Una nueva masacre —más bien, la continuación de un genocidio— comete Israel contra el pueblo palestino. Alrededor de doscientas cincuenta muertes, más de 60 niños, producen los misiles, la artillería y ataques aéreos contra la franja de Gaza. Una de las zonas más densamente pobladas del planeta, donde son confinados muchos de los desplazados por el ejército israelita para dar espacio a los colonos judíos impuestos manu militari por el Estado sionista.

Este nuevo conflicto se inició el 6 de mayo de 2021, luego de enfrentamientos entre manifestantes palestinos y la policía israelí, por una sentencia de la Corte Suprema de Israel sobre los desalojos de seis familias palestinas​ de Sheij Yarrah. Evento que coincidió con las festividades de Laylat al-Qadr y el Día de Jerusalén.

Al parecer, por supuestos dictados del creador, estas tierras les pertenecen a los judíos, sin importar la humanidad de un pueblo que desde miles de años atrás también las habita. El conflicto, entonces, es milenario. El comercio entre el Este y el Oeste, unos dos mil años atrás, encontró en este territorio un punto de tránsito obligado.

Es que las tierras de Jerusalén y zonas aledañas resumen un espacio que ha contado con una importancia estratégica desde que existe comercio entre oriente y occidente. En la modernidad, el canal de Suez, desde 1956, aumenta aún más su importancia económica. Actualmente por allí transita alrededor de 12 % de las mercaderías del mundo, que incluye cerca de 3 % del petróleo mundial. El solo canal es suficiente motivo para buscar el control de la región por parte de los Estados imperialistas.

Las “historias” bíblicas

Parece que el nacimiento de Jesús de Nazaret en estas tierras tiene algo que ver con eso. La mitología cuenta con un buen basamento económico. Fue excusa, lo de la tierra santa, para que el papado de la época junto con buena parte de la nobleza europea, en el siglo XI, se dispusiera a realizar ocho cruzadas para conquistar las tierras sagradas. Pero lo endeble del argumento religioso quedó evidenciado, en la medida en que se apreciaban los negocios que se hacían en cada una de estas aventuras. A la postre, algo aprendieron los europeos de los árabes. Y no solamente se trató de las buenas maneras y algo de aseo personal, también se nutrieron del flujo de los conocimientos más avanzados de estos tiempos en medicina, matemáticas, astronomía, agronomía… Musulmanes y judíos en esos y otros asuntos eran más avanzados. Los europeos dejaron algo también.

Pero no eran los judíos los protagonistas en estos eventos. Algunos salieron muy beneficiados por los negocios que hicieron en Génova y otros puertos de Italia, apoyados en la interpretación de la Torá que les da el permiso. Sin embargo, los cruzados no perdieron oportunidad de hacer las matanzas de rigor de judíos en distintas ciudades conquistadas de Europa oriental o del mundo árabe.

Aquello de que eran los culpables de la muerte de Cristo, apenas en la década de los 60 del siglo pasado, fue quitado de la mitología por sentencia del Vaticano. Otra metáfora malinterpretada: el Concilio Vaticano II (1962-1965) retiró las acusaciones de deicidio contra los judíos. Más recién, el papa Benedicto XVI presenta una exoneración más clara, un poco tarde, por cierto.

En general, parece que los dioses del monoteísmo hubiesen escogido estas tierras para enfrentarse, aunque en realidad provienen del mismo dios judío: Yahvé. Por lo que, más bien, las personalidades brindadas por cada religión al mismo dios vieron en estas tierras conflictos irreconciliables.

Tanto es así que —desde la aparición del cristianismo y luego del Islam— Jerusalén ha sido impuesta como capital de Israel hoy día por el Estado sionista, siendo una región tan árida como apetecida. Esta ciudad encuentra en su urbe espacios sagrados de gran connotación para cada una de esas religiones. Para los cristianos, la iglesia del Santo Sepulcro resume importancia porque allí, se supone, fue sepultado Jesús y por ende allí resucitó. La mezquita de Al-Aqsa no es menos importante para los musulmanes y junto con la Cúpula de la Roca, desde donde Mahoma ascendió a los cielos, resumen el tercer lugar más sagrado para los mahometanos. El Muro de los Lamentos —donde se encuentra, según los judíos, la roca fundacional con la cual el mundo fue creado y donde Abraham se preparó para sacrificar a su hijo— no es poca cosa.

Pero el dios hebreo ha encontrado más fortalezas. Por lo que el Muro de los Lamentos se erige como un símbolo por encima del cual no vale otro. No es para menos… de allí hubo de nacer el mundo.

El Estado de Israel

La historia no es tan vieja como la del Muro de los Lamentos, pues el sionismo nace a finales del siglo XIX. Su idea principal en estos inicios es reivindicar la condición de pueblo de los judíos, que demandan de un territorio para la formación de un Estado. De allí la diferenciación que se hace de las demás religiones monoteístas dispersas en distintas naciones y países. Esto es, la religión católica y la musulmana, se realizan en distintos Estados. Mientras que para los sionistas primigenios la religión judía, no contando con un asiento nacional, demanda de unas tierras para asentarse. Pensaron en Argentina y Rusia. Pero no, el sionismo, al partir de que los judíos eran básicamente un grupo nacional y no un grupo religioso, defienden el derecho que tenían a crear su propio Estado en su territorio histórico. De allí que ese Estado debía asentarse en las regiones de Palestina, en las que ya venían adquiriendo terrenos de manera privada.

Ciertamente, la formación del Estado de Israel contó con el beneplácito de varias naciones. La Unión Soviética, en tiempos de Stalin, realizó un proyecto de nación hebrea, puesto en marcha desde 1928: la República Autónoma Hebrea. Aunque devino en fracaso, esta actitud refleja que en la cuna del socialismo existía la preocupación por buscar una solución a la difícil circunstancia del pueblo judío.

Pero el sionismo deriva en un pensamiento irracional mesiánico y en esa dirección tuvo su desarrollo. Una cosa son las ideas que prevalecen en sus inicios y otra en lo que devino en estos tiempos, cuando es sinónimo de fascismo mesiánico que desprecia al palestino al punto de que busca borrarlo como pueblo y mucho más como Estado independiente. Por ello, a la postre, consolidado ya el Estado israelita, el sionismo va a adquirir una nueva connotación: convertirse en una ideología terrófaga.

Parece que por mandato de dios las doce tribus de Israel están destinadas a poseer estas tierras y más. De allí el carácter predestinado de los judíos en estos territorios. Los nazis se demandaban como raza superior. Pero estas potencias fetichistas basadas en la predestinación apenas se asoman en la mitología germana. En la judía, la cosa luce más clara.

No contentos los israelitas con el territorio que les brindan las potencias mundiales de la época, recurren desde hace un tiempo a la limpieza étnica para hacerse de más territorios. Los palestinos apenas cuentan con un mínimo de su territorio original. Han sido expulsados por el Estado judío y arrinconados en la franja de Gaza alrededor de dos millones, ahora los bombardean sin contemplación.

Algo totalmente contrario a la idea de dos Estados, Israel y La Palestina, tiene asidero desde mucho antes de la formación del Estado de Israel. Cuestión que en la práctica no es aceptada por el Estado de Israel.

Toda la maldad y crueldad contra el pueblo judío, que la sufrieron durante siglos, ahora la vuelca el Estado de Israel contra los palestinos. De víctimas pasaron a ser victimarios. Es una larga historia. Algunos buscan explicación de esta política genocida en ese resentimiento que se nutrió durante siglos, cuando se arrincona esta cultura.

Un tanto paradójica la cosa, estando limitada la propiedad de tierras en buena parte de Europa y en el mundo islámico, a los judíos no les quedó de otra que dedicarse al comercio, la usura, las artes, la artesanía y las ciencias. Lo que explica en buena medida que se hayan destacado a lo largo de los siglos en esas esferas. Shakespeare plasma de manera clara ese espíritu de usura en El Mercader de Venecia. Aunque son diversas las áreas en las cuales se destacan, al punto de que son varios los premios Nobel en distintas disciplinas. O grandes pensadores y científicos como David Ricardo, uno de los padres de la ciencia económica.

Israel y el imperialismo estadounidense

A la postre, Israel se convierte en el más fiel representante del imperialismo estadounidense en la región. Lo que explica —independientemente de quien more en la Casa Blanca, sea republicano o demócrata— la naturaleza de las relaciones entre ambas potencias nucleares, cuestión que se refleja en las coincidencias absolutas en las votaciones en la ONU y en la política concertada en cada circunstancia internacional, aun cuando se trate de aberraciones difícil de ser acompañadas, que no sea con base en la unidad de criterios respecto de asuntos estratégicos muy bien labrados. Esto es así, casi desde el mismo momento en que se consolida el Estado de Israel.

Por el enorme respaldo que le brinda EE. UU., esta estrechísima relación le permite a Israel tener carta blanca para actuar contra los palestinos y el pueblo árabe. Lo que explica las cínicas declaraciones de Benjamin Netanyahu frente a la masacre de Gaza en pleno desarrollo afirmando que se trataba de una acción disuasiva. Por lo que, no solamente han desplazado a los palestinos, sino que también conservan buena parte de los altos del Golán. Es que resulta muy cara la misión de Israel en favor de los estadounidenses.

Su maquinaria bélica neutraliza a Egipto que teme cualquier acción que paralice el flujo en el canal de Suez. Ubiquemos que solamente media la península del Sinaí entre la frontera israelí y el canal. La guerra de los seis días lo paralizó por 8 años. De allí que los egipcios prefieren darle la espalda al pueblo palestino que tener cualquier roce con Israel.

Estas reseñas contextualizan, en cierta medida, la más reciente masacre contra el pueblo palestino. Como respuesta a las protestas palestinas, matan a mas de doscientas personas, entre ellas mujeres y niños. Es una ofensiva permanente para desarraigar lo que queda de población palestina. La diferencia en el poder de fuego hace que los israelitas se presentan como una poderosa fuerza contra un pueblo indefenso. Caben algunas de las metáforas de la Torá, como la de David y Goliat. De cumplirse, siendo David el pueblo palestino, quiera algunos de los dioses que se repita el epílogo y caiga el gigante sionista a los pies de la débil Palestina.

La circunstancia que se vive en este episodio histórico, por lo controversial como se presenta, nos recuerda la opinión de muchos “neutrales” que, cuando hablan acerca de la guerra civil española y el período franquista, afirman que ambos bandos asesinaron gente. Claro, la diferencia es que los fascistas se llevaron a más de medio millón al otro barrio, teniendo en el paredón el soporte para su último aliento.

Seguro que son muchos los judíos contrarios a este genocidio contra el pueblo palestino. Dentro y fuera de Israel, son muchos los judíos que brindan su solidaridad al pueblo palestino. La diversidad política y el juicio en relación con los crímenes terroristas del Estado de Israel contra el pueblo palestino, están presentes dentro y fuera de Israel. Pero una herencia histórica nos hace pensar que son muchos los que se inclinan en favor de la causa palestina. Entre finales del siglo XIX y mediados del siglo pasado, y aun hoy, muchos socialistas y comunistas provenientes del judaísmo, o del pueblo judío, nutrieron la causa de los trabajadores. Fueron identificados muchas veces como sinónimo de socialismo. Los bundistas, del término yidis bund, unión, representaban una corriente dentro del partido socialdemócrata ruso. Así, la Unión General de Trabajadores Judíos, siendo antisionista, buscaba también el reconocimiento como nación. Fueron muchos los bolcheviques que provenían de esta corriente.

Con todo y el carácter irracional que nutre un sector del judaísmo al sionismo, a partir del sentido mítico de su predestinación, existen divergencias importantes dentro de las comunidades judías. Seguro que los sectores más avanzados y progresistas estarán condenando estos hechos y todos los actos terroristas y de purificación de la raza por parte de los israelitas. Estarán inscritos en la idea de dos Estados. De que Jerusalén debe ser respetada en su condición de ciudad internacional.

Condenar este nuevo genocidio y solidarizarnos con el pueblo palestino, representa una expresión de humanidad en un mundo que ha luchado a muerte contra esos irracionalismos que buscan sembrar el odio, escondidos en un afecto desorbitado de preservación de fetiches de predestinación y superioridad.

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