(…) Yo llegué a la revolución por vía de la poesía. Tu podrías llegar (…) a la poesía por vía de la revolución. Tienes por tanto una ventaja. Pero recuerda, si es que alguna vez hubiese un motivo especial para que te alegre mi compañía en la lucha, que en algo hay que agradecérselo también a la poesía.
Roque Dalton en Tabernas y otros lugares
Pensaba cómo transmitir a los jóvenes que me acompañan en este camino de la creación artística colectiva, lo que es la entrega de un comunista, el amor por la vida. Cavilaba acerca de poder explicar la importancia de conciliar el entorno familiar con la práctica política. Tengo la certeza de que es difícil defender, amar lo que no se conoce, lo que se nos presenta en ocasiones con un sesgo amargo y tenebroso. Explicarles que la vida es hermosa en todas sus dimensiones. Que no importa cuánto haya sido el dolor que nos han infringido, que siempre vale la pena vivirla, con pasión, con toda nuestra fuerza. Es que solo podemos amar aquello que conocemos. Nosotros los comunistas luchamos por amor a la vida, y si somos mapuches, mucho más, aunque aquellos versos de Vallejo vienen en ocasiones, porfiadamente, una y otra vez a mi mente, recordando con furia aquello que no quiero recordar:
Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma…
A fin de buscar ideas acerca de esta preocupación por la formación de los jóvenes, repasé un viejo texto de Krupskaya, la compañera de Lenin, y encontré en un artículo llamado Lenin acerca de la moral comunista. En el escrito habla de los poetas de Iskra. Ella dice: “Los poetas de Iskra ridiculizaban acerbamente las supervivencias de las viejas costumbres de la servidumbre, fustigaban la depravación, el servilismo, la adulación, la doblez, el espíritu pequeñoburgués”.
En una carta a un joven escritor, ella lo anima a trabajar hombro a hombro con los mineros, seres sencillos, a fin de que observara su vida y sus costumbres. Allí, sus versos transmitirían temas vitales y encontraría cosas que le emocionarían. Más adelante, en una carta a Máximo Gorki, habla del capítulo XI del Capital, donde Marx dice: “la colectividad engendra una nueva fuerza. No es una simple adición de hombres, no es el sumando de sus fuerzas, sino una fuerza completamente nueva y muchísimo más potente”. ¡¡Esto es muy mapuche!! El newen (energía) de varios enfocados a un mismo objetivo, se potencia, convirtiéndose como en el poema de Benedetti cuando dice algo así: “te amo vida mía porque en la calle, en la lucha, codo a codo somos mucho más que dos”.
Tengo un amigo y camarada, actualmente prisionero político. Alcides Bracho es profesor de química, pero además es artista plástico y un soñador. Siempre conversábamos de Roque Dalton, el poeta del Salvador, quien dijo: “de repente me di cuenta de que yo tenía una necesidad real, una urgencia de decir un montón de cosas de mi país, de los hombres, de lo que yo pensaba (…) el instrumento que hallé a mano fue la palabra escrita bellamente”.
Alcides no escribe poemas, él pinta e interpreta las escenas de nuestro país que saltan ante sus ojos. El encontrarse en una situación de injusticia para un sujeto con conciencia social implica una responsabilidad. Alcides pintó los dolores de Venezuela, la destrucción de la naturaleza a través de la Zona Económica Especiales, como el Arco Minero del Orinoco y ahora otras diez más. Por eso está encarcelado.
Surgen las preguntas de Dalton acerca del arte, la revolución y un régimen que se dice revolucionario. ¿Es posible hablar de revolución si se siguen manteniendo concepciones unilaterales del ser humano, expresados en la pervivencia de la autonomía absoluta del arte?
Evidentemente no hay distancia entre la vida y la creación artística. Eso es una ilusión. Se trataría de una expresión de la enajenación del capitalismo. Algunos autores concluyen que una obra artística aislada no es importante. Y que ésta solo se vuelve importante cuando es apreciada desde la personalidad de su creador. También se juntan en mi mente las escenas de los maestros, educadores como Alcides que luchan encarnizadamente por sus derechos contractuales que han sido conculcados. Se han violentado los derechos consagrados en la Carta Magna y contratos colectivos. Me impactó ver cómo en Mérida, el régimen puso de barricada una gandola a fin de que los docentes no llegaran a cumplir su objetivo de llevar sus reclamos a las autoridades. Los profesores pasaron por debajo de la barricada. Con coraje y astucia están demostrando con su ejemplo a sus alumnos que hay que darle un para’o a la injusticia. Les están enseñando como vivir con dignidad. Dijo una vez el Comandante Ernesto Che Guevara: “si usted es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros…”
Quiero compartirles unas letras del poeta Miguel Hernández. Fueron enviadas desde la cárcel donde murió. Es el poeta preferido de mi amigo de vida.
Volveremos a brindar por todo lo que se pierde y se encuentra:
la libertad, las cadenas, las alegrías y ese cariño oculto
que nos arrastra a buscarnos a través de toda la tierra.