Los venezolanos nos encontramos ante una nueva encrucijada llena de desafíos. Los últimos acontecimientos políticos así lo denuestan.
Empezando con la alcabala misteriosa que dificulta la inscripción de la candidatura opositora. Esta podría ser solo la primera de una cadena de tropiezos por superar, lo que demuestra que tener un candidato o nombrar un sustituto es insuficiente para esperar el 28 julio e ir a votar.
El gobierno, con todas estas jugadas y maniobras que hemos visto, tiene dos objetivos claros: dividir y estimular la abstención. En ese sentido, le toca a la dirigencia y al pueblo venezolano ubicar las maniobras que apuntan a que Maduro se mantenga 6 años más en Miraflores. La abstención en esto momentos beneficia al gobierno. Debe descartarse de plano.
Desde el poder están dispuestos a valerse de cualquier artimaña para enquistarse en la administración del estado por 6 años más, y así seguir entregando nuestras riquezas a intereses foráneos y continuar la destrucción del país.
Esto debe ponernos en alerta. Debemos reflexionar sobre los errores cometidos por la oposición en el pasado. Podemos resumir que los fracasos opositores han estado basados en que la estrategia ejecutada deja a un lado al verdadero protagonista de los cambios: el pueblo venezolano. Así, han colocado a la cúpula como la salvadora y aún peor dejando a la deriva al pueblo sin una guía que le permita avanzar con coherencia para desplazar del poder a las cúpulas gobernantes.
Hemos transitado antes el camino de la simpatía que ayuda mucho con el tema de la fuerza. Pero la simpatía no es suficiente a la hora de enfrentarte a poderes que no están dispuestos a rendirse de forma voluntaria o democratica. Se hace necesario construir una fuerza orgánica que sea efectiva en el venidero proceso electoral. Que en cada pueblo, en cada barrio, en cada municipio, en cada estado, que en todo el país se organice esa fuerza que nos lleve a la victoria electoral.
Se hace necesaria la escogencia de un candidato único y unitario para salir del desastre en el que hoy nos encontramos. El nombre es lo de menos. Pero seguro estamos que unidos podemos vencer al gobierno.
No hay que menospreciar la habilidad de quienes gobiernan, evidenciada en una campaña de que son brutos y sin capacidad, cuando los hechos demuestran lo contrario. Esto constituye un gran error, porque no permite hacer una lectura correcta del oponente ni aún construir una estrategia qué golpee las fibras vitales que lo debiliten realmente.
Como el gobierno tiene un rechazo importante en la población, es necesario canalizarlo por la vía electoral. En ese sentido, debemos impulsar la construcción de una fuerza real que nazca en el seno de la sociedad, que se conviertan en de instancias organizativas primarias capaces de captar y movilizar a la población para que masivamente asista a las urnas este 28 de julio y derrotemos a Maduro.
Asimismo, los líderes que están a la cabeza del movimiento opositor, además de garantizar una candidatura única y unitaria, deben establecer un programa político que resuma los intereses de las mayorías y el interés nacional, que sirva de guía para fortalecer la unidad. Que la gente organizada decante en una fuerza real. Que no se quede en la simpatía entorno a una candidatura, que trascienda el voluntarismo.
Llamamos a fortalecer aún más la unidad, a construir una fuerza social de base para alcanzar la victoria el 28 de julio.