Este Primero de Mayo de 2022, Día Internacional de los Trabajadores, encuentra a los asalariados venezolanos movilizados y en protesta. Su espíritu de lucha ha venido creciendo en la medida en que el régimen antiobrero y antipopular de Maduro ha venido negando y restringiendo todos los derechos laborales, además de violentar los derechos humanos y los postulados democráticos constitucionales.

La conquista de un salario digno, de prestaciones sociales, de pensiones de vida y de una seguridad social integral nos obliga a seguir trillando el camino de la unidad, de la solidaridad y de la hermandad de clase para vencer a este régimen antihumano que hoy rige los destinos del país. Y también a pelear por un mundo donde no haya explotación del hombre por el hombre, y así desaparecer o alejar los peligros de guerras y conflagraciones mundiales que hoy prefiguran las pugnas entre las grandes potencias imperialistas.

Un mundo mejor para los trabajadores

La extensión de las crisis económicas y sociales a casi todo el orbe anuncia como medida paliativa el aumento de la explotación de los trabajadores a escala planetaria. La caída de la cuota media de la ganancia pretende ser frenada usando la manida receta de siempre: bajos salarios e intensificación de la jornada de trabajo. Ello augura la agudización de las contradicciones de los trabajadores con el capital, lo que obligará a desarrollar una política clasista de los trabajadores en general.

Son muchas las demandas que van más allá de la cuestión salarial. Las condiciones de trabajo, la explotación infantil, la desigualdad en el trato salarial hacia la mujer, son problemas endémicos que adquieren en estos tiempos mayor relevancia a escala planetaria.

A esto se suman las nefastas consecuencias que sufren los pueblos como resultado de las guerras de rapiña por recursos, mercados y control geopolítico. La lucha por el reparto de un mundo ya repartido lleva a que el belicismo se exprese en guerras parciales que apuntan a mayores conflagraciones y abarcan cada vez a más países. La guerra de Ucrania es una expresión de ello. Pero Siria, Libia, Irak, entre otros países, también sufren por la intervención imperialista. Cada potencia busca hacerse de más amplios territorios y las riquezas del subsuelo son apetecidas como nunca.

El desarrollo desigual y la tendencia a la nivelación entre las potencias imperialistas aumentan la agresividad y las hostilidades. El bloque encabezado por China y Rusia, nuevo hegemón mundial, avanza con la fuerza arrolladora de sus mercancías competitivas en calidad y precios. Rusia frena el avance de la OTAN en torno a sus fronteras, por lo que lucha para mantener el control de los países de su periferia

El bloque estadounidense e Inglaterra buscan protegerse y reconquistar terrenos perdidos. Trata EEUU de alcanzar al bloque que lideran los chinos. Busca nivelarse, lo que los hace más agresivos, más cuando la industria bélica resume la principal fortaleza de su economía.

Los trabajadores deben atender estos asuntos bajo la óptica de su autonomía, con dirigencias capaces de comprender la complejidad que supone hacer alianzas con sectores del capital para enfrentar las tendencias fascistas en uno u otro país.

Adelantando políticas de amplia unidad para enfrentar las ofensivas antiobreras, también lo hacen para enfrentar su expresión más acabada: el fascismo. Sobre todo, en las naciones imperialistas, aunque en países débiles y atrasados también encuentran asidero al convertirse en alternativas del capital, a momentos disfrazadas de socialistas, como se expresa principalmente en Venezuela con el chavismo.

A los trabajadores del mundo en las actuales circunstancias les corresponde crear escenarios para dar cuerpo a una corriente sindical clasista, para rescatar el espíritu de lucha por un mejor mundo, libre de explotación, sin descuidar las tareas unitarias con distintos sectores, para enfrentar las corrientes más reaccionarias en favor del capital financiero internacional.

Venezolanos enfrentan una barbarie antiobrera y antisindical

En Venezuela, este Primero de Mayo presenta varios retos para todos los trabajadores. Además del rescate del salario, las prestaciones sociales y las pensiones, se une nuestra contribución principal para poner fin al poder usurpador de Maduro y su camarilla, no solo para restituir la vigencia de la Constitución y el cumplimiento de las leyes, sino para abrir caminos a la reconstrucción del país en un sentido de amplia democracia, justicia social y de rescate de nuestra soberanía.

Frente a la política chavista de destruir el sindicalismo autónomo —impulsada de diversas formas y durante muchos años— y ante la inoperancia de un sindicalismo anquilosado y vetusto, superado por el reto que le presenta esta circunstancia, es necesario levantar la bandera de revivir el sindicalismo clasista, democrático y combativo, para que en verdad represente los intereses inmediatos y futuros de los trabajadores. Un sector del sindicalismo es un apéndice de la estructura de poder chavista. Otra parte que ha resistido los embates oficialistas está fragmentada y no tiene definiciones claras ni siquiera en la lucha por salario; apenas apelan al fetichismo jurídico para levantar algunas voces en favor de los trabajadores y en contra de la dictadura y sus tropelías contra la clase. Este drama se acrecienta con la presencia de algunos engreídos dirigentes que pretenden suplantar la organización viva y actuante de las bases obreras, con poses y discursos grandilocuentes, muchas veces mediados por financiamientos nada trasparentes.

La unidad de los trabajadores para enfrentar al patrón es lo que permite alcanzar los logros planteados en cada pelea. El rescate del sindicalismo debe ir parejo a la democratización. Sin ello, no es posible su recuperación real: hay que retomar las convocatorias a asamblea, valioso escenario de participación democrática. Debe haber confianza en el desarrollo de esta política, independientemente de los obstáculos que se deben sortear, entre ellos el de la existencia de mafias sindicales. La participación directa de los trabajadores debe ser la base para la renovación de las directivas sindicales y el rescate del carácter combativo del movimiento sindical.

Todas estas acciones y prácticas deben sustentar la política de los sectores de avanzada del movimiento obrero para impulsar la unidad de clase y rescatar los sindicatos para las luchas por salarios y demás reivindicaciones inmediatas.

Es tiempo de levantar un pliego de demandas que unifique a todas las organizaciones gremiales y sindicales por salarios dignos, pensiones de vida y seguridad social integral. En la defensa de la igualdad en el trato a la mujer en el trabajo. Por el respeto de la autonomía y la libertad sindical, para lo cual debe cesar la injerencia del Estado en los asuntos internos de gremios y sindicatos. Por el respeto a la contratación colectiva bajo el principio de la progresividad e intangibilidad de los derechos laborales. Contra la explotación infantil y por el cese a la discriminación de cualquier especie en el trabajo. El rescate de una educación científica y de calidad para los hijos de los trabajadores, al igual que el derecho a una atención satisfactoria en el sistema de salud pública, también compete a gremios y sindicatos. Y la aspiración de superación profesional para los millones de jóvenes y adolescentes de los sectores populares nos obliga a acompañar las luchas de los universitarios por el respeto a la autonomía, presupuesto justo y libertad de cátedra para la consecución de la verdad, para vencer las sombras del oscurantismo y de la irracionalidad, propagados en las últimas décadas.

La lamentable situación que vive la oposición al régimen dictatorial obliga a que sean los trabajadores, junto con todo el movimiento social organizado y autónomo, quienes asuman la vanguardia para salir de la dictadura, articulando las luchas inmediatas con una estrategia que contemple el cese de la tiranía.

Además, son los trabajadores quienes pueden enarbolar un programa de desarrollo con sentido nacional y popular. Es que los trabajadores luchan por el beneficio de toda la sociedad. No buscan formar parte del reparto del botín ni quedarse con el beneficio que brinda la explotación de otros seres humanos. Es así como la alternativa frente al chavismo puede cobrar la fuerza necesaria para el triunfo, en la medida en que los trabajadores asuman el protagonismo de una propuesta alternativa basada en la implantación de una nueva democracia cuyo asiento sea la participación directa. Que atienda el desarrollo para el impulso de la diversificación del aparato productivo cuya meta sea la revolución industrial, base material para el bienestar de los trabajadores. Una política social cuyo centro sea un salario que permita crecientes mejoras en las condiciones de vida de la gente.

Sin perder de vista que el Primero de Mayo es un día de pelea para los trabajadores por sus conquistas inmediatas, su exaltación siempre ha estado ligada a las luchas por un mundo mejor. El espíritu de los mártires de Chicago de 1886 está ligado a la conquista de la jornada de 8 horas y a la lucha por una sociedad que elimine la explotación del hombre por el hombre. Objetivo histórico que sigue planteado para todos los trabajadores del mundo entero, para lo cual deben hacer valer la consigna: ¡Trabajadores del mundo, uníos!

Dirección Nacional

Caracas, 1 de mayo de 2022

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