Lo anunciado por Milei es, en esencia, la misma política de Maduro desde 2018. Sobre todo lo referido a aupar la hiperinflación. Con discursos que parecieran enfrentados, ambos apuntan las soluciones haciendo descansar las políticas correctivas sobre los trabajadores y en el desconocimiento de derechos laborales. Liberalismo del más puro que deja las manos libres al empresariado para enriquecerse groseramente a costa de la miseria de los obreros y trabajadores en general.

Milei plantea una nueva distribución de la riqueza. Misma que obvian incluso algunos que se llaman de “izquierda” y hasta comunistas, pero —a la inversa de éstos— la del argentino es en favor del capital.

La hiperinflación conduce a que el impuesto a la gente por concepto de incremento de precios por inflación alcance expresiones superlativas. Al aumentar la inflación, sigue imperando la forma valor, base fundamental en el intercambio mercantil. Un incremento desmesurado de precios, en este caso concreto, conduce a la dolarización y a la búsqueda de refugios del capital en oro y criptomonedas, principalmente.

Recordamos que W (valor) = k (capital constante) + v (capital variable, salarios) + p (plusvalía). Si una mercancía cuesta 20 y los factores se comportan de manera equitativa, sería: 20 = 6,6 de capital constante + 6,6 de capital variable + 6,6 de plusvalía. Si el precio aumenta en mil por ciento, supongamos, de 20 a 200, la fórmula se mantiene. El precio tiende a ubicarse en torno del valor de cambio de la mercancía. El precio ahora se ubicaría en 200 = 66 de capital constante (ya que el precio de los medios aumentó en mil por ciento) + 6,6 de capital variable (ya que no se produce un aumento de salarios en el período en que ocurre el aumento de precios) + 127,4 de plusvalía. Como se ve —partiendo de que se mantenga constante la demanda de esa mercancía—, la plusvalía se incrementa en más de mil por ciento. Si disminuye la demanda, el precio podría bajar en la misma proporción en relación con su caída. Esto conduce a una disminución de la cuota de plusvalía y de su masa.

Por su parte, se habrá incrementado lo correspondiente al impuesto sobre la renta. Una parte proporcional de la plusvalía —la que destina el capitalista para el pago de ISLR— se habrá incrementado con base en el porcentaje establecido. A su vez, la recaudación por Impuesto al Valor Agregado (IVA) y por tributos también se incrementará.

Las partidas presupuestarias para educación, salud, entre otros servicios, se mantienen estables en términos nominales. Pero en términos reales tienen que disminuir de manera drástica. Más empobrecimiento para las familias proletarias.

Estas cosas suceden con la tan conocida hiperinflación. La desventaja para la burguesía en ese lapso es que la demanda puede caer en extremo. Sin embargo, por aquello de que más tiempo vive la burguesía sin el trabajador que el trabajador sin la burguesía, en este caso la extensión en el tiempo puede mermar las ganancias de la burguesía, aun con una mayor cuota de explotación, mientras el trabajador y su familia menguan hasta la muerte por no tener poder adquisitivo.

Las condiciones de miseria son parejas con esta circunstancia. A la postre, al caer en extremo las condiciones de reproducción de los trabajadores, se reconfigura la forma valor, o en otras palabras: se produce una nueva distribución de la riqueza. De allí que, los trabajadores de Venezuela y Argentina se hermanan en la lucha por un nuevo reparto de la riqueza.

Se evidencia que el asunto del reparto de la riqueza debe ser lo central de las luchas obreras y de los trabajadores en general, y esta bandera debe ser asumida correctamente por los sectores de vanguardia. Aun no se ha entendido la importancia de inscribir nuestras luchas bajo la consigna de una nueva distribución de la riqueza en favor del trabajo. En unos casos por incomprensión, en otros por resistencia a la asunción de políticas correctas. O también por una visión del sindicalismo apegado al fetichismo jurídico, creyendo que las leyes, convenios o contratos se cumplen solo por estar en esos códices, con una pasividad que aleja y menosprecia el crecimiento y fortalecimiento de las acciones de protesta, de lucha, de presión de clase.

Milei busca llevar la hiperinflación a más de 10 mil por ciento. Meta sencilla. Basta con la emisión en correspondencia de papel moneda y dinero electrónico sin respaldo. Esto es, elevando la masa de dinero representativo de la riqueza concreta, muy por encima de lo que en verdad representa. Es lo que hizo el chavismo, sobre todo Maduro desde 2018. Con eso se incrementó la explotación obrera. Creció la cuota de plusvalía. Entretanto, la recaudación estatal se elevó a tal punto que convirtieron esa masa monetaria recaudada —bastante devaluada— en suficiente base para adquirir los dólares que permitieron el pago de deuda externa. A su vez, buena parte de la recaudación se destinó a pago de deuda interna. Acompañando todo con el deterioro de los servicios y con la enorme y deplorable rebaja de las condiciones de vida de los trabajadores.


LosNada original lo de Milei. Maduro debe sentirse orgulloso de tener homólogos en el Cono Sur.

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