No debe extrañar la decisión de Maduro de no producir un aumento de salarios. Como casi todas las decisiones del chavismo, desde que llegara el eterno a la Primera Magistratura, son cuestiones multipropósito. En este caso de naturaleza económica.

Lo más importante es que guarda coherencia con lo acordado en 2018. Inicialmente lleva al mínimo el salario de todos los trabajadores. De la empresa privada y de la administración pública. De allí, en meses, desaparecen sueldos y salarios de todos los dependientes de las instituciones del aparato de Estado. Ahora la cosa se reduce a bonos. Igual en la empresa privada. Algunas dependencias lucen privilegiadas. De justicia, Fuerza Armada, Banco Central, entre otras. Allí reciben diversos y jugosos bonos.

A pesar de la política iniciada hace casi un lustro, el salario en la empresa privada se va incrementando. Recordemos que, así como el esclavista le brindaba al esclavo, para que subsistiera, las condiciones mínimas, suficientes y necesarias, para que pudiese repetir las labores para ser explotado uno y otro día, el capitalista hace lo propio.

De esa manera, garantizaba el rendimiento lo suficiente como para justificar la inversión que supuso la compra del esclavo. De igual manera, el capitalista debe brindarle las condiciones mínimas al obrero para que rinda lo suficiente. Por eso se fue incrementando el salario hasta llegar, en promedio a unos 130 dólares en el campo, un tanto más en la agroindustria y a unos 140 en la ciudad. En el caso de la construcción los patronos les pagan a los obreros y las escalas que se desprenden, salarios muy por encima del resto de sectores. Allí el desgaste físico es mayor.

A pesar de que no existen datos oficiales al respecto, es fácil establecer estas ponderaciones. De lo que se deduce que el aumento de bonos lo que hace es colocar las cosas a favor del empresario. Es que los 70 dólares están por debajo de lo que paga el empleador. ¡Sale ganando!

Llevar a niveles de una mayor miseria a los obreros conduce a la producción de mercancías atrofiadas. Con ello la pérdida de competitividad. Es que un esclavo sin recibir lo suficiente para reponer energía, alimentarse, cubrir necesidades fundamentales, no rinde. No se justifica la inversión igual sucede en las relaciones imperante en Venezuela. De allí las diferencias salariales entre los obreros de la empresa privada y los trabajadores públicos, sobre todo en educación. El sector salud no se queda muy atrás.

La diferencia de los trabajadores de la administración pública y los de la empresa privada, es que se puede llevar su salario a nada, ya que su función no es producir bienes para la empresa, sino servicio público. De allí que el aparato de Estado se haya reducido al mínimo.

En la administración pública, se aplanan aún más sueldos y salarios. Es otro propósito alcanzado. Principalmente en el sector educación y salud. Al no haber aumento salarial sino de bonos, siendo el bono igual para todos los activos y manteniéndose la política salarial, los de más alta calificación reciben ingresos similares a los de menor calificación.

Pero el sector más golpeado con este tipo de medidas es el de los pensionados y jubilados. Es de exterminio. No hay manera de que un ser humano viva con una pensión de 5 dólares. Confía la dictadura en que buena parte de este sector vive de los compromisos familiares de hijos y nietos, algunos en el exterior y de que realizan estrategias de sobrevivencia.

De otra parte, hay evidencias claras de que la dictadura cuenta con recursos. La olla descompuesta del grupo Tareck evidencia que, si hay para robar miles de millones, es porque hay mucho más. Chevron ha aumentado la producción. A finales de año llegará a 150 mil barriles al día. Ya la mafia Tareck no podrá vender en altamar. Eso incrementaría los ingresos del Estado.

Pero el asunto no es que tengan recursos para producir los aumentos. De lo que se trata es de alcanzar dos objetivos. De una parte, garantizarle a los empresarios salarios muy bajos, mientras que los pasivos laborales se mantienen a raya. De otra parte, eliminar y aplanar salarios en la administración pública para ahorrar recursos para pagar deuda.

La rabia creada, sin embargo, puede crear una fuerza que ponga en peligro el orden imperante. A eso se arriesgan. Pero esto es apenas un breve análisis económico…

Tomado de El Pitazo

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