Como que si lo que hayamos visto este 2017 fuese poco, estos últimos días que despiden el año se caracterizan en Venezuela por las protestas de los sectores más populares reclamando, entre otras cosas, el pernil navideño ofrecido por la dictadura, como parte de los tantos chantajes alimentarios a los cuales el Chavismo recurre en sus show televisivos.
Muchos sienten con tristeza que las tradiciones más sencillas como los criollos platos navideños hayan llegado a ser recuerdo del pasado; otros, como es mi caso, sentimos una mezcla de rabia y de vergüenza que este tipo de capítulos tengamos que verlo como noticia del día, o lo que es peor, que seamos noticias en el mundo porque en nuestros platos navideños falta el pernil de cerdo y que además, el presidente, salga a calificar de sabotaje su importación con la clásica verborrea de Nicolás Maduro.
Para nadie es un secreto (pero es bueno recordarlo) que el chavismo por años ha perseguido todas las actividades productivas, sobre todo las actividades de la agroindustria y la producción de carnes, lácteos y productos básicos de alimentación.
Con la excusa de “precios justos”, las importaciones hicieron millonarios a muchos y el subsidio para poner precios regalados fue y es un arma de doble provecho para los personeros del Gobierno. Por un lado conquistando voluntades y simpatías en grandes poblaciones urbanas para ganar procesos electorales, y por el otro, destruyendo a toda producción de alimentos que pudieron para agrupar cada vez más a un pueblo más empobrecido y más dependiente del gobierno. Un proyecto perverso de afiliación de pobreza.
Pero estas líneas no tienen la intensión de remarcar lo que ya es sabido por todos, sino que tiene como objetivo demostrar que estamos frente a un Gobierno de incompetentes que no pueden y no saben solucionar sin traer del extranjero productos vía importación.
Ubiquemos que la población de venezolanos sigue rondando 30 millones de habitantes, que una familia promedio es de 4 personas, y que digamos un pernil alimenta esa familia en algunas de las fechas navideñas, solo una fecha (24 ó 31), que el cerdo tiene 2 patas traseras (perniles), que una cerda puede parir 8 lechones en promedio (es bajo, pero sigamos) y que por tanto, por cada lechón que vaya a ser adulto, dará 2 perniles.
¿Cuántos vientres porcinos necesitaríamos para producir perniles para la población de venezolanos?
Bien, entonces dividamos:
30millones/4 personasfamilia/2 pernilescerdo/8 lechones*parto = 468.750 cochinas madres.
Esto implica que para producir un pernil por familia promedio, necesitamos aproximadamente 470 mil cochinas madres. Y si seguimos estimando, en promedio por cada granja pueden existir unas 300 madres, entonces necesitamos unas 1.567 granjas porcinas repartidas en poco más de 900 mil kilómetros cuadrados (que es nuestro territorio). Sencillo, sin olvidar que una cerda madre buena puede tener unos 5 años productivos, y unos 2,2 a 2,3 partos al año (digamos 2 partos, para subestimar).
Entonces, ¿por qué recurrir a importaciones? La respuesta es porque nos gobiernan ineptos.
Esto nos pone en nuestras manos la evidencia que estamos frente a un gobierno de incompetentes, incapaces de la más mínima capacidad productiva y que no pueden ver más allá de las importaciones de alimentos, no solo porque hacen jugosos negocios con ello, sino porque simplemente se han depurado en un grupo político cada vez más incapaz de gobernar, pero en capacidad de ejercer el poder despóticamente.
No puede haber más vergüenza en el mundo que un país petrolero, pequeño y con poca población relativamente poca, no pueda tener una producción porcina al menos que cubra su consumo propio, en un país tropical, con clima privilegiado, con suelos de mediana a baja fertilidad (pero lo suficiente para producir) y con una población mayoritariamente joven. Esto salta al plano de la vergüenza y de la irracionalidad.
Los venezolanos no podemos seguir teniendo ineptos e incompetentes al frente de nuestra nación. Esto demuestra que no podemos dejarnos reprimir y aplastar por personas sin criterio. Debemos entonces, con inteligencia, sacar esta dictadura y ponerle fin a este fascismo que nos gobierna, que de los nazis solo aprendieron el guión de propaganda y represión, pero no su capacidad de producción que lastimosamente fue elevada.
Si no nos arrechamos, nos matarán de hambre.