La dictadura transita una irreversible agonía. Huye hacia adelante, pero huye. Sus propias bases partidistas tarifadas le fallan y ya no se movilizan con la diligencia del caso, por más “viáticos” que ofrezcan. La corrupción y lujos de una minuscula cúpula es demasiado evidente. El lumpen —último refugio para conseguir respaldo— también duda de seguir a la zaga. Solo el auxilio de las mafias foráneas puede salvarla y sostenerla. Solo tiene una fórmula para atender la lucha del movimiento de trabajadores que defienden sus derechos: la represión.

Muy al contrario de lo que expresan los agentes del gobierno —sobre las bondades de la estrategia de los capitales chinos y rusos en su avanzada de dominación, concretada en la instalacion de las Zonas Económicas Especiales( ZEE)—, la realidad confirma otra cosa. La exigencia principal de tales capitales es la aplicación de represión para evitar los reclamos de los trabajadores por la defensa de derechos básicos como salario y condiciones minimas de higiene y seguridad en el ejercicio de su labor. Se adelanta la aplicación de una práctica sistemática para judicializar a quienes alcen su voz para exigir el cumplimiento de garantías contenidas en la Constitución. El régimen profundiza una práctica perversa y peligrosa, que de hecho constituye la suspensión del estado de derecho: la abolicion de un conjunto de garantías vitales para la vida en democracia y el aparato del Estado actúa orquestado para reducir a la cárcel a todos los que intentan frenar el atropello despiadado contra los más elementales derechos de los trabajadores.

La persecución en caliente y el secuestro perpetrado contra Douglas González merecen el más enérgico repudio de todo el movimiento gremial y sindical, puesto que no es un caso fortuito. Se trata de una política sistemática, calculada para infundir terror y lograr la resignación de los trabajadores a la miseria, facilitando de esta manera la arremetida neoliberal de los capitales. Una política ordenada por la cúpula del régimen para someter al silencio a quienes reclaman.

Todos los trabajadores, en función de dirigencia o no, somos en este momento potenciales víctimas de esta práctica. La imputación aplicada a Douglas González tiene como soporte una trillada argumentación nada nueva. Se acude al desgastado tema de atentar contra la producción de empresas que deliberadamente han sido abandonadas para negociarlas como golillas a los chinos, rusos y otros mafiosos que participan en la rebatiña del país.

Tales mafias, se quieren apoderar de esos activos pero sin costos de ningún tipo, por eso se intenta barrer todo vestigio de resistencia a esta política servil y entregar “sin riesgos” tales activos a los capitales foráneos. Se trata de afianzar la práctica de la explotacion más bárbara y atroz posible, donde los derechos al salario y los beneficios de los trabajadores se entienden como un costo que mermaría las descomunales ganancias a que se aspiran.

Abolidas de hecho las garantías constitucionales, la complicidad de todos los poderes formales y sus personeros —obligados a obedecer las órdenes de las mafias—, solo la denuncia, la movilización y el reclamo con firmeza de los derechos que nos asisten podrían lograr detener esta arremetida represiva. Se trata de generar la solidaridad del movimiento popular para lograr la liberación de este compañero y que se les respete su condición de preso político o preso de conciencia.

La Unión de Trabajadores Revolucionarios (U.T.R.-Bandera Roja) manifiesta su total solidaridad con el luchador Douglas González, con su familia y compañeros trabajadores. Al mismo tiempo, llamamos a cerrar filas en la exigencia de su inmediata libertad. Esta ofensiva represiva —que integra medidas y recursos de todo tipo: amenaza pública por medios de comunicación, amenaza por parte de los colectivos criminales, persecución de los esbirros de los cuerpos policiales, violación de domicilio, secuestro de familiares, desaparición forzosa, negación de defensa judicial con jueces afiliados a tribus corruptas afines al régimen— constituye una arremetida feroz que busca obligar a los trabajadores a resignarse en silencio a la miseria y la entrega del país a poderes extranjeros. Sólo la unidad y la movilización podrán frenar esta política de represión y sacar de la cárcel a los luchadores sociales hoy bajo prisión, y a todos los presos políticos.

Llamamos a combinar nuestras consignas de reclamos reivindicativos con la exigencia de la libertad inmediata a los luchadores en prisión. El régimen no se detendrá en cumplir las exigencias de las mafias capitalistas extranjeras, a menos que la decidida lucha del movimiento popular y su firmeza exijan respeto a la Constitución y a los derechos consagrados en las leyes del país y con vigencia en el mundo civilizado.

¡Cese al secuestro y tortura de dirigentes sindicales!

¡Detengamos en la calle la política de terrorismo de Estado!

¡Libertad para Douglas González y todos los luchadores en prisión!

¡Cese a la violación de la Constitución de la República!

¡Con unidad y movilizacion general detengamos la represion!

Unión de Trabajadores Revolucionarios (U.T.R.-Bandera Roja)

¡Fuerza de la clase para avanzar y vencer!

Caracas 10 de agosto de 2022

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