LA CRISIS DEL MAGISTERIO VENEZOLANO E IDEAS PARA UN PROCESO DE RECONSTRUCCION SOBRE NUEVAS BASES.
Situación del Sector Magisterial
Los trabajadores de la enseñanza en Venezuela constituyen el más grande de los sectores sociales de trabajadores del país, con presencia en todo el territorio nacional. Solamente la nómina del personal docente activo adscrita al Ministerio de Educación, sobrepasa los 380.000 y si le sumamos a los Jubilados, los dependientes de las gobernaciones, Alcaldías y sector privado su número se eleva a más de 500.000. Ello sin sumar a los docentes del sector universitario. Este brazo laboral es más poderoso aún, si tomamos en cuenta al resto de los trabajadores de la educación, como lo es el personal administrativo y obrero.
Desde el punto de vista político y social, el educador en una sociedad capitalista como la nuestra cumple un rol de reproductor de la sociedad y la formación de su fuerza de trabajo. Ubicados entre las capas medias de la sociedad, pero en realidad proletariado, dada su condición de asalariado y extracción popular. Son trabajadores intelectuales por lo que se ubican en el terreno de las ideas, aspecto muy importante a tomar en cuenta dado la vinculación directa que tienen con los padres y representantes, así como su intervención en el proceso educativo de los educandos desde la temprana edad.
En la actualidad, el sector magisterial vive una de sus peores crisis que abarca desde su ejercicio ético-profesional hasta lo reivindicativo-material y sindical-organizativo, situación que le ha servido al actual régimen para desarrollar una ofensiva política para someter y domesticar al educador en función de colocarlo a su servicio. Si bien el gobierno hasta ahora no ha logrado imponer su cuestionado “Diseño Curricular Bolivariano”, si ha logrado avanzar e imponer al detal algunas políticas educativas que están en fase de ejecución y que lesionan el ejercicio de la carrera docente, hasta el punto de colocarla al borde de su desaparición.
Su ejercicio profesional se desarrolla en condiciones físicas y ambientales bien precarias, en estructuras deterioradas al extremo de ser declaradas inhabitables muchas de ellas por las autoridades bomberiles.
Faltan baños, filtros de agua, comedores, aulas reducidas y con hacinamiento, no cuenta con la tecnología educativa necesaria, aún se siguen usando la tiza y el pizarrón como instrumentos de trabajo, no tiene la papelería ni materiales didácticos requeridos para su diaria labor educativo, y más bien debe financiar con sus exiguos salarios parte de estos materiales, so pena que se le critique como insensible y poco identificado con su profesión. El educador que labora en las Escuelas Bolivarianas debe cumplir un exigente horario de 8 horas continuas, sin descanso alguno y la mayoría de los educadores tienen 2 cargos para poder sobrevivir, lo que lo convierte en un esclavo del trabajo que lo agota deteriora rápidamente en su salud.
Además de lo anterior, la eliminación de los concursos públicos para ingresar y ascender en la carrera, la obligatoriedad de realizar cursos de formación política disfrazados de “académicos”, la intervención de las organizaciones políticas y colectivos sociales afectos al régimen en las instituciones educativas, la presencia de activistas cubanos en las escuelas y liceos, la prohibición de hecho de aplazar estudiantes en la I y II Etapa de la educación básica con fines propagandísticos, la inestabilidad laboral de miles de docentes interinos y en cargos directivos al no tener la titularidad de los mismos, lo que opera como un mecanismo de control y chantaje, la congelación y desaparición de reivindicaciones laborales, la imposición de una convención colectiva de trabajo sin la participación de los educadores ni sus organizaciones más representativas, el ingreso directo de educadores egresados de las misiones educativas, la prohibición de hecho de ingresar al campo laboral a educadores egresados de la UPEL y escuelas de educación de las Universidades autónomas, son entre otras, algunas de las medidas adoptadas por el gobierno y que van en la dirección antes expuesta.
Con la aprobación e imposición de una nueva Ley de Educación donde se legalizarían éstas y otras políticas públicas educativas como las misiones, el gobierno lograría uno de sus objetivos políticos inmediatos por lo menos en lo formal, como lo es el control centralizado de todo el aparato educativo venezolano.
A pesar de ser un movimiento históricamente combativo y con posibilidades de rápido avance, el sector magisterial ha debilitado su influencia social y política en el país, pero también la ha perdido en su propio centro de trabajo en donde ha visto sin hacer mucha resistencia cómo se eliminan los espacios de debate y reflexión de su práctica educativa, como lo son los consejos generales de docentes, las asambleas sindicales etc. El protagonismo e influencia en la escuela se ha trasladado del docente a los Consejos Comunales, colectivos organizados y personal cubano. No es exagerado aseverar que al docente le han cambiado su rol en la escuela y desde el propio Estado y una gran mayoría de padres y representantes lo confinaron a simple “custodio” de niños y jóvenes.
La desmovilización a la que ha sido sometido el magisterio tiene sus causas, y fundamentalmente se debe a la ofensiva de miedo, terror y chantaje que como política de Estado viene aplicando a los educadores el gobierno nacional, su permanente amenaza de levantar procedimientos administrativos por cualquier actitud crítica o manifestación de rechazo a sus políticas educativas que puedan exhibir algunos docentes, la amenaza de perder el cargo pesa como una espada de Damocles sobre los educadores y si a ello sumamos la falta de una organización sindical fuerte y respetable que defienda sus intereses y derechos, tenemos un escenario bien difícil en el cual se desenvuelve actualmente este educador.
Situación Organizativa-sindical
El magisterio es uno de los sectores más dispersos y dividido, llegando al extremo de contar con 9 federaciones nacionales y más de dos centenares de sindicatos regionales. En general la situación del movimiento magisterial-sindical es de frustración, escepticismo y un gran descontento cuestión que se explica entre otras razones por el distanciamiento de la dirigencia con los trabajadores, inexistencia de interlocución de las organizaciones sindicales con el patrono estado, las inspectorías del trabajo y las zonas educativas. El debilitamiento la imposición por decretos de los últimos aumentos salariales, a excepción del último impuesto por una negociación contractual a espaldas de los trabajadores y con resultados poco favorables, es en definitiva el colapso y abandono de la acción sindical y falta de un programa y plan de acción que fije el rumbo de las luchas magisteriales. El sindicalismo chavista neo corporativista se ha hecho presente en el escenario magisterial de la mano del estado y su papel es frenar y mediatizar las luchas de los trabajadores.
Pese a la gran cantidad de organizaciones sindicales, apenas la tasa de sindicalización llega a unos 90.000 educadores puros, es decir los que están afiliados a un solo sindicato tal como lo establece el artículo 436 de la Ley Orgánica del Trabajo. La inmensa mayoría de los educadores están en condición de interinos y sobre ellos se ejerce una política coercitiva para que no se afilien a las organizaciones sindicales a excepción de la patronal Sinafum.
La situación de las organizaciones sindicales, en especial el de las federaciones nacionales se agrava con la exclusión de que fueron objeto del recientemente firmado contrato colectivo 6 de ellas. Si hasta ahora venían operando como un elemento desmovilizador, sin estrategia ni planes de luchas definidos, ahora su accionar será más precario aún al quedar sometidas a un proceso de virtual limbo jurídico, pues ya no podrán administrar ninguna de los beneficios que otorga la contracción colectiva, como lo son las licencias sindicales, las cotizaciones, los códigos para los seguros de HCM y otros.
Si a ello se le suma el hecho del impulso de los Consejos Socialistas de Trabajadores, las vocerías sindicales, el otorgamiento del fuero sindical solamente para los firmantes de la contratación colectiva y el reconocimiento ante el Ministerio de Educación, gobernaciones y alcaldías solamente de las organizaciones firmantes, se concluye que la acción sindical quedará seriamente comprometida.
A pesar de la ofensiva del gobierno en contra del movimiento sindical, lamentablemente la mayoría de la dirigencia sindical, tanto nacional como regional siguen actuando de espaldas a los afiliados, mantienen a sus juntas directivas en un estado de inoperancia, se permitió el desmantelamiento de la estructura sindical, ya no se eligen los delegados sindicales por centros de trabajo, no se realizan asambleas generales en casi ninguna parte, las acciones sindicales se han reducido a las relacionadas con el contrato colectivo y de hecho no tienen ninguna capacidad de convocatoria, esporádicas, sin continuidad ni objetivos precisos. La dispersión, la influencia de los viejos y nuevos vicios, los negocios con los seguros privados y el patrimonio del gremio en general, son prácticas reñidas con el ejercicio ético del sindicalismo que aún perduran en el movimiento.
La desvinculacion con la docencia del sindicalista y con el educador que labora en las aulas, terminó de aislarlo y alejarlo de la realidad del hecho educativo y laboral por lo que urge un cambio de estas prácticas para salvar al movimiento sindical y enrumbarlo a otros derroteros.
La alternativa para el magisterio.
El magisterio tiene un papel político que cumplir de primer orden en el desarrollo del debate de las ideas ligadas al mundo del conocimiento, aunque actualmente su papel se quede como educador, en lo técnico tiene un potencial, para contribuir desde una perspectiva revolucionaria desde sus puestos de trabajo, a la elevación de su propia conciencia y la conciencia del pueblo venezolano, dada su vinculación directa con los educandos y los padres y representantes.
No puede por tanto el educador mantenerse ajeno a la política, ser apolítico en una circunstancia como la actual no es lo correcto por lo que una tarea fundamental del educador es colocarse al servicio de la defensa de las libertades democráticas y la transformación social del país. Esta es una lucha por una nueva ética en el ejercicio magisterial en donde lo reivindicativo debe articularse con la lucha por unas mejores condiciones del hecho educativo en su sentido material y académico, porque de esta manera se estaría elevando la conciencia de los educandos y educadores en la necesidad de una educación para el interés colectivo y nacional, el interés superior por encima del particular sin renunciar a la elevación de las condiciones de vida de la gente y en particular del educador.
Este magisterio debe desenmascarar la propuesta educativa bolivariana porque sólo persigue la creación de un hombre domesticado, alienado y acrítico al servicio del régimen. Debe por tanto luchar por la defensa de la carrera docente, la docencia democrática, la libertad de cátedra y la participación desde el aula afianzando el espíritu científico.
Ante el cambio que se pretende implementar para ascender a los docentes en cargos directivos por la vía de asambleas tumultuarias y por revocatorios como si de cargos de elección popular se trataran, el magisterio debe anteponer una evaluación académica que reconozca y respete la libertad de cátedra, la antigüedad, los méritos, su condición de profesional de la docencia, en donde sea reivindicada su misión histórica, social y cultural.
Debe exigirse que todo proceso de evaluación del docente debe ir acompañado de la evaluación de las condiciones políticas, sociales y académicas en las que se desenvuelve el educador y en ese sentido debe evaluarse la responsabilidad que tiene el Estado, el gobierno nacional, regional y municipal en la educación, así como la participación ciudadana.
Este movimiento magisterial alternativo debe impulsar la construcción de un proyecto pedagógico y un proyecto curricular al servicio del interés nacional, del sentido laico, científico, democrático y popular que debe contener un proyecto educativo de estas características.
Es necesario desarrollar como política la lucha por la defensa de los derechos y garantías educativas contenidas en la constitución nacional, la ley orgánica de educación vigente y el reglamento del ejercicio docente y en este ámbito el derecho a la educación gratuita y de calidad, ubicando ésta dentro de las condiciones físicas y medio ambiente de trabajo y la formación del docente, las garantías que debe brindar el Estado para hacer realidad estos preceptos constitucionales y legales.
Es importante el dotarse de un discurso que de respuesta y desenmascare la ofensiva ideológica del régimen, con el que pretenden alienar culturalmente a nuestro pueblo y educandos para desvincularlo de su historia y de la perspectiva de abrirse camino hacia la posibilidad de una verdadera transformación revolucionaria de la sociedad venezolana.
Es necesario la búsqueda y creación de espacios para el desarrollo de esta política que proponemos al magisterio y debe impulsarse desde las escuelas, con las asambleas por centros de trabajo, parroquiales, distritos escolares y municipales, donde los docentes puedan intervenir, participar, proponer y decidir sobre la situación política, educativa, sindical.
Es importante que este magisterio alternativo impulse una vinculación estrecha con el movimiento estudiantil, estimular su formación política e ideológica, así como respaldar sus luchas reivindicativas, de igual manera contribuir con su organización gremial en los centros escolares y promover su participación en el debate de la situación política nacional, de la educación etc. Debe hacerse especial énfasis en el movimiento estudiantil de la tercera etapa de básica y de media y diversificada.
Como se ha dicho es fundamental establecer estrechas relaciones con los padres y representantes, comunidades educativas, organizaciones comunales que se relacionen con la institución escolar, estimular su participación y organización por mejorar las condiciones donde estudian sus hijos y relacionarlos con las luchas del magisterio, estimulando la elevación de sus niveles de conciencia. Las movilizaciones de calle y la protesta conjunta de educadores, estudiantes y representantes deben ser promovidas en el desarrollo de esta política, para la defensa de la educación popular, el desenmascaramiento del gobierno y en apoyo y solidaridad del resto de las luchas comunes de todo el pueblo, en particular de la clase obrera.
En el aspecto político-sindical este movimiento magisterial debe dirigir sus principales esfuerzos hacia la Unidad Magisterial, la unidad política y gremial, en el sentido de impulsar una instancia unitaria política con todos los sectores y factores educativos progresistas y democráticos que tengan la responsabilidad de impulsar estos cambios propuestos y la construcción de la unidad orgánica sindical.
Hay que reconstruir el movimiento sindical magisterial sobre las bases de las relaciones directas de los sindicatos con los trabajadores, la unidad de los trabajadores en torno a sus intereses de clase. La unidad por la democratización del gremio, el impulso del espíritu asambleario, el debate y la participación, en donde se rescate el verdadero sentido de lo gremial, el ejercicio ético y sin negociaciones ajenas a los intereses de los trabajadores, porque toda negociación debe ir dirigida hacia las mejoras de los educandos y educadores y el papel debe ser gremialista.
En lo inmediato, debemos plantearnos el fortalecimiento y rescate de los sindicatos donde hacemos vida, para proponemos jerarquizar por FENAPRODO porque allí existen mejores condiciones en cuanto a la pluralidad y disposición a iniciar un proceso unificatorio y porque es donde están concentradas los mejores cuadros dirigentes del Movimiento de Educadores Simón Rodríguez, organización amplia que tiene la expresa voluntad de adelantar esta política propuesta.
Paralelamente debe plantearse la construcción de la Confederación de Trabajadores de la Educación, organismo que unifique a todos los educadores del país. Esta propuesta en estos momentos es la menos traumática y políticamente más viable ya que las federaciones nacionales afiliadas conservarían su patrimonio, sus recursos humanos y materiales. La idea de formar un Sindicato Único Nacional, o Federación única, constituye un camino lleno de obstáculos principalmente por los intereses creados antes mencionados, pensar en estos momentos que los factores que controlan estas organizaciones renunciarían y fusionarían el patrimonio, el espacio político detentado y disolver toda su estructura sindical es un tanto ilusorio.