Muera la inteligencia, viva la muerte ¡Mueran los intelectuales, viva la muerte! Una u otra, son las versiones en relación con la increpación que le hiciera el general fascista, Millán Astray a Miguel de Unamuno, cuando pronunciaba la célebre frase venceréis, pero no convenceréis. Dicha, en medio de su discurso en el paraninfo de la Universidad de Salamanca ya iniciada la sublevación de Franco en 1936.
Por segunda vez en la historia reciente este episodio es recreado. En 2016, a propósito del cambio de nombre de una calle de Madrid, se avivó la diatriba. Se revive este año, bajo el rodaje de la película de Alejandro Amenabar sobre Unamuno, Mientras dure la guerra. Episodio que da cuenta de este asunto esencial del anticomunismo.
Además, el anticomunismo erige, a partir de la síntesis que hace Ezra Pound de que “Hay que hacer nuevo lo viejo” buena parte de su estética y base filosófica. Así, su base irracional los lleva a tener que cantar al son de tambor batiente a una idea abstracta de patria, de las leyendas, de la mitología. De allí sus conexiones con las ideas filosóficas del escéptico Nietzche, particularmente la del eterno retorno. También el método discursivo. No hace falta la evidencia. Solamente presentar el axioma, el dogma o el símbolo.
Otro tanto de historia
La comuna de París, en 1871, el primer intento de la clase obrera por edificar un nuevo poder, además de ser ahogada a sangre y fuego, da paso a una ofensiva ideológica que va a encontrar en el anticomunismo, la base ideológica para enfrentar la contundencia de la aventura de los trabajadores. Poca eficacia alcanza ante el avasallante desarrollo del movimiento obrero.
Lo que los pueblos del mundo valoraron como un acto heroico del proletariado francés, las corrientes burguesas vieron en ello el más grande pecado, atentar contra el orden imperante. La muerte debía ser el castigo. Así lo hicieron. Decenas de miles de obreros son fusilados. El bajorrelieve en el muro este del cementerio parisino Père Lachaise, se erige una bella huella. Allí son fusilados 147 comuneros, dirigentes de la Comuna.
El anticomunismo toma cuerpo de manera mucho más clara desde el momento en el cual el fascismo aparece como forma de Estado, en la cual la oligarquía financiera alemana, italiana y japonesa, se enredan en la segunda gran disputa de los mercados mundiales y de las fuentes de materia prima. Respuesta, además, del triunfo bolchevique en Rusia.
El antagonismo
Así, el sentido ético y estético adquiere una dimensión u otra de acuerdo a la identificación que encontremos en cada lucha. Si nos identificamos con los intereses de los pueblos veremos en medio de la tragedia, una gran belleza. El antagonismo surge con quienes se identifican con los Pinochet y ahora Piñera.
El anticomunismo, sin embargo, no se expresa de manera tan extrema siempre. Es un pensamiento que cuenta con gradaciones. Desde las formas más desmedidas, expresadas en el fascismo, hasta las menos agresivas, aunque ponderadas, siempre virulentas. Se evidencian en las corrientes de la socialdemocracia y del pensamiento liberal en su sentido político. En cualquier caso, se busca presentar toda idea de cambio, más cuando se trata de procesos bajo influencia de los comunistas, como antinatura. Levantando, en cualquier caso, expresiones propias del irracionalismo.
Volvamos a Chile
Difícil no ver belleza en la gesta chilena. Sobre todo, por quienes protagonizan el detonante: los pingüinos. Es como recordar el emblema por antonomasia del sacrificio de Prometeo por la humanidad. La lucha iniciada en 2006, ahora se generaliza y abarca diferentes aspectos que van a la médula de la política que descarga en la gente tareas del Estado. Esto es lo que permite que la centralización de la riqueza en Chile sea de las más elevadas de la economía mundial.
El presupuesto de gastos del Estado, se dirige a satisfacer la voracidad de los grandes capitales, tanto de la producción como de la especulación. Los ingresos por la comercialización del cobre van a parar a manos de los empresarios y para nada sirven para cubrir el costo de la educación, la salud, la seguridad social y en general las condiciones de reproducción de la familia.
Por eso, el grito de los estudiantes marca la pauta que parece iniciar un cambio constitucional. Aunque se han creado condiciones que pueden conducir a cambios de mayor significación histórica. Y es que, de configurarse una dirección política capaz de aprovechar la organización de la que se viene dotando el movimiento, de asambleas por doquier, se pudiese edificar un nuevo poder democrático desde las bases de la sociedad.
Las visiones encontradas de los levantamientos populares
Con los acontecimientos sociales y políticos en Haití, Panamá, Ecuador y en Chile, la cosa se pone en el tapete de manera tal que no podemos esconder las intenciones que guardamos en relación con el futuro de Venezuela. A su vez, todas las corrientes políticas se ven atrapadas y obligadas a expresar una posición al respecto.
Todos quienes militamos en la oposición deberíamos buscar que las luchas de los pueblos por las libertades democráticas y el progreso social y material triunfen. Pero, no es el caso.
De esta circunstancia, más allá del sentido estético de cómo apreciamos la gesta, debemos propiciar que nuestra propia lucha encuentre el eco que en los pueblos del mundo ha encontrado la del pueblo chileno.
En esto pesa también, claro está, la idea que tenemos de la presión internacional. Desde las propias de las potencias imperialistas, hasta de las que se desprenden de las luchas de los pueblos como las que nos ocupan.
Y es que son diversas las reservas estratégicas. Las contradicciones entre los bloques imperialistas son importantes. Pero las medidas económicas contra el gobierno chavista producen efectos que son contradictorios y controversiales. De una parte, si algo evidencian los resultados de este tipo de medidas es que se convierten en un factor que permite al gobierno que sufre la presión, manipular para unificar en “defensa de la soberanía”. Si bien es un engaño, toda vez que la siguen pisoteando entregando las riquezas del país a los nuevos amos, les permite ganar adeptos a la defensa del régimen. Buena parte de los vacilantes pueden regresar. Otros, por no querer aparecer al lado de los estadunidenses, se neutralizan. A eso une el chavismo el discurso según el cual los nuevos socios son imperialismos distintos, que se guían por otros criterios que ayudan a preservar la soberanía.
Así, sin descuidar el uso de una u otra de las reservas estratégicas internacionales, no debemos mentir. Es más, debemos ubicar que una reserva de significación es precisamente las luchas de los pueblos hermanos buscando alcanzar objetivos similares a los nuestros. Mejores condiciones de vida. Más bienestar, desarrollo y soberanía.
El anticomunismo no busca capacidad argumentativa. Se presenta con axiomas y dogmas detrás de un discurso irracional que “no deja lugar a dudas”. Es de allí donde encontramos una de las conexiones más importantes entre el anticomunismo y el irracionalismo chavista. Disfrazarse de socialista, comunista o progresista, es lo que le permite al chavismo ganar simpatías en otros pueblos. Se hace de los símbolos y tradiciones de esta perspectiva para afianzar el engaño. También del resentimiento social y racial. De allí su esencia irracional. Por ende, también anticomunista.
Ahora bien, siendo la unidad un principio, por cierto, propio de los comunistas, no se debe perder de vista que de lo que se trata es de desalojar al chavismo del poder político. De desmantelar su estructura de poder mafioso. Eso es lo que ha motivado una unidad muy diversa. Lo que nos ha obligado a dejar a un lado los aspectos filosóficos, ideológicos y hasta programáticos, centrando el objetivo antes dicho. Entendemos, sí, que no es sencillo mantenerse ajustados a principios que resultan controversiales. Nos solidarizamos con las justas luchas de todos los pueblos, siempre ajustados a la verdad, mientras algunos de nuestros aliados ayudan al chavismo colocándolos al lado de esas luchas y alejados de la verdad.