Es obligado rememorarlo. Se trata del inicio de un episodio histórico de una trascendencia que supera en mucho lo nacional. Marca la largada de la segunda gran guerra. En España, el extremo sufrimiento del pueblo producto de la guerra no solamente brota de este período de cerca de tres años, sino que va a manar durante décadas, bajo el sanguinario régimen franquista.

Francisco Franco, coaligado con los más reaccionarios jefes del ejército, da un golpe de Estado, que si bien no cristaliza marca el comienzo del cruento conflicto. Estimulan y apoyan el zarpazo y el desarrollo de la guerra sectores conservadores de la sociedad española. Los grandes terratenientes. Sectores industriales que monopolizan diversas ramas de la economía. La gran banca. La alta jerarquía de la Iglesia católica. Los militares conservadores, recibiendo el apoyo y beneplácito de los Estados fascistas de entonces, adelantan la aventura.

La Segunda República (SR) se inicia con el gobierno provisional que dura de abril a diciembre de 1931, durante el cual se aprueba la Constitución y se inician las reformas. Luego, en el primer bienio (1931-1933), bajo la coalición republicano-socialista presidida por Manuel Azaña, se avanza aún más. En el segundo bienio (1933-1935), radical-cedista, se buscó cercenar algunos de los alcances. En este período gobernó la derecha, con el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux, apoyado en el parlamento por la derecha católica de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). En este período aparece Franco como el gran represor de la insurrección anarquista y socialista de 1934 en Asturias. La tercera etapa nace con el triunfo del Frente Popular en las elecciones generales de 1936.

Las reformas de la Segunda República

Las reformas en desarrollo durante la SR difícilmente iban a ser aceptadas por la reacción. Ése es el motivo principal del conflicto bélico. Es que las libertades políticas alcanzan pleno reconocimiento. Se establece un sistema de gobierno democrático y parlamentario, basado en la libertad ideológica y de pensamiento. Se le brinda el derecho al voto a las mujeres. Igualdad absoluta ante la ley en educación y trabajo. Esto es, igualdad humana, de sexo, raza o por riquezas. Se eliminó la censura en los medios de comunicación y se estableció la libertad de expresión plena.

En lo económico, la Reforma Agraria fue el proyecto de mayor envergadura. Ubiquemos que alrededor de 50 % del producto interno bruto (PIB) descansaba en la agricultura. Más de la mitad de la población estaba ubicada en este sector. Además de dar cuenta de la propiedad sobre la tierra, buscó mejorar las condiciones de vida de los campesinos pobres.

Se implantó la jornada de ocho horas y salario mínimo. El trabajo fue definido como una obligación social. Se avanzó hacia la gratuidad de la salud. Aunque no se alcanzó el objetivo, se fueron sentando bases en esa dirección.

En materia de educación, se implanta la escuela mixta, laica y obligatoria. En el primer bienio se construyeron 10.000 escuelas. Se impulsó la alfabetización en las zonas rurales, realizada por las Misiones Pedagógicas, que se encargaron de la edificación de bibliotecas, centros culturales, coros y teatros. La cifra de escolarización dio un salto cualitativo. Referido a la población femenina, se alcanza la tasa más alta de escolarización jamás conseguida con 66,4 % de niñas en 1934. La incorporación de las mujeres al sistema educativo estimuló su emancipación económica.

La reforma religiosa establece que España es un Estado laico, por lo que ninguna religión es asumida como oficial. Junto a ello, se legaliza el matrimonio civil y el divorcio. De allí, la separación de la Iglesia y el Estado, junto a la libertad de conciencia y culto. Además se reglamenta el derecho al aborto.

Sin dudas, este proceso de reformas iba a ser profundizado con el triunfo del Frente Popular (FP) en 1936. Esta unidad frentista se alcanza con base en las resoluciones del “VII Congreso de la III Internacional celebrado en Moscú en el verano de 1935, donde Stalin había lanzado la nueva consigna de formar «frentes antifascistas»”. De allí se impulsa una política de alcance internacional. Es así como la creación de los frentes populares cobra eficacia no solamente en España, también en Francia triunfa el FP. Algo de eso vivimos en la Venezuela de hoy que, frente a la dictadura chavista de Maduro, se amplía el abanico de alianzas para superarlo.

El golpe de Estado de julio de 1936

Ante ese triunfo electoral, Franco y sus secuaces reaccionan como fieras heridas. Y logran revertir ese proceso implantando una dictadura criminal de claros rasgos fascistas. Se hunde España en la oscurana del siglo, convirtiéndose en uno de los países más atrasados de Europa. Contaron los franquistas con el apoyo de Hitler, Mussolini y el portugués Oliveira Salazar. Experimentan nuevas estrategias y equipos militares con la sangre del pueblo español, quedando Guernica como emblema plasmado en el lienzo por el gran pintor comunista Pablo Picasso.

Los “nacionales” de Franco —como se hacían llamar— fueron diezmando la resistencia. Un armamento más avanzado; más de 40 mil tropas italianas; varios miles enviados por el dictador Salazar; 12.000 efectivos de las fuerzas africanas; aviones militares de la fuerza aérea nazi (principalmente la Legión Cóndor) e italiana; un ejército disciplinado y férreamente unificado en torno de la figura del “Caudillo”, hicieron la diferencia. Triunfa la barbarie sobre el progreso y se inicia la larga noche franquista.

En medio de la disputa imperialista, estadounidenses e ingleses están atentos a la ofensiva alemana, italiana y japonesa. Sin embargo, también están a la expectativa en relación con el avance del socialismo. España, en ese sentido, representa un albur. En caso de que triunfen los republicanos sobre los fascistas, las perspectivas de que se instaure el socialismo son muy grandes, dada la influencia creciente del PCE y del PSOE, así como de otras fuerzas de izquierda, entre las que destacan los militantes de la Federación Anarquista Ibérica. Con todo y que se trata de un gobierno legítimo el que se edifica en febrero del 36, las grandes potencias imperialistas rivales del eje prefieren lavarse las manos y esperar por el triunfo franquista. A eso temen menos que a los comunistas. Piensan que luego podrán dar cuenta de ello. De allí la política de no intervención que asumen, haciéndose los desentendidos.

Sin embargo, en el ínterin, la solidaridad de la Unión Soviética y de las brigadas internacionales permitieron una mayor resistencia al fascismo. Se prolonga la guerra durante casi tres años. La URSS aportó carros de combate, tanques de guerra, aviones de combate y aviadores y asesores militares. Muy a pesar de estar conscientes de que de seguidas vendrían los nazis contra ellos. Además, alrededor de 35 mil internacionalistas, en las brigadas o dentro del ejército de la República, combatieron por la causa legítima del progreso. Se calcula que murieron en combate alrededor de 10 mil. En su honor Miguel Hernández escribió: “Si hay hombres que contienen un alma sin fronteras,/ una esparcida frente de mundiales cabellos,/ cubierta de horizontes, barcos y cordilleras,/ con arena y con nieve, tú eres uno de aquéllos…”.

Con todo, pese a la guerra, se avanza en tareas propias de la nueva democracia. De allí la participación popular en su expresión más amplia y comprometida.

Las dos Españas

Hay una cuestión muy española que es digna de ser señalada. Esa pasión que luce el pueblo español, como resultado de un mestizaje concreto, en la guerra civil se va a expresar, en mayor o menor medida, de lado y lado. Eso sí lo podemos afirmar. Esa pasión llevó a actos heroicos tanto a republicanos como a falangistas y fascistas, en el sentido del héroe de la mitología griega, esto es, sea cual sea el principio que lo guía. Pero, en su sentido humano, ese acto heroico —que es resultado de una acción magnífica por la causa humana—, sin duda alguna, siempre estuvo del lado de los republicanos. Es que enarbolaban las banderas del progreso, la cultura, el desarrollo, el bienestar, la igualdad y la democracia. Los fascistas y falangistas enarbolaban las banderas de la oscurana, la muerte, la represión y el atraso. Por lo que el acto heroico y sublime por antonomasia de esta guerra, plasmado en la foto Muerte de un miliciano de Robert Capa, es de un republicano, representando la noble entrega por la humanidad.

Pero también, llenas de pasión, se van a manifestar las grandes contradicciones internas del lado republicano. La errónea política de sectores anarquistas contra eclesiásticos, y en general contra la Iglesia, restaba simpatías hacia la causa republicana. Pero lo más grave fue la incidencia negativa en la unidad del mando del ejército popular. Sin dudas, su gran debilidad frente a la más férrea unidad del oscurantismo fascista en torno a Franco.

La jerarquía católica, por su parte, que asume al Dios de la biblia, va a apoyar a Franco. Aporta dinero a su causa. Es la que va a santiguar o bendecir los fusilamiento. Es que interpretan al Altísimo como señala Saramago, según el cual: “… el Dios de la biblia no es de fiar, es mala persona y vengativo”. Es ése el Dios que guía a esa iglesia franquista. En el cine español, principalmente en La voz dormida y en Las trece rosas, van a ser tan magníficamente interpretadas las personalidades que la representan, tanto que esa religiosidad termina siendo aborrecida. Es que fue brutal su papel en la represión contra los republicanos españoles, sobre todo en las cárceles.

Pero no todos los religiosos se inscriben en esta corriente dominante, que asumió la guerra como una cruzada. “Los católicos con Cristo sarraceno” se ponen del lado republicano. Esa curia que criticaba la riqueza de la Iglesia —frente a su percepción de que “Jesucristo siempre estuvo del lado de los humildes y combatió con rudeza a los que hacían de los templos lonja de contratación”— se puso del lado republicano. Dándole continuidad a esa postura, ya en la década de los 60 los denominarían los curas “rojos” u “obreros”, que también han estado presentes en las luchas libertarias latinoamericanas.

Por su parte, ese odioso “análisis” que hacen los neutrales —los tibios que vomita Dios, que parecen buscar la paz en el equilibrio frente a unos y otros— termina favoreciendo a los fachos. Pero lo que no pueden igualar es que la herencia cultural más elevada que este dramático episodio deja, en la poesía, la literatura, la música, la pintura y todas las manifestaciones artísticas, está de manera clara del lado republicano.

El II Congreso Internacional de Intelectuales para la Defensa de la Cultura, celebrado en Valencia en julio de 1937, va a reunir la pléyade planetaria del humanismo. Miguel Hernández, César Vallejo, Pablo Neruda, Octavio Paz, Andre Malraux, Carlos Pi Suñer, Rafael Alberti, Alejo Carpentier, Antonio Machado, Nicolás Guillén, Bertold Brecht, entre muchos otros, van a expresar su solidaridad con la causa republicana y el Frente Popular y su oposición al fascismo.

Queda eternamente la poesía de Miguel Hernández, de Antonio Machado, García Lorca, Rafael Alberti; el Guernica de Picasso deja una huella imborrable de la barbarie. Es que lo humano, lo más elevado de su espíritu, estaba del lado republicano. La oscuridad, la barbarie, el atraso, estaban del lado del franquismo y de quienes, como personas o instituciones, lo apuntalaron.

Es que la guadaña franco-fascista no acabó con la capacidad de sublimación por la causa republicana. La insufla. Dejar testimonios artísticos se convierte en una necesidad de nutrir la memoria histórica y hacer valer lo que no logra la política. En 1940 a Ernest Hemingway le publican su célebre obra Por quién doblan las campanas. La literatura de Almudena Grandes, en el presente siglo, ha hecho una buena labor de rescatar el período posterior a la guerra civil y también recrear la heroicidad republicana y la oscurana franquista.

En Venezuela se vive una situación algo similar. La dictadura chavista, que se presenta como de izquierda, fuerza a la más amplia unidad, vistos sus rasgos fascistas. Por lo que también estamos obligados a recrear una cultura de progreso, de democracia, de humanidad, emulando ese espíritu republicano español. Así como lo positivo de la cultura y el arte se colocó del lado republicano, desde la oposición democrática se deben cultivar las artes, todas, con ese sentido. Es tan amplio el espectro que se nos presenta que, al hacerlo, estaremos creando una fuerza fundamental para enfrentar las luchas que se avecinan en terrenos nada correspondientes con lo sublime en su sentido de paz.

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