Éramos jóvenes, apenas saliendo de la adolescencia para entrar en el amargo “joven adulto”. Andábamos varios “revoltosos” en las calles de la ciudad de Valera, confundidos por el panorama político de la época. Llevábamos al menos 2 años de haber sido expulsados de Bandera Roja, o más específicamente de la Unión de Jóvenes Revolucionarios (UJR). Sin embargo, muchos de los que en ese entonces andábamos a pie por toda la ciudad nos removía en la sangre el espíritu revolucionario y, a pesar de la ausencia de una dirección real, seguíamos ejerciendo lo aprendido en la UJR por aquella época dorada de finales del siglo pasado.
Tras fallar en varios intentos al fin le dimos nombre a nuestra nueva organización. Era nuestra y le dimos rápidamente un auge regional importante, sobre todo en la educación media. Podemos decir que fuimos el primer movimiento estudiantil en organizar una huelga -paro cívico- al recién electo régimen chavista, desde la Alianza Rangeliana Revolucionaria (ARR) -así llamamos a nuestra organización e iba con una estrella roja, copia casi exacta de la UJR-. Es que hasta en las formas y estilos copiamos a la juventud de Bandera Roja. Se convocó a todos los sectores a enfrentar al naciente régimen chavista en la región. Era fascinante ver a un montón de “carajitos” dirigiendo a transportistas, comercio, sociedad civil organizada, entre otros, con el fin convocar a esa huelga contra las medidas del gobierno. Luego de varias protestas nace el llamado “Valerazo” precisamente el 19 de marzo de 2002. Ninguno imaginó la magnitud de aquella protesta que superó en creses a las fuerzas represivas. Además, estaba acompañada de agentes de policías que tenían varios meses peleando por un salario digno y estaban de huelga de brazos caídos. Al gobernador del Estado Trujillo no le quedó de otra que soltar a parte del ejército y a la GNB a reprimir las protestas, pero estas fueron agarrando más fuerza en los días posteriores pero ahora convocadas por la oposición unida, llamada en ese entones Coordinadora Democrática. n
Nuestra poca madurez política nos llevó a alejarnos de aquellos llamados de protesta y ahí fue cuando conocimos formalmente a José Félix Rivas, Secretario General (e) de Bandera Roja para el momento. De inmediato el camarada José Félix brindó su amistad y confianza, también debido a que sin nosotros saberlo, ya nos conocía incluso desde antes de ser expulsados de la UJR en el año 1999.
Desde ese momento se fue forjando una amistad que perduraría por toda su vida. Pocas semanas le costó a José Félix convencernos de regresar a la UJR y tomar así la dirección regional de la misma. Gracias a su poder de convencimiento terminamos aceptando, pero para seguir haciendo el papel de “muchachitos malcriados”, pedimos la condición de tener autonomía propia, lo que el camarada aceptó con la secuencia de la palabra: “relativa”. Y nosotros bollábamos de contentos por la hazaña del momento.
Poco tardamos en rescatar a la UJR que para entonces contaba con solo 3 militantes en sus filas antes de nuestro regreso. Pasamos a tener un censo de militancia activa de casi 200 militantes en todo el Estado y eso se debe a que además de nuestro ímpetu, contábamos con la asesoría de José Félix que nunca daba «órdenes». Por el contrario, orientaba y aconsejaba. Recibíamos los primeros cursos marxistas con un poco más de seriedad y compromiso al estudio, dirigidos por el propio José Félix, en donde conocimos sus dotes como buen pedagogo.
A “regaña dientes” tuvimos que sentarnos a representar a la UJR en la Coordinadora Democrática Juvenil Regional de Trujillo y compartíamos por primera vez acciones de lucha con las juventudes de AD, PJ, COPEI, MAS y PV. Fue cuando por primera vez desobedecimos a José Félix y decidimos no marchar el 12 de febrero a propósito del día de la juventud agendada por la Coordinadora Democrática Juvenil e hicimos una marcha solo de la UJR el 11 de febrero de ese año. Cabe destacar que la marcha del 11 fue más nutrida que la del 12 y se debe a que teníamos mucha influencia en la educación media. Cuando creíamos que Félix -quien podía quedar mal en la CD por nuestras decisiones- nos iba a amonestar, recibimos en cambio una felicitación de su parte, acompañada de una clase del por qué los aliados son necesarios. Sin nosotros darnos cuenta, la felicitación se convirtió en un buen regaño al estilo de una clase magistral sobre Leninismo como parte de nuestros principios.
De ahí en adelante fueron muchas las acciones con la que BR-Trujillo y la UJR se ganaron una seria reputación de compromiso por el objetivo central de salir democráticamente de régimen de Chávez. Bajo la dirección de José Félix se dieron avances importantes contra el despotismo y paramilitarismo de uno de los Estados con mayor influencia electoral del entonces Presidente Chávez, como lo era Trujillo. Pero José Félix no solo destacaba en el rescate y dirección de BR y de la UJR. Su participación en los distintos frentes amplios de la entonces Coordinadora Democrática y posteriormente la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) fue ejemplo de su temple a la hora de enfrentar enemigos fuera y dentro de la oposición unida. Se ganó el respeto de los demás partidos por su firmeza en el debate, demostrando siempre que por encima de los intereses democráticos de Venezuela no debía ponerse nadie y lo demás siempre sería subalterno y desfavorable para la unidad opositora.
Con el pasar de los años, José Félix nos brindó a ese grupo de jóvenes no solo su amistad, sino que también nos abrió las puertas de su familia y nos consideró así hasta el final. Nos enseñó mucho más que política. Nos dio techo y comida a quiénes lo necesitábamos. Nos dio clases de Karate, porque además de excelente dirigente político también fue un gran atleta deportivo. Ahí aprendimos mucho de la disciplina del arte marcial oriental que a muchos nos acompaña hasta ahora. A quiénes nos veía en apuros económicos rápidamente nos daba artesanía para vender, oficio en el que también destacaba y no dudaba en enseñar el arte y que esto sirviera como medio de sustento, o para algunos, como en mi caso, sirvió para saldar cuentas del momento.
Fue, por mucho, un camarada, un amigo, un sensey y un padre y en su memoria lo seguirá siendo.
Con el pasar de los años, el grupo de “revoltosos” ya había madurado un poco. Asumimos bajo la orientación de José Félix y sin tener casi incidencia, ir a por la Federación de Centros de Estudiantes del IUTET, en la cual casi obtuvimos la victoria.
Aquel grupo inicial se separó un poco y yo me fui a cursar estudios en Mérida, pero no por ser ahora de otro regional de Bandera Roja, dejaba de atenderme y seguir atento con su asesoría y ayuda dentro y fuera de sus posibilidades. Poco tiempo después me tocó asumir la jefatura de la UJR en Mérida y más tarde fui por poco tiempo Secretario General de la UJR a nivel nacional, además miembro del Comité Central del partido e invitado muchas veces al Comité Político Nacional de BR. Aún así, José Félix siempre fue mi principal jefe político.
Terminada la rebelión del año 2014, debimos reconocer que nuestra participación no fue la de aquellos años de “carajitos” y eso nos llevó a hacernos una autocrítica dentro de un necesario balance de la situación. Muchos decíamos para el momento “se perdió esa oportunidad” del llamado a la “salida”. Aunque los esfuerzos por la constitución de las Asambleas de Ciudadanos para muchos fue una pérdida de tiempo, para José Félix fue el semillero y había que prepararlo para un futuro cercano. Recuerdo que me hablaba de montar un frente de resistencia y en medio de nuestras conversaciones, en ese entonces, existían grupos autodenominados resistencia pero con un profundo sentimiento anti partidos, nada más alejado del camino correcto. Félix insistía en un grupo de resistencia completo y de elevado nivel de conciencia política, que estuviera a la altura de enfrentar al naciente cambio radical del chavismo en el que mostró su verdadera careta fascista y déspota con que hoy gobiernan con puño de hierro y bota militar, a costa de la sangre derramada por quienes soñaron con una verdadera democracia para Venezuela.
Aquel ímpetu le llevo a formar junto con otros camaradas la URP, siempre dentro de la dirección nacional de partido, que lo asumía como una iniciativa amplia en aras de aumentar los esfuerzos de enfrentar al régimen desde todos los escenarios de lucha posible.
Se fundó entonces las Unidades de Resistencia Popular (URP). Entre Mérida, Caracas y Trujillo, se elaboran los documentos constitutivos y manuales de resistencia muy precisos para una mejor actuación de verdadera resistencia contra el régimen. La URP comenzó así, bajo la dirección de José Félix y atención permanente del partido, un arduo trabajo donde sus primeros pasos demostraron firmemente la necesidad de la unidad en todos los frentes y sobre todo en sectores de la resistencia venezolana. Dicho trabajo brindó mayores elementos que sirvieron a la rebelón de 2017 y a tener mayor claridad en el asunto de la lucha organizada.
Su trabajo continuó luego del decaimiento de la rebelión del 2017 y fue capaz de constituir, con ayuda de la dirección de BR, células de la URP en gran parte del país, labor que se destaca a pesar de la falta de recursos y medios para dicha tarea, sumando así la fuerte represión desatada por la dictadura, luego de verse afianzada por su triunfo a finales del 2017.
Pasado algún tiempo lamenté mucho cuando conocí a mediados de 2018 la noticia de que Félix se iba del país. Pronto conseguí conversar sobre su partida al extranjero y pude conocer de primera mano que llevaba consigo una orden de captura de la dictadura en su contra. Él consideró además la oportunidad de buscar nuevas oportunidades económicas para sí mismo y su familia y poder así seguir con el trabajo de dirección de la URP.
Asumió la representación del partido en asuntos internacionales y la dirección de la URP estando en el extranjero, la cual atendía con gallardía y entusiasmo desde Perú y finalmente en Ecuador. Mantuvo comunicaciones conmigo en aras de ayudarle a atender tareas dentro de la URP en Venezuela y siempre con mucho detalle que reclamaban los asuntos del momento, pero a la vez muy cauteloso por aquello de la seguridad que ameritaba por tiempos en que se agudizaba la crisis y con ella la mano dura de la represión que almacenaba profesionales de la tortura como nunca antes tuvo la historia de Venezuela.
Tiempo después decidí irme a Ecuador en busca de mejoras laborales a finales del año 2020, también ir al reencuentro con el camarada José Félix y compañía de cuadros diversos en el extranjero. Luego de recibirme con su peculiar alegría y hospitalidad que siempre le caracterizó, no tardó en darme cuenta del trabajo político hasta el momento de mi llegada. Pero luego de unos días me hace ver su molestia por haber tomado la decisión de salir del país. Me dejó bastante claro que contaba conmigo en Venezuela para sumarme al trabajo político: “eras importante para el trabajo”, me dijo con firmeza. No me quedó de otra que bajar la cabeza y tratar de justificar mi decisión.
A pesar de muchas adversidades (sobre todo en las dificultades económicas), siempre se le vio entusiasta a la hora de atender las tareas de dirección política, incluso en sus peores condiciones de salud. Admiré siempre su capacidad de análisis sobre asuntos políticos, incluidos aquellos que con alta precisión centraban temas del Ecuador. Siempre que había oportunidad hablaba de su temor de ver si Arauz (de la línea chavista del Ecuador) ganaba las elecciones y que este país caía en la cultura neocolonial al servicio del nuevo imperialismo chino. Reconocía que no era solo un peligro para migrantes venezolanos sino para toda la sociedad ecuatoriana el tener que caer en las peores condiciones de dependencias extranjeras que habían dentro de las opciones. Su análisis al momento político del Ecuador lo hacían ver, para quien no le conociera su trayectoria, como si tuviese años luchando en este país. Ayudó en la formación del nuevo partido político (Venceremos en Loja-Ecuador), partido que tiene en estrecho lazo con nuestro partido en Venezuela. Mucho de eso se le debe a su capacidad dialéctica para comprender los momentos políticos.
Su capacidad de comprender los procesos históricos no solo de Venezuela sino del mundo, le hicieron dar clases de historia y filosofía sin nada que envidiarle a ningún letrado en la materia, por mucho reconocimiento académico que tuviese. Hablaba con autoridad moral asuntos del medio oriente, por ejemplo, y con tal precisión de los eventos que le hacía a creer a cualquiera que no hacía falta leer mucho y con solo escucharle, era suficiente para tener una idea general de los procesos históricos del momento.
Nunca dejó en un segundo plano el atender la situación política de Venezuela y su interés en el asunto nos llevó a muchas conversaciones, en donde planeaba firmemente el objetivo de regresarnos a nuestro país con la firme convicción de que se avecinaba una rebelión y era necesario estar en primera fila para ayudar con su conducción política y estratégica. Es que, como él mismo me lo dijo muchas veces, el cambio es necesario en Venezuela y para ninguno era un secreto que el éxito de cualquier rebelión depende únicamente de una buena dirección política y comprender bien los momentos para el desarrollo de la estrategia y táctica con el fin de alcanzar el éxito. Eso lo teníamos bien claro, cabe destacar que su empeño hasta el final siempre se mantuvo en esa dirección y aunque diferíamos en asuntos de estilos coincidíamos en la convicción que teníamos a fin de alcanzar el objetivo central.
A los pocos meses de haber llegado a tierras ecuatorianas, debo reconocer que no fue mucho el tiempo que le dediqué en ayudar al camarada Félix. De hecho, debo reconocer que fue casi nada lo que pude aportar en ese tiempo. Las “ambiciones personales” me llevaron a atender otros asuntos que hasta ahora entiendo fueron las equivocadas. Ahora el COVID-19, enfermedad que ha afectado al mundo entero, se llevó a mi camarada, amigo, sensey y también en cierta forma también padre. Todo fue tan rápido que no considero que alguno de sus más allegados le hubiese previsto con anticipación. Al conocer la noticia de su hospitalización, muchos (me incluyo) sentimos que nos cayó un balde de agua fría y nunca se nos pasó por la mente que aquel gigante fuese derrotado por dicha enfermedad. Es que su condición de salud no le era favorable para el momento y aunque ahora nos envuelven las dudas debido a su estado de incomunicación para con nosotros en los últimos días de su vida, nos preguntábamos unos con otros sobre qué nos faltó hacer por ayudar en su estado de salud. Poco podíamos hacer, de hecho, siempre lo vimos muy autosuficiente en relación con su condición de salud. Hasta en ese tema demostraba bastante conocimiento. Recuerdo que no hace mucho nos contaba con orgullo de cómo le demostró a un médico que sus medidas de automedicación estaban a la altura, rayando en lo profesional. Cerraba su relato con entusiasmo en que el médico le reconocía con admiración por sus conocimientos del tema.
Su ejemplo y enseñanzas nunca serán olvidadas por todos sus allegados que ahora en medio de la consternación y tristeza, recuerdan mucho de sus conocimientos y estoy casi que seguro que en vez de llantos y/o rezos que le pudiésemos dedicar al camarada, él hubiese querido que demostráramos los que nos enseñó y siguiéramos su ejemplo del trabajo incansable de ver a Venezuela libre, soberana y profundamente democrática.
Hasta siempre, camarada. Tu despedida no será llorada y te brindaremos homenaje siguiendo tu ejemplo hasta alcanzar la victoria o en su defecto la muerte.
A un mes de tu partida…
René Daniel Enríquez