Para los conservadores liberales y socialdemócratas el pueblo venezolano sigue siendo el mismo de hace unos 25 años. Dócil, crédulo y manejable en sus aspiraciones y en su accionar. Claro, todavía hay personas que son de ese pensamiento en la ciudadanía, pero ya no son mayoría como antes.
La dictadura, y el régimen político que la compone, cree que con acciones legales ajustadas a sus intereses como la detención de alcaldes o funcionarios de oposición, como lo hizo más recientemente con el alcalde del municipio Iribarren del estado Lara, Alfredo Ramos, o con el sistemático y descarado asesinato de jóvenes venezolanos en las protestas, va a minimizar la rebelión. Están equivocados.
El pueblo ha demostrado en varios momentos que es sabio y valiente, como lo cantó Alí Primera. Ha enfrentado con valentía y coraje al régimen, cara a cara en las marchas o acciones donde ha usado sus instrumentos de persecución y represión (SEBIN, CONAS, CICPC, GNB, PNB, TSJ, CNE). Ejemplos sobran. Falta dotarse de un sentido estratégico, organización táctica y disciplina. Cuando la gente logre esto último, el régimen llegará a su fin. Lo saben claramente y por eso está reprimiendo, persiguiendo y secuestrando a quienes confrontan la dictadura.
Son estos ya los líderes de la nueva Venezuela que está en proceso de ebullición. Esto es preocupante, tanto para los del PSUV como para algunos factores de la MUD, ya que esos nuevos liderazgos no están bajo su dominio o control político. A la mayoría solo les une el deseo de salir del régimen y se denominan resistencia, la cual no ha alcanzado una organización táctica y una disciplina estratégica. Pero cuenta con el respaldo popular y social importante que antes no tenía.
El régimen y sus colaboracionistas califican a las protestas o luchas de la resistencia como «terroristas». Y los colaboracionistas buscan por todos los medios enfriar la calle para poder negociar o llegar a acuerdo para la cohabitación del régimen y la oposición. Pero eso último es casi imposible ante una resistencia con organización, táctica y disciplina. El objetivo de la resistencia es salir del régimen, no cohabitar con él, pero aún no ha alcanzado la conciencia de continuar con el segundo paso: la construcción de un nuevo poder, democrático, independiente y popular.
El régimen, que se dice socialista y popular, usa las mismas tácticas o estrategias de represión y persecución que usaron dictaduras militaristas como las de Augusto Pinochet, Jorge Rafael Videla, Manuel Antonio Noriega, Alberto Fujimori, entre otros. Nada que envidiarles a esas tiranías. Vemos cómo los militares cada día son más y más poderosos dentro de la estructura gubernamental. El ejemplo más claro es la última rueda de prensa de la presidenta del CNE, Tibisay Lucena, cuando el ministro de la defensa habló por ella. Ello es muestra de la total sumisión ante las armas. Ya no tienen pueblo que los acompañe.
Algunas organizaciones de la MUD impulsaron algunas acciones de la resistencia pensado que en el futuro iban a poder sacarle provecho político y electoral como lo hicieron en 2014. Pero hoy la realidad es otra. La articulación de la resistencia con las asambleas de ciudadanos ha elevado los niveles políticos y sociales de un sector importante de la sociedad venezolana, que hoy asume algunos llamados de la MUD según consideren relevantes o de interés, y lo convierten en un acto de rebelión y subversión. Esto, por supuesto, no es del agrado de la MUD, porque las masas están aprendiendo a organizarse de manera independiente y a no desechar ninguna forma de lucha. En pocas palabras, esto es una expresión genuina de la lucha de clases, de poderosos contra oprimidos.
Esta lucha tendrá este domingo 30 de julio, una expresión de rebelión y subversión dirigida en su mayor parte por el pueblo que se reúne en torno de la resistencia, aunque los políticos tradicionales lo minimicen, los del régimen lo criminalicen y los medios masivos de comunicación lo censuren. Todos sabemos que es así. El pueblo está mucho más claro y sabe lo que tiene que hacer. Porque es el pueblo quien sufre y padece las necesidades de manera directa. Esta es su propia lucha. Será la organización popular quien marque la pauta este domingo, accionando y luchando según su experiencia y capacidad en contra de esta fraudulenta convocatoria a constituyente.
Hoy Venezuela es un país en pugna por los intereses extranjeros que ven este momento como otra oportunidad de apoderase de nuestras riquezas. Rusos, chinos, gringos y europeos se pelean el botín, cuyas sobras dejan para quien le administra el territorio momentáneamente. Pero también hoy Venezuela es un país en donde el pueblo se ha desarrollado y madurado exponencialmente en su accionar político y social. Que tiene algunas limitantes pero como señalé antes, tiene un poder y un potencial unido al desarrollo y aprendizaje a favor de las mayorías que antes no se tenía en el accionar popular, que estaba muy atado a los intereses personales grupales y/o partidistas.
Bandera Roja ha convocado a todo el pueblo venezolano a la lucha y trabaja para salvar a Venezuela del abismo y de la destrucción en la que nos ha metido este régimen corrupto,militarista y vende patria. Ha llamado a unir esfuerzos en las luchas populares y a levantar un movimiento amplio, democrático, patriótico y de justicia social para iniciar la reconstrucción nacional. Los venezolanos hemos hecho grandes cosas y este momento no será la excepción.
A partir del lunes 31 de julio empieza una diversificación de las formas de lucha en Venezuela, en las que estamos seguros que el pueblo organizado tendrá una relevancia e importancia crucial. Por eso es urgente y necesario la organización para esas luchas superiores que le permitan al pueblo organizado alcanzar el triunfo con menos costos y no dejar que los oportunistas asuman un nuevo gobierno que se levante después de la salida de este régimen.
Es momento de no rendirse y diversificar las formas de luchar. Levantar un movimiento de fuerza popular, democrático e irreverente, que empuje hacia un Nuevo Gobierno de Justicia y Unidad Nacional.