Unión de Trabajadores Revolucionarios (UTR) / Bandera Roja/ Resistencia
El irrespeto permanente y la burla irónica hacia quienes vivimos de nuestro trabajo, conforman el discurso engañoso del presidente que se autodenomina “obrero” y de su séquito de ineptos y mafiosos en su gobierno. Destruyen la producción nacional, llevan la industria a sus ínfimas capacidades, arrasan el campo y la producción agrícola, destruyen el empleo decente y productivo, extienden la especulación y la corrupción como forma de vida, elevan a proporciones nunca vistas nuestra dependencia de bienes importados e hipotecan la república al incrementar la deuda pública a niveles insospechados, conduciendo a nuestra economía y a nuestro país a una situación de debilidad y vulnerabilidad que nos convierte en víctima fácil de la voracidad de las potencias imperialistas. Aun así, Maduro tiene el tupé de decir que gobierna a favor de los pobres y de los trabajadores, cuando son las mafias, los banqueros y los boliburgueses quienes se llevan la gran tajada en el reparto del botín en que se ha convertido la renta petrolera. El pueblo trabajador sufre las consecuencias del desastre económico a que nos ha llevado el régimen: se cierran fábricas y se abren tarantines, sube el desempleo y los salarios se vuelven sal y agua frente a la progresiva y permanente escalada inflacionaria.
Queriendo aparecer como un ser generoso que lleva una totumita de agua a un gigantesco incendio forestal, Maduro pretende que le aplaudan el gesto tramposo y engañoso y que los trabajadores venezolanos lo celebremos y nos olvidemos de que ese paquete de incremento de salario nominal y de ajuste del bono alimentario es bochornoso, chucuto y discriminatorio. Los analistas más conservadores calculan que la espiral inflacionaria rebozará este año 65 % en promedio, y que será mayor a 100 % en muchos componentes de la cesta alimentaria, por lo que el 15% de incremento del salario mínimo se ve, lo menos, como un mal chiste. A esto se le agrega que el desabastecimiento y la escasez generalizada multiplican las calamidades del pueblo trabajador, pues en algunas ciudades del interior hasta se debe pagar el doble o el triple del precio para conseguir artículos imprescindibles de la cesta alimentaria, para sobrevivir en medio de esta especulación desatada.
Algunos billetes más y monedas de precario poder de compra en el bolsillo de los trabajadores para nada significan elevación del bienestar del pueblo. Los que sí trabajan, los que se sudan para ganarse la vida, los que van a los mercados o abastos saben perfectamente la burla que resumen estos anuncios del gobierno. Con pañitos calientes no se cura la fiebre ni se atiende una crisis de esta magnitud. Con estos anuncios tampoco se conjura la tragedia que viven los hogares venezolanos frente al altísimo costo de la vida, sumado a otras calamidades como la crisis de salud, educación, vivienda, transporte público e inseguridad.
Una bonanza millonaria de dólares petroleros que entraron a las arcas nacionales durante 15 años ha sido dilapidada vulgarmente por desidia y corrupción. ¡Hay que exigir cuentas y responsables a este régimen! Ideas trastocadas de supuestos “gurúes de la economía blindada” nos han dejado en ruinas la infraestructura industrial y agrícola del país, que si alguna vez produjo poco, hoy casi no produce nada, ni el campo ni las zonas industriales de las ciudades. He allí la razón de la economía de puerto a la cual estamos sometidos y la razón del alto costo de los alimentos. El juego perverso del diferencial cambiario —con tres tasas legales y un mercado negro de dólares alimentado por mafias que se enriquecen rápidamente— tiene que explicar la jefatura del régimen cómo se sostiene si no está ligada estrechamente a quienes controlan las divisas. He allí la razón de una economía donde los trabajadores somos quienes pagamos, directa e indirectamente con nuestro sudor las consecuencias de este negocio mafioso. Es decir, los trabajadores cobramos salario en bolívares y tenemos que pagar bienes tasados a dólar paralelo.
Algunos economistas, luego del desastre económico producido por este grupo de mafias boliburguesas, pretenden decir que ese miserable aumento del 15% va a producir más inflación. Economistas trasnochados anclados en el liberalismo más rancio e inconsecuente, confunden aumento de salario con inflación, cuando la responsabilidad principal sobre la inflación la tiene la limitada o casi inexistente producción de bienes y servicios (oferta de productos), y la sustitución de la producción nacional por bienes importados más caros, lo que genera un incremento en los precios por la vía de la restricción de la oferta, acompañado de la creciente demanda insatisfecha a la que se ve sometida la población. Visto así, ese miserable aumento no traerá más inflación. Por el contrario, será devorado inmisericordemente por una inflación proyectada de tres dígitos para el año entrante, y una estimación objetiva de más del 70% para el cierre de este año, y particularmente en alimentos y bebidas, de más de 100%. Los trabajadores seremos víctimas por doble, de la inflación resultado de la destrucción del aparato productivo nacional, y de salarios que reducirán como nunca nuestra capacidad de consumo a niveles de subsistencia elemental. Vamos a un abismo sin precedentes en la historia económica del país.
Así las cosas, se hace más urgente la unidad del pueblo. La organización de su fuerza para exigir, impulsar, luchar y lograr lo necesario para abrir una real perspectiva del bienestar económico merecido para los trabajadores: salida de los responsables de este desastre criminal en la economía y construcción de un nuevo poder capaz de convocar la fuerza de todo el pueblo para propiciar un CAMBIO DE RUMBO en la economía y en la sociedad.
No habrá verdadero alivio a las precariedades que sufre el pueblo si no propiciamos un salto efectivo que sume la mayor capacidad de trabajo productivo en un Programa de Reconstrucción Nacional. Quienes detentan el poder ya demostraron en estos 15 años su incapacidad para asumir tal reto. Quienes por mezquinos intereses grupales han decidido colaborar con ellos solo podrán prolongar la agonía de este régimen. El país necesita y demanda el fin de esta feria de discursos y disfraces. Alejarnos del populismo y extirpar el cáncer de la corrupción. Hay que retomar el camino de una verdadera transformación económica, social y política que solo tendrá soporte real en el trabajo productivo, en una revolución industrial en todas las áreas, que incorpore la fuerza joven al estudio y al trabajo, en una democracia de nuevo tipo con la permanente participación de la ciudadanía organizada. Debemos sacudirnos el yugo de las potencias imperialistas, chinas, rusas o gringas, de los banqueros y especuladores y de las mafias que hoy se reparten el botín desde el gobierno.
Desde la Unión de Trabajadores Revolucionarios (UTR) convocamos a los trabajadores a movilizarnos para enfrentar esta continuada agresión contra nuestras condiciones de vida y de trabajo. Que la crisis la paguen los corruptos y los boliburgueses, no el pueblo trabajador. Unidad de todos los trabajadores en defensa de un salario digno, trabajo decente, seguridad social y apertura de fuentes de empleo. Basta de demagogia y de engaños.
¡A movilizarnos contra el paquete neoliberal y hambreador de Maduro!
¡Asamblea en la fábrica, asamblea en el barrio,
asamblea en las aulas y combate en la calle!
Unión de Trabajadores Revolucionarios / Bandera Roja
6 de noviembre de 2014