La declaración realizada por el presidente de los EEUU Barak Obama, señalando a Venezuela como una “amenaza” a su seguridad nacional y condenando a varios jerarcas principalmente militares de la dictadura, y la casi inmediata respuesta de China invitando a los dos países al “diálogo”, son evidencia clara de que Venezuela es un área en disputa.
Lo que avizoramos en su oportunidad como el inicio de una tendencia ya toma cuerpo y evidencia que el desarrollo alcanzado nos lleva a nuevas situaciones más comprometedoras de nuestro futuro.
La injerencia del imperialismo, de cualquier imperialismo, en la realidad de cada país es directamente proporcional a los intereses que busca consolidar u obtener. La estrategia del régimen, iniciada por Chávez y continuada fielmente por Maduro, de entregarse a otro imperialismo para “enfrentar” a los yanquis, en nuestro caso, es tan vieja como el revisionismo mismo, practicado por otros países del llamado “socialismo real”, de aquellos que se disfrazan de socialistas pero que están al servicio de la oligarquía financiera, inclinados eventualmente hacia uno u otro imperialismo. Siempre, el resultado es la confrontación al convertirse la maniobra en un contrasentido que conduce a una mayor pérdida de soberanía frente a los imperialismos en disputa, que terminan por imponer una política u otra, de acuerdo con los intereses de cada imperialismo y de la correlación de fuerzas alcanzada. Recordemos que la dinámica imperialista se desarrolla con base en la negociación y la confrontación. En las condiciones actuales la confrontación parece ganar terreno frente a la negociación entre el imperialismo chino y el estadounidense respecto de Venezuela. Aún están frescas en la memoria las escenas de Libia e Irak y sus resultados. Aún sangran los pueblos de esos países. Ucrania sufre lo propio, mientras la guerra en Siria, actualmente disputada por varios imperialismos, parece no tener fin.
Destacan en esta nueva confrontación con los yanquis dos cuestiones de trascendencia. De una parte, mientras se produce este episodio, se inicia -vaya extraña coincidencia- la perforación de pozos en territorio Esequibo por parte de Exxon en aguas territoriales del área en disputa entre Venezuela y Guyana, y sumado a esti, el Gobierno venezolano negocia la compra de arroz a Guyana, favoreciendo al país que hoy lesiona abiertamente nuestra soberanía. Invocar la defensa de soberanía frente a las supinas confrontaciones con Estados Unidos, mientras se hacen oídos sordos ante esta lesión al interés nacional, resulta cuando menos evidencia de que se actúa de manera compulsiva buscando el rédito político de cara a las elecciones parlamentarias a realizarse a finales de año.
En segundo lugar, la diatriba frente a las medidas tomadas por Obama dando el ejecútese al mandato del Congreso de Estados Unidos sirve a Maduro y al chavismo oficial para nuclear a su gente, a aquellos que aún conservan como reserva estratégica en medio de una merma de simpatizantes que ponen en peligro sus posibilidades de victoria en el proceso electoral venidero. Vieja maniobra que les permite aprovechar la escena electoralmente. Asimismo, sirve la diatriba para una eventual recuperación de los precios del crudo, también vieja estrategia del régimen. Ubiquemos que un eventual conflicto presionará hacia esta circunstancia.
Bandera Roja rechaza cualquier injerencia extranjera en nuestros asuntos. Este comportamiento es una cuestión de principios y ha sido principio inmutable en nuestro partido desde su fundación. Entonces, la política correcta frente a la defensa de nuestra soberanía es el llamado a los principios más elementales en materia internacional. Los asuntos de Venezuela debemos resolverlos los venezolanos. La autodeterminación supone también la exigencia a cualquier imperialismo a sacar sus manos de los asuntos venezolanos. Chinos, rusos o estadounidenses, deben abstenerse de intentar determinar el curso de nuestra política.
Comité Político Nacional
Partido Bandera Roja