Culmina un año lleno de las más grandes calamidades que pueda sufrir pueblo alguno. La política económica de la dictadura, de destrucción del aparato productivo, ha dado frutos. No pueden seguirse escudando en que el ataque viene de afuera. Ellos destruyeron el país, pulverizaron el salario, destruyeron la educación y la salud públicas y entregaron el país a potencias extranjeras como nunca antes.
La hiperinflación, unida a la dolarización, a quien más perjudica es a los trabajadores y empleados públicos. Buena parte de los sectores medios ha desaparecido, yendo a engrosar las filas de los pobres del país. Aun así, algunos ganan. Los jefes de las mafias del régimen, sus socios importadores y sectores vinculados a los negocios de la minería, entre otros, unido a la corrupción, ganan, mientras se entrega la soberanía nacional a los intereses del bloque imperialista liderado por China, potencia mundial que se abre paso en la lucha por la hegemonía planetaria; y Rusia, primera potencia mundial en la industria bélica.
La crisis y la política encabezada por Maduro, han cambiado la estructura económica venezolana. Este ha sido el año en que más ha desaparecido la clase obrera del país, arruinada por el desempleo y los bajos salarios, a lo que se une la desaparición del derecho a la sindicación, la libertad sindical y el derecho a huelga. Los sectores medios tienden a desaparecer. Son millones quienes se quedan sin trabajo de manera crónica. Otros más, buscan irse del país para subsistir, con todo y la pandemia. Mientras, la oligarquía se sigue nutriendo con nuevos grandes millonarios surgidos del régimen y de quienes a él se asocian.
La pandemia ha sido un elemento que ha profundizado la crisis general que vive Venezuela. Nadie cree en las cifras gubernamentales. Los efectos perniciosos de la enfermedad profundizan los de la desnutrición y las menguadas condiciones de vida.
Para colmo, en la crisis de la gasolina no se observa ningún avance hacia una salida, que no sea seguir pagando, quién sabe cuánto, a sus socios iraníes por transportar el producto desde tierras tan lejanas.
Culmina así un año de desgracias, pero se inicia otro que puede convertirse en el escenario en que se escriban las páginas del derrumbe de la dictadura y el levantamiento general de la gente por un nuevo destino. Lo descrito líneas atrás resumen las condiciones que nos obligan a levantarnos en la lucha contra los opresores y por un mundo mejor.
Pero sin dirección política y estrategia única, esta circunstancia puede ser desaprovechada. Es por eso que la unidad de la oposición democrática debe fraguar las condiciones que permitan un escenario genuinamente democrático, del cual surja una dirección política capaz de ponerse al frente de la aspiración soberana de conquistar la democracia, el desarrollo y el bienestar.
Saludamos lo contemplado en la reforma realizada por la Asamblea Nacional de prorrogar el interinato de Juan Guaidó en la presidencia interina de la República. Es una decisión que le da continuidad al mandato ciudadano de restablecer la vigencia de la Constitución de la República y mantiene firme un espacio conquistado, de repercusiones internacionales importantes, que debe ser afianzado como mecanismo que nos unifique y profundice la deslegitimación de Maduro. La exitosa Consulta Popular realizada el 12 de diciembre, afianza este mandato y lo hace vinculante para todos los diputados.
Aun así, se deben dar pasos acelerados para una estructuración unitaria que supere positivamente las experiencias hasta ahora dadas. La unidad de todos los factores políticos puede darse si prevalece la amplitud y, sobre todo, la convicción de que debemos sumar fuerzas de manera sólida a la tarea de salir de la dictadura. Ese debe ser el principio supremo que nos guíe a la hora de trabajar por la unidad.
Dentro de la reforma del Estatuto de la Transición se crea un Consejo Político que bien puede contribuir a las perspectivas de la Asamblea Nacional. Eso lo saludamos. Pero en términos estratégicos, de lo que se trata es de la creación de una dirección política que asuma de manera temprana las tareas para la salida de la dictadura. El pueblo ya no espera más.
La primera tarea de esta nueva unidad debe establecer una ruta precisa para el derrocamiento del régimen. Que ubique que debemos unirnos en torno del camino constitucional, haciendo valer el principio universal del derecho a la rebelión de los pueblos, constitucionalmente establecido, sin descuidar ninguna forma de lucha con pertinencia. Afianzar la ruta constitucional implica, asimismo, ejercer lo contemplado en los artículos 5 y 70, en los que se establece que la soberanía del pueblo se edifica en Asambleas de Ciudadanos en todo el país, cuyas decisiones, siendo de carácter vinculante, conduzcan finalmente a la organización de una poderosa fuerza social capaz de acometer las tareas del levantamiento contra la dictadura.
El levantamiento implica tener la capacidad para articular todas las luchas hasta dirigirlas contra el objetivo principal. Las luchas concretas de la gente por el rescate del salario, por la defensa de sus derechos, contra la represión, por la libertad de los presos políticos, son luchas que se inscriben en el camino rebelde. No deben ser abandonadas las consignas concretas, incluso de cada sector en particular, pero todas deben estar articuladas en el camino estratégico trazado.
De igual manera, para avivar entusiasmo y simpatía en la gente, es necesario levantar un programa de reconstrucción nacional que priorice la atención de las condiciones de vida de todos. Que brinde la confianza en que, con un Gobierno alternativo, en primer lugar, se atenderán las demandas de los trabajadores, de los sectores medios de la sociedad, la edificación de un nuevo sistema de salud, educación, entre otros. Acordar estas cosas puede significar una mejor respuesta de los venezolanos cada vez que se le asigna una iniciativa como la de la Consulta Popular contra la dictadura.
Además, debemos definir que la dirección de la nueva sociedad se compromete a luchar contra la corrupción en todas sus manifestaciones. Que buscará entronizar una nueva ética en la que se priorizará el interés nacional y el servicio público, por encima de apetencias particulares.
Damos hoy la despedida a un año en que, a pesar de la represión, el crecimiento de la pobreza, el aislamiento producto de la pandemia y la crisis de la gasolina, se mantuvo la pelea contra la dictadura. Demos la bienvenida a un nuevo año en el que el desespero de la gente por salir de esta pesadilla, contribuirá con una nueva oportunidad de ver un amanecer en el que dejemos finalmente atrás la larga noche de dictadura chavista.
¡Viva el pueblo venezolano!
¡Vivan los trabajadores!
¡Unidad y rebelión hasta la victoria!
Comité Político Nacional
Partido Bandera Roja (resistencia)
Fuera este yugo chavo/madurista…una Dictadura que ha destrozado a este país. Para dar un ejemplo: Caracas en los años 70′ s era la cuidad muy prospera del mundo
después de New York.
Rebelión ya.