La dictadura aprovecha la circunstancia nacional y mundial, cruzada por la pandemia del Covid-19, para subir un escaño más en las acciones represivas contra la oposición democrática. La detención de Nicmer Evans así lo reafirman. El “crimen de odio” es un subterfugio para enfrentar a algunos de quienes no caemos en la farsa de elecciones a su medida y, por el contrario, venimos enfrentando y colocando como alternativa la rebelión popular, consagrada constitucionalmente en los artículos 333 y 350. Otros procedimientos igual de arbitrarios forman parte de la manera dictatorial como procede el chavismo. Lo combinan con la tortura, el asesinato, el chantaje, la compra de conciencias con dinero del erario, hasta forjar una oposición a la medida y conveniencia de sus aviesas intenciones.
La detención de Nicmer persigue varios propósitos. Por una parte, acallar la disidencia democrática y cercenar aún más la libertad de prensa y expresión mediante el terror. Ante el cierre y acallamiento de la prensa escrita, radial y televisiva, los medios digitales se han convertido en una alternativa en expansión. Su penetración social es de tal grado que el Gobierno los bloquea para que la información veraz no llegue. Eso no le perdona la dictadura a Nicmer, director del portal Punto de Corte, así como tampoco le perdona que haya formado parte de sus filas y de una manera valiente desnude y denuncie hoy la verdadera naturaleza del chavismo-madurismo.
Por otra parte, tampoco le perdonan ser importante impulsor de la Plataforma Nacional de Conflicto, agrupación social y política que viene adelantando iniciativas contra el régimen, nucleando a distintos sectores en torno de la organización de la rebelión popular, promoviendo el protagonismo social en el desarrollo de las luchas que habrán de librarnos de este régimen y abrir las compuertas para una nueva democracia, que conjugue la representatividad con la asunción por el pueblo organizado de su participación permanente en los asuntos que le conciernen.
Ahora, el principio de rebelión de los pueblos lo quieren acallar con esa nefasta “ley del odio” que manejan a su antojo. Les sirve para detener a cualquiera. Superior y más versátil a la de “vagos y maleantes” del pasado. Más se parece a las disposiciones fascistas en todas sus manifestaciones contra la prensa, deteniendo a periodistas, amedrentando o comprando los medios de comunicación.
Con este tipo de acciones Maduro y sus secuaces parecen decididos a ganarse un sitial despreciable en la historia venezolana. Creen que la historia los perdonará bajo la ficción de una revolución que no fue. Falso. Sus actos quedarán en el registro de los años más perversos de la memoria patria, cuando el pueblo finalmente, más pronto que tarde, escriba nuevamente pasajes de democracia y de libertad.
La detención de Nicmer Evans para nada impedirá que sigamos organizando al pueblo en las luchas por sus derechos y por el cambio urgente que reclama Venezuela. Siempre surgirán voces que entregarán todo por la libertad. Llenarán las mazmorras, atiborrarán los calabozos como lo sabe hoy el mundo. Pero no detendrán el paso firme de la rebelión popular hacia una sociedad más justa, de democracia, progreso y bienestar.
#LibertadParaNicmer
#LibertadParaLosPresosPolíticos
#LaRebeliónEsElCamino
Comité Político Nacional
Bandera Roja (resistencia)
Venezuela, 15 de julio de 2020