Reflexionaba sobre la historia de mi vida. Pude recordar lo mucho que he podido observar en un mundo tremendamente cambiante. Solo he sido una caminante, en un espacio de tiempo, en un mundo convulsionado por cambios. Nací en una época donde grandes movimientos de trabajadores realizaban marchas multitudinarias, reclamando sus derechos. Donde existía un muro que dividía en dos una ciudad. Eran tiempos en los cuales la clase trabajadora estudiaba a Marx, Lenin, Stalin, Mao. Se escuchaban debates interesantes en las universidades, en los parques, en los sindicatos. Se hablaba de la Revolución Cubana del Che Guevara.

Todo parecía moverse en la búsqueda de la mejor propuesta, para un mundo donde no existieran clases sociales, y hubiese las mismas oportunidades para todos. Había dos polos claramente diferenciados: el de los Estados Unidos y los países de su influencia y el de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Ambos bloques se disputaban nuevos territorios.

En ese mundo que me tocó vivir, pude observar la gran derrota de los EEUU por el pueblo del Vietnam, el surgimiento del movimiento hippie que pregonaban la Paz y el Amor. Luego de algunos años la caída del Muro de Berlín.

Durante este tiempo de vida vi aparecer el militarismo y gobiernos autoritarios que surgieron por toda América Latina. No dudaron en pisotear sueños colectivos y una ola de dolor se extendió por doquier. En Argentina, Brasil, Chile, Perú, Bolivia, miuchos derramaron lágrimas. Resaltan las miles de lágrimas derramadas por las madres que perdían sus hijos, los cuales habían partido detrás de un sueño de justicia social.

El fenómeno de la globalización empezó a extenderse, de la mano con el auge de las nuevas tecnologías.

Lentamente, subrepticiamente, con disimulo, todo empezó a cambiar. Desde las palabras empleadas por los académicos, en las aulas de clases, en los medios de comunicación. Como buena observadora pude percatarme de ello. Estamos metidos en una gran olla de sopa de tortugas, nadando felices en las aguas que cada vez se ponen más calientes.

Categorías como imperialismo claramente explicado en El imperialismo, fase superior del capitalismo de Lenin, paso a llamarse el imperio, tipo guerra de las galaxias, con un claro componente posmoderno (Hardt y Negri). Así el imperialismo ruso, chino, dejan de ser tales y solo se habla y se ve como enemigo al imperialismo de EEUU. Se utiliza a Foucault y su teoría de la vigilancia permanente, y la propuesta del poder como manipulación para afianzar estas ideas.

El modelo neoliberal que impuso el capitalismo a sangre y balas en Chile, se estaba repicando por doquier. Dejamos de ser clase trabajadora para convertirnos en ciudadanos. Ya no conversamos con los vecinos, ni se hacen asambleas de juntas de condominio. Ahora tenemos una aplicación llamada WhatsApp. Por ella se comparten opiniones, fotografías videos. Incluso nos peleamos por WhatsApp. Dichosa aplicación que con apretar un botón bloqueamos a personas para no leer palabras que nos disgustan.

Este es ahora un mundo de gente muy ocupada. Nadie se junta para reír un rato, no hay tiempo. Cuando alguien muere, hasta las condolencias se envían por mensaje de WhatsApp. También surgieron otras aplicaciones, Twiter, Instagram, Facebook y muchas otras. La gente ventila su vida a través de selfis, sus amores y desamores. Sus opiniones políticas se realizan por Twiter, las cuales se miden, aunque alguno de ustedes no lo crea. En estos días recordé los cacerolazos como forma de protesta, la respuesta que obtuve fue, eso no se hace ya. Es mejor un twuitazo.

En ese momento pensé en la revuelta social en Chile, en las llamadas primeras líneas, ¿por qué razón se mantenían firmes en sus puestos de combate? Indagué y muchos respondieron, que era por las conversaciones y la camaradería que se establecía allí. Las ollas comunes, donde todos compartían. Incluso las fiestas de fin de año, fueron realizadas en la calle. Interesante, todavía las personas, si tienen la oportunidad, prefieren el contacto personal en contra del uso de la tecnología.

Pero eso no es lo único que ha cambiado. Si observamos en cómo nos relajamos en este convulsionado mundo, antes salíamos al jardín, al patio de la vivienda o a la placita de la esquina. Eso ya casi no existe, en las grandes urbes el cemento lo cubre casi todo. Se vive en grandes cajas de cemento que no nos permite ese contacto con la naturaleza. Algunas prácticas de New Age nos han traído el boom de la meditación. Lo que ellos dicen que es meditación, no es más que una postura en flor de loto y decir un Mantra. Si, se puede llegar a una relajación. Sin embargo, no es lo que los grandes sabios propugnaban como la meditación. Era una forma de obtener conocimiento. Consistía en un aquietamiento, conciencia y un discernimiento sobre algo.

Ya los ciudadanos no piensan, los grandes medios de comunicación lo hacen por ellos. Las noticias son dadas según las necesidades de los gobiernos de turno. Se repiten una y otra vez, por distintas personas del jet set televisivo. Los ciudadanos cambian de canal y es la misma información con diferentes narradores. De tanto oírlo, concluyen que es verdadero. Más aun, revisan su Twiter y otras redes sociales y es la misma información. No se detienen a pensar sobre ello, a discernir. Se dejan llevar por las noticias más impactantes, aquellas que apelan al morbo. Y se repiten hasta el cansancio. Lo que pareciera un exceso de información realmente es lo contrario, es una falta de información. Como todo lo dicho anteriormente.

La caverna de Platón

Este mundo en el que me tocó vivir, la realidad que vemos y oímos, la que nos venden a través de los grandes medios de comunicación y redes sociales son una ilusión. La realidad cuando somos capaces de diferenciar lo que nos presentan de los que observamos en nosotros mismos y nuestro entorno, entonces, solo entonces, nos percatamos de que eso que creíamos la realidad es solo una sombra proyectada por otros que nos manipulan. Es nuestra propia Matrix.

Hasta los grupos ecologistas tratan de vender las ideas de que existe una economía social del mercado, desarrollo capitalista sustentable o las guerras humanitarias, explotación ecológica de minas.

Pensamos que existe una democracia porque votamos por unos candidatos que nos son impuestos. Tenemos la ingenua esperanza de que al salir electo nuestro representante estaremos mejor. Nos peleamos a muerte con los partidarios del contrario. No nos percatamos que las propuestas son para cambiar todo sin cambiar nada, al más puro estilo Bonapartista. Diferentes discursos para decir lo mismo. No pretenden bajo ningún concepto cambiar el sistema capitalista. Bien lo decía el viejo Marx, en el Manifiesto Comunista, el capitalismo se disfraza de diferentes maneras para seguir existiendo.

Por Europa, y en toda Latinoamérica se dice que el comunismo se pasea debido a las protestas de los desposeídos. No se dan cuenta los manifestantes que, sin una idea clara, de las circunstancias que los han llevado a ser solo sobrevivientes, en un sistema donde todos, en teorìa, deberían tener oportunidades, no obtendrán nada. Asì es el capitalismo. Es imposible perfumarlo.  Al mismo tiempo la contraparte, la extrema derecha, también desea obtener más oportunidades de hacer crecer sus capitales. Para eso debe aumentar sus ganancias, reduciendo al máximo los salarios, dictando leyes para ser territorios apetecibles para los imperialistas, que desean comprar materias primas a bajo costo.

Yo soy optimista, creo firmemente en mi amigo de vida, que me dice, pese a todo, el futuro será comunista. Viviremos en un mundo sin clases sociales, sin supremacía de un país sobre otro, sin patriarcado, sin fronteras, la tierra será de todos.

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