Para los habitantes de El Limón, la tragedia vivida el miércoles 9 de septiembre los tomó por sorpresa. Hizo recordar el anterior desbordamiento del río, hecho que cumplió recientemente 33 años, siendo esta tragedia una página oscura en la historia de los habitantes del municipio, ya a punto de ser borrado por el tiempo por los pocos adultos con conciencia y recuerdos de aquel fatídico evento.

Súbitamente ese miércoles, pasadas las 2 de la tarde, las furiosas aguas del Río El Limón buscaron su cauce natural. Esto se debió al alto nivel pluviométrico combinado con la debilidad de la capa vegetal de estas montañas generada por la quema indiscriminada y la poca atención de las autoridades en el asunto, lo cual destruye el ecosistema de este parque nacional.

La tragedia de El Río El Limón se convierte en un ingrediente más para el conjunto de sacrificios a los que están sometidos los mariobricenses y la mayoría de los venezolanos:  las fallas en el servicio eléctrico, el colapso del servicio agua potable, la ausencia de gas, entre otras calamidades.

Este nuevo evento evidencia la incapacidad gubernamental, la desidia y corrupción en materia de desarrollo urbano. Son diversas las opiniones expresadas en torno al tema, algunos incluso afirman lo siguiente: «culpable la población que construye y se asienta a merced de ríos «, compleja aseveración que por demás es indignante, pues la pobreza, el crecimiento poblacional desordenado y la mentira consecuente de los gobiernos, empujaron a muchos a levantar hogares en estas zonas peligrosas, que indistintamente de los riesgos, forman parte de un gran capital económico que ha dado cobijo a varias generaciones y que el río, palos y piedras gigantes convirtió en lodo escombros y basura en sólo minutos.

El calor humano incrustado en la conciencia y corazón de la población generó que vecinos y amigos se movilizarán para dar apoyo, aportaron sin egoísmo alguno todo lo que tenían a su alcance. Estas ayudas llegan a pesar del barro y escombros y los intentos de policías inescrupulosos que intentaron hacer de la tragedia un negocio, ante lo cual los mismos daminificados los hicieron salir de la zona. Agua, comida, medicina y ropa son llevadas por ciclistas, motorizados y carros a pesar de las dificultades y el costo, una clara muestra de ayuda desinteresada y de solidaridad absoluta.

Las autoridades públicas vienen atendiendo el asunto, esto es innegable; les toca, es una obligación la tarea, pero no lo cumple con la voluntad y compromiso que amerita, al punto que las víctimas continúan allí entre lodo y escombros, algunos aún inundados incluso durmiendo a la intemperie. Después de varios días no hay pronunciamiento oficial que aliente a los damnificados sobre sus destinos.  Destaca y molesta la propaganda y el desfile de los funcionarios en costosos carros acompañados de gigantes, movilizaciones policiales y de escolta. Tres días estuvieron maquillando la Plaza Bolívar y avenidas aledañas a poca distancia del sitio del desastre. Lo hicieron para recibir a autoridades, en onerosos actos proselitistas, contradictorio para el que busca redimirse y obtener apoyo.

Alumbrar todo El Limón, pintar las aceras, cortar el monte y recolectar la basura justo en los alrededores de tan dramático y doloroso evento sólo convierte a los afectados en números de votantes, ancla el dolor al chantaje como acostumbran hacerlo. Mientras, las víctimas esperan  al menos ser llevados a un refugio.

Pírricas bolsas de comida fueron entregadas a los indefensos damnificados, que en muchos casos no se pudieron consumir todo debido a la falta de gas y electricidad para cocinarlas. Algunos camiones de atención médica se desplegaron en distintos puntos. Personal de distintos organismos, uniformados con camisas y franelas que muestran las caras prepotentes de los gobernantes, era la estampa que los damnificados veían.

La campaña y la propaganda no puede faltar, pues cada tragedia en la historia de estos pillos tiene los mismos resultados: la aprobación de presupuestos pírricos para adelantar proyectos que no se desarrollan y que seguramente se los llevarán los burócratas y enchufados.

Todos estos elementos que aquí se exponen desnudan aún más el comportamiento despótico, dictatorial y represivo del régimen que a través de sus representantes y operadores políticos intentan sostener el gobierno y su poder.

Todos, absolutamente todos estos personajes representantes del régimen son partícipes de la continuidad de la tragedia el dolor y la miseria de la población. Quisiéramos incluso hablar que lo ocurrido fue un desastre natural, algo fortuito, súbito e inexplicable, pero lamentablemente tenemos que decir que es la segunda parte de una política de engaño, demagogia y corrupción.

Es la continuidad indiscutible de una política capitalista que ha enriquecido los bolsillos de los capitostes del régimen y ha empobrecido a más venezolanos.

Un evento como éste evidencia que los problemas del país son los mismos, continúan intactos, incluso, han empeorado pues creció la pobreza, el hambre y la exclusión.

Este régimen institucionalizó la miseria. La supuesta revolución y el falso socialismo sedujo muchísimas personas y su deseo de cambio profundo, muchos de los cuales consiguieron cárcel y plomo y muerte.

Ahora nos toca como pueblo organizarnos y luchar más, conquistar el cambio y reconstruir el país. Esto implica rebelarnos y construir una fuerza poderosa que rompa las cadenas y conquistemos la libertad.

LA REBELIÓN ES EL CAMINO

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