«Marchamos en grupo compacto, asidos con fuerza de las manos, por un camino abrupto e intrincado. Estamos rodeados de enemigos por todas partes, y tenemos que marchar casi siempre bajo su fuego. Nos hemos unido en virtud de una decisión adoptada con toda libertad, precisamente para luchar contra los enemigos y no caer, dando un traspiés, en la contigua charca, cuyos moradores nos reprochan desde el primer momento el habernos separado en un grupo independiente y elegido el camino de la lucha y no el de la conciliación. Y de pronto, algunos de los nuestros empiezan a gritar: “¡vamos a esa charca!” Y cuando se les pone en vergüenza, replican: ¡ah, sí, señores, ustedes son libres no sólo de invitarnos, sino de ir a donde mejor les plazca, incluso a la charca; hasta creemos que su sitio de verdad se encuentra precisamente en ella, y estamos dispuestos ayudarles en lo que podamos para que se trasladen ustedes allí! ¿Pero, en ese caso, suelten nuestras manos, no se agarren a nosotros, ni envilezcan la gran palabra libertad, porque también nosotros somos “libres” para ir adonde queramos, libres para luchar no sólo contra la charca, sino incluso contra los que se desvían hacia ella!»
Lenin, ¿Qué Hacer?1902