¡Todos contra Kornilov sin apoyar a Kerenski! Esa fue una consigna acuñada por Lenin, que resumió la política adoptada por los bolcheviques en uno de los episodios más controvertidos durante el año 1917 en la Rusia revolucionaria. Kornilov, un general zarista da un intento de golpe de Estado contra el Gobierno provisional de Kerenski, que motiva una identidad con los bolcheviques en el objetivo inmediato a superar. Los sóviet, en pugna por el poder con la constituyente, recién electa, no debían apoyar a Kerenski. Pero sí evitar el ascenso de Kornilov. Cosas de la política.

En Venezuela vivimos un tiempo en el cual esta consigna cobra vida. Guardando las distancias y las determinaciones, vivimos tiempos en los que este tipo de situaciones saltan a la luz. Independientemente de la orientación ideológica o política, de los intereses de clase concretos de quienes la ejercen, todos debemos reconocer que se trata de una política, en su oportunidad, que permitió derrotar el intento de golpe de Estado y, a su vez, avanzar hacia la revolución.

Cierto, independientemente de la voluntad, los opositores estamos coincidiendo con el imperialismo estadounidense. Eso no resulta agradable. No se trata de un acuerdo o compromiso alguno. Si ubicamos su trayectoria, el estadounidense ha dejado una huella imborrable que resulta difícil dejar a un lado. Su rapacidad ha sido harto demostrada en las últimas décadas. Pero coincidimos.

Claro, hay quienes sí ven en la intervención la salida al estado de cosas. A esos no nos referimos. Son muchos venezolanos, gente sencilla y factores políticos, que aspiran la llegada gringa. Factores que, desde siempre, son proclives al sojuzgamiento del país a la plana gringa. De allí su afectividad.

Es una tontería pretender esconder este asunto que ya es público y notorio. Tanto como fue público en su oportunidad la espera de Stalin y los soviéticos para que el imperialismo inglés y estadounidense abrieran el segundo frente del este contra la Alemania nazi. Aspiración que por cierto no fue cubierta, ya que esperaban ansiosamente, ingleses y yanquis, que los germanos llegaran a Moscú y derrotaran al comunismo. Siendo comunistas, antiimperialistas, tenían una aspiración superior, unir fuerzas contra el nazifascismo. No es idéntico en nuestro caso, pero algo de eso hay.

Pero sí hemos de referirnos a quienes desde siempre han combatido al imperialismo en todas sus expresiones y se ven atrapados en esta circunstancia en la cual la presión internacional, específicamente estadounidense, parecen convertirse en la determinación principal en el eventual derrumbe del chavismo. Cuestión que causa un sabor extraño. Nada agradable, pero la cosa luce una impronta imborrable. Es un hecho objetivo y hay que atenderlo de manera concreta.

Así, se trata de un momento político muy complejo. Una de las determinaciones que configura la complejidad es, sin dudas, esta cuestión, las contradicciones imperialistas mediante y sus efectos en Venezuela. El asunto es, de cara a la política y el objetivo de salir del régimen, si debemos dejar a un lado la caracterización y rasgos del imperialismo ya que en estos momentos marchan en la dirección de derrocar a Maduro.

Una vez más debemos reiterar que la confianza y las coincidencias obedecen a condiciones históricas. No a deseos y apreciaciones subjetivas. Decir las cosas en relación con el imperialismo no los va frenar. Tampoco va a inhibir a la gente, a las masas, a seguir luchando contra Maduro. Puede renuclear a algún chavista desprevenido en torno del moribundo régimen. Pero la tendencia se ha hecho dominante y parecen no tener fuerza para detener los actos de ejercicio del poder por parte del tinglado que se viene montando.

Esta coincidencia, sin embargo, supone un debilitamiento tal del régimen que es necesario atenderlo desde los intereses del pueblo venezolano, de sus condiciones de vida y de las perspectivas. De la imperiosa necesidad de superar un estado de cosas que profundiza la pobreza y destruye la economía. No se trata, por tanto, de salir del régimen y que las cosas por venir sean peores. Cosa que anunció un destacado economista propagador del plan país, al afirmar, palabras más, palabras menos, que debemos prepararnos para cosas peores después de la salida de Maduro. Además, un contenido principalísimo del plan país supone un rescate cuyo parangón no puede ser otro que el de la Grecia de la Unión Europea.

Una vez más acerca de cuestiones concretas del imperialismo

Recordemos el riesgo. El imperialismo en general, el imperialismo estadounidense en particular, sigue contando con las mismas tendencias. Se afianza en las actuales circunstancias la tendencia a la confrontación por mercados y materias primas baratas. Sin dejar de negociar y articularse a los capitales de otros imperialismos, se agudizan las contradicciones interimperialistas. La rapacidad es directamente proporcional a la pérdida de competitividad. Condición del lado estadounidense, principalmente.

Así, no debemos engañarnos. Estados Unidos es el imperialismo más agresivo en estas circunstancias. Tampoco eso obedece a la personalidad de Trump. No es el resultado de una personalidad o de un factor político específico. Recordemos que Obama resultaba más potable. Por negro y por demócrata, fueron muchos quienes se hicieron ilusiones esperando una respuesta más humana a la circunstancia mundial. Sin embargo, es larga la lista de atropellos y actos genocidas durante este período. Obedeció a los mismos intereses. El Estado de la Unión como el capitalista total ideal.

Es por eso que, el hecho de que en las actuales circunstancias sean la determinación más eficaz en la lucha contra la dictadura, no significa que su realización y desarrollo no tenga nuevas vertientes. Por eso debe ser visto en su desarrollo. Esto es, la dictadura ciertamente está acorralada. Está a punto de derrumbarse. Pero eso no significa que la presión se acaba tras el derrumbe. Luego vendrá la propia para asegurar un nuevo traspaso.

La mayor fuerza capaz de frenar esta aspiración imperialista y darles un rumbo nacional y popular a las nuevas perspectivas es la fuerza de las masas, la organización popular y el ejercicio de una democracia de nuevo tipo. Mientras, debemos jugarnos la apuesta para que la presión internacional, entendida en su forma antes dicha, siga su curso.

Y es que las cosas no debemos verlas de manera metafísica. La cosa cambia. Va en desarrollo. De allí que calcular que una eventual invasión gringa es para durar poco y de consecuencias subalternas, resulta, a decir menos, un ejercicio irresponsable. El estadounidense es el imperialismo más agresivo. Pero no guarda la supremacía bélica de otros tiempos. Así, hay condiciones objetivas del momento que hacen pensar que pudiese haber un desenlace que nos obligue a seguir la pelea o a atender otras, dada la eventual participación de otros factores imperialistas o de algunos de sus subalternos.

Estados Unidos, en el actual contexto mundial, está empujado a recuperar espacios conquistados por otros imperialismos. Acá o allá, ha perdido espacios. Turquía representa una pérdida significativa.

Así, la agresividad estadounidense es el resultado de circunstancias objetivas. Luego de cuatro décadas de desarrollo acelerado de China aprovechando las inversiones directas de grandes corporaciones del capital, tras una fuerza de trabajo barata y disciplinada por el imperio de un régimen revisionista con claros rasgos fascistas, los estadounidenses van perdiendo terreno. procesos de producción completos se trasladan a China. Una elevada cuota de ganancia brindaba la producción en el gran país asiático, a pesar de que se va elevando cada vez más la composición de capitales. La articulación que se da desde el comienzo de este proceso, fue derivando en una tendencia que a la postre debía ser atendida, más temprano que tarde, al estilo Trump, dado el desplazamiento de EEUU como primera potencia mundial en manufactura y comercio. Estados Unidos va por lo suyo. Cómo aprovechar esto de cara al problema planteado.

Es una cuestión a ser atendida con mucho tino, sabiduría e inscrito en esa delgada línea determinada por la sentencia según la cual: «Tan absurdo es renunciar a todo acuerdo o compromiso con los bandidos, como justificar la complicidad en un acto de bandidaje partiendo de la tesis abstracta de que, en general, son admisibles y necesarios a veces los acuerdos con los bandidos». V. I. LENIN. A pesar de que en nuestro caso al menos, no se trata de acuerdo o compromiso alguno, ni tácito ni expreso. Es una circunstancia.

No es tan fácil privilegiar un principio en relación con otros. Además, los principios deben inscribirse en las cuestiones objetivas del desarrollo imperialista. En sus tendencias. En la tendencia guerrerista imperialista, particularmente de los estadounidenses. Pero debemos asumir el reto.

Afianzar una línea estratégica

El chavismo se resquebraja aceleradamente. Su apuntalamiento internacional por parte de China y Rusia se debilita. Sin negar que siguen vigentes las tendencias de estos tiempos, observamos que, junto a lo declarativo, aparecen señales de la intención de ambas potencias de entenderse con un eventual cambio de habitantes en Miraflores, con tal de mantener sus negocios y el compromiso de que sus acreencias sean honradas. Cosas del capital… Veremos si se imponen los acuerdos y negociaciones ante el derrumbe chavista, o su defensa en todos los terrenos para evitar la pérdida del espacio hasta ahora propio.

Estas dos perspectivas van en desarrollo. El acuerdo y el negocio, por una parte. La confrontación, por la otra. El capital, puro y simple, busca asegurar sus negocios. Aunque pelea por ganar mercados y conquistar tierras ricas en materia prima barata. También busca debilitar al competidor. El Estado respectivo, el asiento nacional respectivo de cada capital, deberá atender los asuntos de la política en todas sus expresiones. Algún globalizador trasnochado dirá que prevalece el negocio sin fronteras. Vaya cosa.

Junto a la presión internacional y la ayuda humanitaria, se vienen articulando otras iniciativas que bien pueden acelerar el derrumbe y superación del chavismo. Y es que no basta la estrategia de la presión internacional. La debilidad del Gobierno es cada vez mayor. Pero hace falta el remate. El puntillazo.

La cuestión internacional, la presión internacional, es una determinación objetiva. Es independiente de la voluntad. Es fruto de las contradicciones entre iguales. Se ha convertido en la determinación principal en una eventual caída del régimen, en lo inmediato. Pero, la huelga general y las iniciativas de masas a gran escala, pueden asumir el papel principal y evitar cualquier intervención.

Además, el factor fundamental para que la caída de Maduro se produzca con consecuencias positivas para su superación, es el torrente de las masas y su protagonismo.

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Tomado de Efecto Cocuyo

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