Estamos en época de festival de teatro. Toda la ciudad se prepara a vivir este magnífico evento. Los amantes de estas artes se entusiasman con antelación sabiendo que disfrutarán de buenas obras internacionales, por supuesto, yo soy una de esas personas.

Me llamó la atención una obra no anunciada en cartelera, de la cual habló el Fiscal General, el abogado Tarek Williams Saab. Era algo así como “no le des perlas a los cochinos”. Se trataba de una obra de terror no apta para niños. Altos personeros del régimen asesinando a sus parejas, amantes, militares en medio, corrupción. La obra tenía de todo para ser como una telenovela venezolana tipo la famosa “Por estas calles”

Esto me hizo pensar en la degradación del imperio romano. El emperador Nerón ascendió al trono el año 54 d.C. Al principio quería agradar al pueblo y dictó leyes populares, sin embargo, después mostró su faceta egocéntrica y despótica. Ordenó quemar la ciudad de Roma, mientras contemplaba las llamas tocaba la lira, dicen varios historiadores. Con un desprecio absoluto por los ciudadanos que sufrían por las pérdidas del incendio. Este hecho ocurrió según el historiador Tácito entre el 18 y 19 de julio del año 64 d.C. El fuego se prolongó por más de siete noches seis días quemándose casi la totalidad de los barrios. Solo se salvaron dos, precisamente donde vivían gran cantidad de judíos y cristianos. Para ese entonces el pueblo odiaba a Nerón y muchos decían que estaba loco.

La guinda de la torta, como una jugada maquiavélica, fue culpar del incendio de Roma a los cristianos, empezando una gran persecución en contra de ellos. En esa persecución mataron a Pedro y Pablo, apóstoles de Jesús.

Siempre he pensado que la historia se repite. Así el gran incendio que hoy quema a Venezuela, son las tablas de la Oficina Nacional de Presupuesto. Las famosas tablas ONAPRE, más famosas que las tablas de Moisés con los diez mandamientos. Este instrumento que ordenó impulsar Nicolás Maduro realmente ha quemado el salario, las prestaciones sociales, las pensiones y jubilaciones de los trabajadores venezolanos. Tanto del sector público como privado. Sueños y esperanzas de la clase trabajadora se volvieron humo. Esto trajo como consecuencia, que un grupo de personas se activaran como vanguardia que ilumina el camino a seguir. Por supuesto amigo lector, usted adivinó: los dirigentes sociales, sindicales de Bandera Roja, se activaron como siempre, alertando a las masas de que tenían que movilizarse, articularse para defenderse como clase, ante el despojo del cual son víctimas por parte del régimen. De la misma manera que Nerón culpó a los cristianos, Maduro desata una razzia en contra del partido Bandera Roja. De esta forma, desde el 4 de julio, son secuestrados sin orden de allanamiento y violando de manera flagrante los derechos humanos plasmados en la Carta Magna, los luchadores sociales Alcides Bracho, ex Secretario General de Bandera Roja en Caracas, profesor de química y artista plástico de reconocido renombre; Reynaldo Cortes, Secretario General de BR en Guárico y miembro del Consejo Regional de Trabajadores de la CTV en ese Estado; Néstor Astudillo, de la dirección regional de BR en el Estado Miranda y dirigente social y comunitario; y Alonso Meléndez, dirigente de BR en Falcón, Ingeniero Pesquero y luchador social. Asimismo, fueron secuestrados Gabriel Blanco, trabajador humanitario y dirigente sindical de la Central ASI y el sindicalista Emilio Negrín, presidente de la Federación de Trabajadores Tribunalicios.

Estos dirigentes que han sido secuestrados, además de privarlos de libertad, de manera violatoria de todos los derechos humanos, son lo que se denomina, según Amnistía Internacional, presos de conciencia, pues no han cometido hecho punible, ni han ejercido violencia alguna. Solo han hecho uso de su legítimo derecho de defensa del salario y pensiones, han manifestado lo que ocurre y claramente han desenmascarado al nuevo Nerón de Venezuela. Estos luchadores han sido encarcelados con los delincuentes comunes. Poniendo en grave peligro sus vidas. Sus familiares deben pagar a los delincuentes para protegerlos, deben pagar para poder entregarles la comida, deben pagar para tener derecho a las visitas. La trama de puesta en escena aún está en desarrollo.

¿Cuánto estará dispuesto Maduro a pagar políticamente, para tratar de acabar con Bandera Roja?

¿El Fiscal General, Tarek William Saab, pensará en el costo político que deberá pagar si alguno de estos luchadores es dañado en la prisión donde los mantiene?

Bandera Roja en los últimos tiempos ha sufrido varias divisiones, es cierto, pero eso no es más que una selección natural de la fruta inservible, que se pliega sumisa a los pies del régimen. Los militantes que quedan y los nuevos, al mismo tiempo que luchan por liberar a sus camaradas, continúan con el trabajo de mantener la luz de vanguardia apoyando las movilizaciones de los trabajadores, articulando junto a ellos, sin sectarismos, la verdadera lucha que nos llevará por fin a una Venezuela de todos, libre y solidaria, próspera, rescatándola de las garras del bloque imperialista chino-ruso a las cuales ha sido entregada o de cualquier otra potencia imperialista. 

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