No podía ser de otra manera. Ya han superado al bipartidismo, y con creces, en materia económica. Y es que llevaron al país a la crisis más grande en toda su historia del último siglo. Hambre, miseria, desnutrición infantil son sus consecuencias más relevantes. La entrega del futuro del país al imperialismo se hace más profunda. China y Rusia, los nuevos amos, que hacen serios esfuerzos por hegemonizar el mundo, clavan sus garras en el suelo patrio. El águila que hasta hace poco nos sojuzgaba no obtuvo tantas bondades de los entreguistas del turno pasado. En eso, superan también el pasado reciente.

No podía ser de otra manera, cuando ven que la presión en el estómago de las grandes mayorías anuncia una explosión popular de incalculables consecuencias, de seguro superarán a sus predecesores en materia represiva. Para darle continuidad al saqueo que vienen haciendo de las riquezas del país, muestran la saña propia para aferrarse al poder. Muy a pesar de que se disfrazan de socialistas, la respuesta es como la que le corresponde a un Estado que busca preservar la explotación y la opresión de las grandes mayorías. El desprecio de la vida humana contempla a la del soldado rendido y vencido por el poder de fuego del contrario… nada que ver con la tradición de los revolucionarios de respetar al sometido, más cuando depone sus armas para la entrega.

Faltaba competir hasta superar al bipartidismo en materia de terrorismo de Estado.

Tradición masacradora

El terrorismo de Estado no es exclusividad de esa «democracia» de los poderosos o de esa dictadura gorila. Los disfrazados de socialistas, los socialistas de palabra, pues, que hemos conocido como revisionistas, también hacen gala de este terrorismo. Por eso no les tiembla el pulso para asesinar a mansalva. Los intereses que defienden son los mismos que defendieron en su oportunidad quienes cometieron otras masacres. Con ello, enlodan circunstancialmente al socialismo como alternativa. Confiemos en que la gente ya sabrá distinguir al socialismo de esta patraña. Ya la farsa luce hipócrita y ridícula cuando hablan de socialismo. Con este episodio y la represión contra el movimiento de masas, el cercenamiento de los más elementales derechos, ponen cada vez más en evidencia que se trata de un sainete para esconder la misma naturaleza de clase.

La acción terrorista busca frenar la acción popular contra el Gobierno. Busca inhibir a todo aquél que de cualquier manera, democrática o individual o grupal, atente contra la estabilidad del orden imperante. La naturaleza del régimen es lo que motiva esa respuesta, más cuando saben que no hay pueblo que aguante una crisis de la proporción que sufrimos los venezolanos, mientras sus capitostes continúan el saqueo y lo ostentan de la manera más cínica. Eso explica que el presidente Maduro lo haya dicho de manera clara cuando afirma que eso será lo que recibirán quienes osen seguir ese camino. Esto es, la pena de muerte.

Aunque eso no ha sido un asunto exclusivo de quienes se han levantado en armas. También recibieron ese trato cientos de jóvenes en la protesta callejera armados de escudos de defensa frente a la saña represiva. La rebelión popular de 2017 guarda el mayor de los saldos fatales. Así, quienes participaron en el movimiento de masas más importante contra el régimen también fueron sujetos de ese terrorismo y aun así la gente no se achicopaló. Por el contrario, muy a pesar del asesinato de tantos jóvenes, la gente se mantuvo hasta que languideció el movimiento ante la carencia de dirección política. La idea maquiavélica de que vale todo en aras de salvar la “revolución”. ¿Habrá quienes la crean?

Pero tampoco será de otra manera la respuesta popular. A eso le temen los gobernantes déspotas.

Aunque ya resulta un tanto manido, bien vale pronunciarse y reivindicar la heroicidad de Óscar Pérez y de quienes lo acompañaban en su misma suerte. Sufriendo el terror, supieron morir con entereza frente a la acción asesina. Dejan como enseñanza que la acción heroica debe darse en medio de la más grande participación de las masas, bajo una estrategia general. Aunque en ningún caso debemos eludir la cara de la muerte frente a un Gobierno que está dispuesto a todo para mantenerse en el poder. De lo contrario, muy poco dejaremos como emblema.

La muerte temprana

Óscar Pérez nos hace recordar un episodio que resulta para muchos controversial. El de la muerte del hermano de Vladimir Ilich Ulianov. Seguramente Lenín, 4 años menor que Alexandr Ulianov, ahorcado por el despotismo zarista en 1887 por planificar una acción contra la vida del Zar Alejandro III, sufrió como corresponde. El camino del dirigente comunista, muy a pesar de este episodio doloroso, fue distinto al de su hermano. Y es que la acción individual, por muy heroica que sea, desde la perspectiva leninista, puede ser incluso contraria a la acción colectiva, a los objetivos históricos del momento en favor de los oprimidos.

El acto sublime, de entrega de la vida contra el despotismo, siempre tendemos a valorarlo positivamente y a respetarlo. Igual sucede en nuestro caso. Aun cuando creemos que será la acción de las grandes masas, contando con una dirección política acertada contra el enemigo principal, lo que garantizará el triunfo; que será el protagonismo de las masas lo que conducirá a la victoria contra el despotismo.

También se repite otra cuestión. Nicolás Maduro, como aquél Alejandro III y Nicolás II, zares de Rusia, pasará a la historia como un carnicero más. Las masacres del primero y la pena de muerte contra muchos revolucionarios, dio paso a la propia de Nicolás, cuando en 1905 se produce la célebre masacre de más de 200 trabajadores y más de mil heridos por la protesta contra el hambre y por salarios dignos. Misma respuesta, mismo despotismo. Lo de Nicolás le queda bien. Ese sacrificio de tanta gente enfrentando el zarismo dio sus frutos con la insurrección de octubre de 1917. Capítulo similar, sin duda alguna, escribiremos los venezolanos con una correcta dirección política.

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