo. Orgullo Venezolano

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