Declaración de la Dirección Nacional
Bandera Roja cumple 43 años en un momento crucial para el país. La política no se estanca, cada momento exige un compromiso específico y nuestro partido no está casado con las formas sino con la búsqueda de la libertad y la democracia.
El pueblo venezolano ya no soporta más abusos y engaños. Con profusión de recursos propagandísticos y con la exacerbación de la idolatría al caudillo, casi convertido en un santo, todas las instituciones del régimen ―gobierno, tribunales, legisladores y militares― se han unido en interesada alianza para manipular los deseos populares por un cambio verdadero que dé soluciones a los graves problemas económicos y sociales, los cuales no solo han continuado sino que se han agravado pese a los gigantescos ingresos con que ha contado el fisco nacional.
El régimen, ante la ausencia del déspota, se muestra aún más autoritario y arbitrario y ha decidido violentar la soberanía popular y la Constitución, conformando un gobierno usurpador de la voluntad expresada en las elecciones presidenciales. La cúpula de este régimen despótico lo que en verdad está haciendo es escribir el acta de defunción de esta manera de gobernar, pues el pueblo venezolano puede ser muy creyente y hasta iluso cuando se expresan supuestas buenas intenciones, pero se convierte en un fiero león cuando descubre que ha sido estafado en su esperanza. La gente está obstinada de manipulación y de mentira. Quiere un cambio de verdad. El descontento acumulado y la frustración por las promesas incumplidas, por los reiterados engaños y por las oportunidades desaprovechadas generan desaliento, pero también y con más fuerza crean una decidida voluntad de cambio.
Por ello, en Bandera Roja decimos que en este año se nos vuelve a presentar a los venezolanos la oportunidad de escoger entre continuismo y cambio, lo que a su vez significa un reto para las fuerzas democráticas en la urgencia de convertirse en una verdadera alternativa progresista y popular, de desarrollo económico integral, de ascenso social, de renovación del espíritu democrático y ampliación del ejercicio del poder popular, y de verdadero rescate de la soberanía.

Hemos avanzado significativamente en la construcción de la fuerza unitaria pero las limitaciones en la comprensión del carácter de este régimen habían impedido que se entienda que es el cambio progresista la oferta que puede generar esa esperanza. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) está urgida de una transformación que deje a un lado las aspiraciones mezquinas por pequeñas cuotas electorales y la convierta en dirigente y acompañante permanente de las luchas cotidianas de nuestra sociedad: la de los trabajadores por empleos decentes, salarios dignos y seguridad social; la de las comunidades por vivienda y hábitat confortables en ciudades seguras y más humanas; la de los universitarios por una educación de calidad, amplia, masiva, científica y popular, sobre la base del respeto a la autonomía y con presupuesto decente que permita la ampliación del conocimiento científico; la de los productores por apoyo y confianza para emprender una verdadera y ascendente industrialización que rompa con la extrema dependencia actual y nos haga menos vulnerables a los vaivenes de la economía mundial; la de los campesinos y productores del campo por elevación de sus condiciones de vida y por apoyo para la ampliación de las capacidades de producir alimentos que hoy en su mayoría vienen de otros países; la de los jóvenes para sentirse integrantes de una patria que los valora en sus ansias de superación social, de expansión de sus deseos creativos y artísticos, de elevación moral, ética, cultural y científica; la de las mujeres por el respeto a sus enormes capacidades creativas y su definitiva liberación del doble yugo que soportan.
Estos cambios en las fuerzas democráticas requieren de quienes conformamos la MUD de mucha valentía y coraje ante las amenazas represivas, pues el régimen pretende quebrar nuestra capacidad de resistencia, quiere que desistamos de nuestra denuncia y quiere presentarse como imbatible por el control omnímodo que tienen sus capitostes sobre todas las instituciones públicas. Además, su acción represiva forma parte de una estrategia que tiene otras dos vertientes: primero, la quiebra y compra de conciencia de los sectores vacilantes que sin principios ni ética aún medran dentro de las filas de la oposición; y, segundo, el uso dispendioso y demagógico de la renta petrolera, que no va dirigido a la solución verdadera de los problemas sociales, sino al control de buena parte de la población haciéndola dependiente de la administración pública, y obligando a que esa dependencia económica también sea de sumisión política.
En estos momentos en que se descubrieron los restos mortales de nuestro compañero Noél Rodríguez, desaparecido y asesinado brutalmente en 1973 por la DIM durante el gobierno de Rafael Caldera, aparte de exigir castigo para sus asesinos, esperamos que este crimen no quede impune como sucedió con la Masacre de Cantaura donde uno de los que bombardearon, Roger Cordero Lara, fue premiado por el PSUV con una curul en la Asamblea Nacional. Noél Rodríguez representa el más claro ejemplo de lucha revolucionaria y su heroísmo es un símbolo que debe guiar a la juventud rebelde; porque es un heroísmo que no se mancha por quienes pretenden usufructuar su nombre para usurpar su legado. Noel Rodríguez es uno de esos jóvenes héroes de los cuales este gobierno carece, por eso su intento por arrebatarnos su nombre y su impronta. De allí que, la suprema instancia democrática de la Unión de Jóvenes Revolucionarios, la juventud de Bandera Roja, sesionará en su memoria el 12 y 13 de marzo del año en curso, tal como fue decidido por su dirección un año atrás. Ya Noél era el espíritu de nuestra juventud. Así, en el VII Congreso de la UJR se le conmemora bajo el título: en honor a Noél Rodríguez.
Frente a la incertidumbre de los cambios políticos por venir y las amenazas de crisis económica, los luchadores sociales, las organizaciones sindicales y gremiales, las asociaciones comunitarias, los centros y federaciones estudiantiles tienen un reto muy importante: fortalecer sus organizaciones autónomas y la unidad de lucha para convertirse en un verdadero dique contra el autoritarismo y contra los deseos de que sea el pueblo trabajador el que pague los desastres económicos que hoy impulsa el gobierno. Se aproximan tiempos de confrontación social, pues las erróneas y erráticas políticas económicas gubernamentales están hipotecando nuestro futuro y destruyendo las ya deterioradas bases productivas de nuestro país. Crear un fuerte y unitario frente de lucha social es una obligación para quienes no caemos en la trampa de los falsos discursos de “socialismo”, “soberanía alimentaria”, “poder popular”, que solo buscan desarticular a las organizaciones populares para poder así quitarles el filo contestatario de la protesta popular.
En Bandera Roja apostamos por una unidad del pueblo venezolano que esté cargada de valores y de principios, en torno a un programa para construir una democracia de nuevo tipo que sustituya esta democracia de élites, de cúpulas montadas sobre la renta petrolera y la corrupción, por una democracia de verdadera y amplia participación popular, que no se limite al voto sino que vaya a la decisión de los asuntos fundamentales del país y a convertir a esta amplia mayoría nacional en el principal beneficiario de nuestras riquezas.
El pueblo venezolano puede estar seguro de que las mujeres y los hombres que conformamos Bandera Roja siempre estaremos en primera fila para abrir los caminos de la lucha y el cambio que nos lleven a una superación como patria y como pueblo, que nos conduzcan a una liberación del atraso, la pobreza y la penuria, que nos aproximen a estadios de mayor felicidad para todos los venezolanos, que hagan crecer nuestras capacidades de resolver civilizadamente nuestras contradicciones en un proceso ascendente de liberación social y nacional.
En la celebración de sus 43 años de vida, Bandera Roja ratifica su empeño por construir una nueva esperanza en el cambio progresista, lo que nos obliga a desenmascarar la estafa y la usurpación que este régimen pretende legalizar para perpetuarse en el poder. Creemos que el despotismo que se apoltronado en nuestro país tiene sus días contados y hacemos un llamado a todos los demócratas, a los revolucionarios, a los luchadores sociales a unir esfuerzos para que la transición hacia un nuevo amanecer sea lo menos traumático posible para nuestro pueblo. El camino es de resistencia civil, reclamo de condiciones justas, verdaderamente democráticas en los procesos electorales, de amplias alianzas para alcanzar victorias y de lucha en todos los espacios donde se presente el conflicto por la defensa de los derechos ciudadanos. La pelea es peleando, con inteligencia y audacia, pero peleando.
¡Luchemos por la democracia popular!
Caracas, 20 de enero de 2013

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