Finalizando 2024, VENEZUELA vive momentos de incertidumbre bajo la bota de unos delincuentes que rigen su destino. Un Estado militar-policial desnacionaliza la patria y pisotea la república, negando de cuajo cualquier espacio para la democracia. Más allá de huecas palabras, no hay ideología y mucho menos principios. Tratan de seguir desfalcando la nación y venderla a pedazos. Nuestro país —sus ingentes riquezas naturales y los superdevaluados recursos humanos— es un botín a repartirse entre mercaderes de naciones poderosas y desarrolladas, imperialistas al fin.
En poco más de un cuarto de siglo, convirtieron la desgastada y deslucida democracia bipartidista en la peor catástrofe social y política de la era republicana. Con el falso nombre de “socialismo del siglo xxi” edificaron un régimen antidemocrático, antipopular y antinacional. Estafaron el deseo de cambio que aún anida en los hombres y mujeres de buena voluntad que habitamos esta “tierra de gracia”. Pero ya les ha llegado la hora de terminar con sus desafueros. El pueblo ha mostrado claramente sus deseos de cambio y ha decidido echarlos al basurero de la historia.
El 28 de julio sigue marcado como un día glorioso para el cambio. Aún resuenan los millones de voluntades que dieron la espalda definitivamente a este régimen represivo y corrupto, y que siguen reclamando que “el poder reside en el pueblo”, como reza la Constitución. Como una gran campanada sigue convocando a lo más honesto, a lo más genuino, a lo más decente que hay en cada uno de los venezolanos para plasmar el cambio que requiere nuestro país. La dictadura es un monstruo con pies de barro, cada vez más aislado del pueblo y solo sostenido con terror y bayonetas. El pueblo ha gritado claramente un BASTA YA. Más temprano que tarde se mostrará el temple de quienes aborrecemos la opresión y enfrentamos la dictadura.
Los venezolanos agradecemos a los pueblos del mundo que nos apoyan en esta nuestra cruzada libertaria. Les pedimos que nos sigan dando su respaldo. Con el apoyo y la complicidad de gobiernos y naciones que irrespetan la libre decisión de nuestro pueblo, las amenazas y el terrorismo no serán suficientes para frenar la disposición de lucha de los venezolanos, cansados de tanto atropello, tanta indignidad y tanto maltrato. Tampoco bastará el apoyo de los gremios empresariales que se unen al alacranato para servir al oprobio y hacer de su “apoliticismo” reserva segura de la dictadura, a cambio de exorbitantes ganancias con la política antiobrera del gobierno.
La clave para que el pueblo obtenga una victoria frente a la dictadura es la UNIDAD. La unificación de voluntades en todos los terrenos, comenzando por la unificación de los millones de compatriotas que sufren los rigores y las afrentas de este régimen. No se trata de unir solo a los partidos y la dirigencia política, sino a todos los venezolanos de a pie: a los obreros a quienes les robaron el salario y las prestaciones; a los estudiantes que se les niega una educación de calidad, democrática y científica; a los profesionales que no hallan espacio para desarrollar sus capacidades; a los productores del campo y la ciudad que no pueden competir con la libre importación; a los habitantes de barrios y zonas populares donde no hay servicios básicos dignos y confiables; a las amas de casa que deben ingeniárselas frente al alto costo de la vida; a los jubilados y pensionados sometidos a una política de exterminio.
En fin, una UNIDAD muy variada, múltiple, con diversas formas y maneras, con profundidades y densidades distintas, con diferentes niveles de dedicación y compromiso, con el uso de todas las formas de lucha que estipula la Constitución. Pero, eso sí, con un solo norte: derribar el régimen que ha conculcado las libertades democráticas, que ha pisoteado la Carta Magna y nuestras bases republicanas, que secuestra y encarcela a miles de personas por disentir y que ha pervertido el derecho al voto para elegir a los gobernantes.
Esta amplia UNIDAD debe comprometerse con el país a abrir un camino de democracia, de soberanía, de desarrollo y de prosperidad para todos, un programa mínimo que recoja el sentir de las mayorías. Que posibilite que los millones de exiliados regresen al país y aporten sus mejores esfuerzos por salir adelante. Hay que dejar a un lado las apetencias individuales o parciales, las aspiraciones partidistas y el sectarismo. Es la hora de la República, de una Venezuela libre, de un pueblo entero gritando LIBERTAD. Quienes reclaman su ideología deben poner por delante nuestra común identidad como venezolanos, como demócratas, como libertarios. Debemos hacer respetar la decisión que tomó Venezuela el 28 de julio: Edmundo González Urrutia es el Presidente electo.
BANDERA ROJA, como es su tradición de más de medio siglo, estará en primera fila en esta lucha histórica. Nuestros militantes y amigos, nuestros cuadros políticos, nuestros dirigentes sociales no rehúyen este reto y asumiremos dignamente este compromiso. Debemos honrar a nuestros mártires con nuestra mejor disposición a que el cambio sea lo menos traumático posible, que la reconstrucción de nuestra patria reivindique la gran deuda social que se tiene con los trabajadores, con los pobres, con los campesinos, con los jóvenes, los jubilados y los pensionados, con los millones de migrantes y exiliados. A la juventud le corresponde emular a la generación del 28 y, usando el ingenio y la creatividad, socavar las bases que sostienen a este régimen.
Por último, nos unimos al clamor de miles de madres, padres, hermanos, tíos y abuelos que ven a sus familiares en las deshumanizadas cárceles, para solicitar la libertad de todos los presos políticos antes de que concluya este año moribundo. Se les cobra por la valentía de levantar la voz para defender sus derechos constitucionales y para desenmascarar los falsos y arteros discursos del gobierno.
¡UNIDAD del pueblo para salir de la dictadura!
¡Por una Venezuela libre, democrática y soberana!
¡Libertad para todos los presos políticos!
Dirección Nacional
Bandera Roja (resistencia)
Venezuela, diciembre de 2024