Existe realmente un conflicto de contrapuestos entre dictadura y democracia en América Latina? Bajo la argumentación de Gustavo Petro, y de otros edulcorantes del nuevo izquierdismo latinoamericano, este es el escenario al que nos enfrentamos.

Pero la sobrevaluación de la llamada “democracia liberal” se ha convertido en un axioma perverso, con el que la clase política y económica tradicional se ha atornillado en el poder. Tanto Petro como Boric o Lula, son solo fichas de recambio, pero para que nada cambie.

La pregunta que salta primero es ¿qué es la democracia liberal? como para colocarla como contraria de la dictadura. Y ¿qué no es una dictadura?

La democracia liberal no es otra cosa que la democracia representativa o para ser más precisos, la democracia delegada, en la que una mayoría delega entrega o abdica de su participación protagónica para que otro lo represente. Es en realidad un poder delegado y nada más.

Directa o representativa

Pero vayamos al fondo. ¿Es realmente eso la democracia? La sociedad, en la democracia representativa, delega o renuncia (es sinónimo en este caso) casi de forma absoluta, a su poder ciudadano más elemental. Los que ejercen el voto, lo hacen para que otro los represente en determinada función. Sea legislar, ejercer o tan solo participar por, o en representación de varios. Pero ningún representante, en realidad, resume nunca el interés general de sus electores.

La democracia, que surge como forma de gobierno en Atenas, implicaba desde un principio la participación directa de los ciudadanos en las decisiones. Existía solo un nivel de delegatura, pero en general los ciudadanos ejercían de forma directa y personal su representación, a través de la Asamblea y el debate de todos los asuntos de interés colectivo. Incluso, solo su principio, aparece en algunas partes de nuestra actual constitución. Era la democracia directa su característica principal.

Las elecciones “democráticas”

Pero vayamos más a fondo aún. Miremos con objetividad el sistema electoral de cualquiera de nuestros países. Colombia, Brasil, Venezuela, Chile. No hay mayor diferencia. En todos, la elección de estos representantes no solo no es ni por cerca el resultado del libre ejercicio de la conciencia, sino del uso de la maquinaria, el engaño, compra de conciencias, marketing, manipulación y hasta robo de identidad.

Peor aún, la elección de unos representantes nunca resume el deseo de la mayoría y, en el caso del presidente (aritmética elemental), jamás ejerce la representación de la mayoría realmente, sino de una mayoría circunstancial que, sumadas las demás minorías (los que pierden, los que se abstienen, los que votan nulo, etc) generalmente solo representa una minoría más grande y no precisamente a la mayoría.

Democracia de minorías

Pero en ninguna forma, una mayoría circunstancial resume a la mayoría nacional, salvo excepciones que no conocemos. Ni siquiera el presidente más votado en Venezuela (Hugo Chávez) ha logrado representar genuinamente a la mayoría en términos absolutos. Pero así se nos ha hecho creer, con el cuento de la “mayoría relativa”.

Y ¿es realmente democrático que se permita delegar la participación social, que en la letra dice que “reside en el pueblo y es intransferible” aunque a reglón seguido diga que la delega “indirectamente mediante el sufragio”?

Así, la democracia no solo no reside en el pueblo, sino que en general es solo una “democracia” transferida, o una dictadura delegada. Democracia de apariencia, que en el fondo esconde una dictadura “aceptada”, tolerada o consensuada por el resto de factores del poder. Eso no es democracia.

El contrabando

Es justamente esto lo que pretenden contrabandear como “democracia liberal”. Y ahora hablan de una “nueva izquierda” o una “izquierda rosa” que de fondo busca afianzar una forma “aceptable” o light de dictadura, en la que una minoría delegada representa a la primera supuesta minoría, y ejerce su poder de forma arbitraria, en el fondo. Adiós a aquel sueño de “democracia participativa y protagónica”.

Pero no es esa la contradicción, señor Petro. Estas nuevas fichas de recambio de la democracia representativa tradicional, buscan aparecer cabalgando sobre las genuinas aspiraciones de democracia y de justa distribución de la riqueza de nuestros países. Mientras, los trabajadores y los pobres en general ven empeorar sus condiciones de vida, independientemente de la dictadura a la que sigan sometidos.

Sea rosa o no sea izquierda, la discusión sobre democracia encara otros asuntos actualmente. ¿acaso no es posible el ejercicio directo de la participación ciudadana con los mecanismos tecnológicos actuales? ¿O resolver de forma democrática la distribución de la riqueza del trabajo, de la renta nacional o de la salud y la educación?

La democracia, usted amigo lector lo sabe, no es democracia si se delega. Es solo una dictadura aceptada.

Tomado de El Pitazo

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