Una mezcla de desconcierto, angustia, desespero e indignación invade a buena parte de los venezolanos que ansían un cambio político en lo inmediato, incluyendo entre ellos a dirigentes y cuadros medios de los partidos de oposición. La inminencia de la realización de la elección de los miembros de la asamblea nacional constituyente (en minúscula), convocada por el régimen, desata toda esa mezcla de emociones, pues se sabe que la misma solo busca darle piso constitucional al ejercicio dictatorial del poder, de manera que los desafueros, encuentren paradójicamente, piso en las leyes.
Pero de poco servirá esta maniobra de la dictadura frente a la irreverencia de un pueblo que ya tiene 4 meses levantado en rebelión, y que tiene una clara determinación de seguir luchando para salir de este oprobioso régimen. Este pueblo ha demostrado muchísima madurez y conciencia política, avanzando en formas de organización surgidas desde la calle, desde las comunidades, para resistir, para responder a la represión y avanzar en la lucha por la democracia y eso, con independencia de las vacilaciones o la mediatización de la lucha por la persistencia de absurdos y antihistóricos intereses partidistas prevalecientes en factores de la MUD, se sobrepondrá a cualquier adversidad hasta derrotar, de manera inequívoca, a la tiranía.
Una vez más, sostengo que salvo que sean cómplices del régimen, no es tiempo para distraerse en elecciones regionales, aunque veo a muchos deshojando la margarita para inscribir sus candidaturas a gobernadores y diputados. No es tiempo de negociaciones, a menos que sean para favorecer un cambio político inmediato. Tampoco es tiempo para seguir pretendiendo hegemonizar la lucha frente a la dictadura, cuando lo que se impone es la urgencia de consolidar una amplísima unidad política, que incluya a los factores de resistencia así como al chavismo disidente y no vacilante, para construir una vanguardia unitaria y sólida que impulse de manera definitiva la salida del régimen.
La lucha, como también he insistido, no es contra la constituyente, es contra un régimen que no ha necesitado de un nuevo marco constitucional para hacer lo que le da la gana y del que ya lo único que espera el pueblo es salir de él. La lucha es contra un régimen en el que una llamada revolución terminó siendo dictadura fascista y unos autodenominados revolucionarios terminaron siendo esbirros. Este domingo 30 de julio sin duda marcará un hito, pues en medio del drama que se vive, se acabará la ilusión de que el régimen pueda rectificar, de que bajo su dominio, compartido o no, puedan encontrarse soluciones a los problemas que agobian a la mayoría de los venezolanos y, en definitiva, la rebelión multiplicará sus razones para seguir enarbolando las banderas de la libertad y la democracia.
Hay cosas elementales que hacer, acuerdos que ya ha asumido la MUD, iniciativas que se han propuesto que, solo la terquedad o la preeminencia del interés partidista por encima del nacional, hace que se les considere tardíamente o que se desechen. Hoy toca insistir en ellas, en tanto pueden servir de orientación en este momento político:
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Organizar la resistencia frente a la dictadura para que la presión popular, que se mantendrá, se desarrolle de forma coordinada y facilite la incorporación de más y más ciudadanos a la misma. Esto supone el desarrollo de múltiples asambleas ciudadanas en todas las comunidades, instituciones académicas y centros laborales posibles, no como eventos, sino como un movimiento asambleístico del que emerjan expresiones diversas de organización local, y que se transforme en ejemplo de un nuevo tipo de democracia en la que el protagonismo ciudadano ejerza un rol fundamental. Estas diversas expresiones de organización local, como los Comités de Luchas Democráticas (CLD) o los Comités de Rescate de la Democracia (CRD), si bien pueden formar parte de ella militantes de diversas organizaciones políticas, no debe confundirse con la extensión orgánica de ninguna de ellas, ni tampoco constituirse a partir de repartos que los partidos hagan de ellas.
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Constituir un Comando Nacional de la Resistencia Democrática, cuyo propósito central sea derrotar a la dictadura y reconstruir a Venezuela. Esto demanda un verdadero espíritu de sacrificio de parte de los diversos actores de la oposición, especialmente de la MUD, en el entendido de que implica privilegiar el interés histórico nacional de superar este drama, sin afán de hegemonismo alguno, con desprendimiento patrio, por encima de cualquier otro. Implica, igualmente, sumar a todos aquellos que se oponen de manera firme al régimen, sin distingo político e ideológico alguno; MUD, factores de resistencia y chavismo disidente. Este Comando ha de servir de base para el establecimiento de una Junta de Unidad y Reconstrucción Nacional que asuma la transición que, indefectiblemente, vendrá.
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Acordar un Plan de Luchas que acoja en él las principales demandas nacionales; canal humanitario para alimentos y medicinas, libertad para los presos políticos, respeto a los parlamentarios, así como a las autoridades locales y estadales electas por el pueblo, incluyendo el respeto a las instituciones que representan, castigo a los responsables de crímenes contra manifestantes y desarme de los grupos paramilitares, aumento general de sueldos y salarios, entre otras. Plan de Luchas que ha de ser desarrollado mediante la combinación de distintas formas de luchas, al calor de la disposición de la gente y entendiendo la naturaleza del régimen que se enfrenta.
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Levantar un Programa de Unidad y Reconstrucción Nacional que una a las fuerzas políticas y a la sociedad venezolana en torno a él, convirtiéndose en el referente de los cambios que se impulsan, en la base del compromiso de gobernabilidad que ha de ser debatido y suscrito por todos los actores de oposición, no tan solo por la MUD.
Ciertamente estamos en las últimas horas, pero de una forma de hacer política que, sectarismo, hegemonismo y colaboracionismo de por medio, solo ha contribuido a alargar la vida de la tiranía. Pueden estar seguros que aquí no vivimos ningunas últimas horas para la patria, para la república, para Venezuela. Aquí vivimos en medio de una rebelión democrática que, pase lo que pase, seguirá avanzando con clara determinación hasta hacer que todos abracemos con entusiasmo las banderas de libertad y democracia que ondean firmes en el horizonte venezolano.