El espectáculo creado a partir de la recolección del billete de Bs 100 por órdenes de Maduro resulta un impacto político difícil de sortear. Quienes piensan que se trata de la creatividad del Presidente, hacen gala de una gran sobreestimación de su talento.

Se trata de una medida multipropósito muy bien pensada y mejor diseñada. Se cubren aspectos económicos y políticos. El más importante es la implantación del nuevo cono monetario. Se trata de crear un shock en la gente para que asuma lo más rápidamente posible las nuevas denominaciones en los billetes de un signo monetario que apenas sirve para las transacciones cotidianas en el comercio en una economía cada vez más dolarizada. Siendo que el billete de mayor denominación en el nuevo cono (Bs. 20 mil) pasa a ser 200 veces más que el actual de Bs 100, se trata de un cambio brusco cuya adaptación debía darse en al menos seis meses.

Impulsados por la idea de que no podía esperarse más tiempo, en virtud de que la gente debía cargar cada más papel moneda para comprar mercancías elementales, promueven esta puesta en escena para atender varias cuestiones. La presión creada por la inflación más alta del mundo, parece llevarnos a repetir el célebre chiste que se crea a partir de la hiperinflación en Alemania en 1923 del hombre que dejó olvidada una cesta llena de dinero y se regresó muy preocupado por rescatar la cesta. Por ello se arriesga el Gobierno a implantar un nuevo cono monetario de esta manera.

Disminuida la masa monetaria, el circulante para realizar las transacciones, el Gobierno busca frenar un tantico la escalada de precios y crear una efímera ilusión, mientras centra los ataques contra los enemigos imaginarios, aparte del «imperio», a sus nuevos agentes de la «mafia de falsificadores».

Busca el Gobierno, además, frenar el incremento en el precio de la divisa. La recogida del billete es un corralito que frena la oferta de bolívares frente a la presión de demanda del dólar. Mientras salen las nuevas denominaciones para cubrir la necesaria masa monetaria para la realización de las transacciones, era lógico esperar una caída del precio del dólar. Esto es, al caer la oferta de bolívares frente a la presión de demanda del dólar fuerza a una eventual caída de su precio. Pero, superada la circunstancia, al mantenerse la sequía de dólares en el mercado y se cubra la oferta de bolívares, nuevamente el precio de la divisa se incrementará sujeta a la presión de demanda.

Pero busca también el Gobierno aprovechar el impacto para tapar u opacar la catástrofe nacional. La escasez y la inflación hacen estragos en la familia venezolana. Tragedia creada por un Gobierno corrupto, que impuso una política en favor de la oligarquía y de destrucción del aparato productivo. No podía derivarse en otra cosa, frente a lo cual, con esta maniobra, persigue el Gobierno crear otros culpables, aunque imaginarios, quienes forman parte del ejército enemigo que lleva a cabo la guerra económica.

De otra parte, son muchas las distorsiones creadas por la política gubernamental para favorecer a la banca, a los importadores y a las economías imperialistas. Lo que explica los problemas de los precios en relación con el valor de los productos, como resultado de la especulación y la inflación, principalmente. Cuestiones que también explican la concentración de una masa importante de billetes de Bs 100 en la frontera. Destaca, junto al mercado paralelo de dólares, el contrabando de gasolina hacia Colombia, y la compra de diversos insumos para la producción y bienes finales para el consumo del lado venezolano.

Circunstancia que aprovecha el Gobierno para afirmar que esa concentración de billetes obedece a otras causas. Veamos.

Fábula de la falsificación

Las balandronadas del Gobierno, y esta nueva fábula del contrabando para la falsificación de dólares con el billete de 100 bolívares, forman parte de su acervo político. Se trata de una idea quimérica que por mucha irracionalidad que prevalezca en alguna gente, más temprano que tarde será desenmascarada como parte del sainete. Eso de que las mafias se hacen de los billetes para la falsificación de dólares es una leyenda creada para incautos, una burla a la inteligencia.

Según entendidos el papel del billete de Bs 100, independientemente de si es de calidad o no, de si es el más costoso en el mercado, es distinto al billete del dólar en sus distintas denominaciones. El billete venezolano, siempre según fuentes calificadas, se elabora con base en celulosa de madera y fibra de algodón. Mientras que el papel para elaborar el billete estadounidense se fabrica a partir de la celulosa vegetal como materia prima.

Es de destacarse que la tinta con la que se elabora el billete de 100 no es posible desprenderla de la fibra que se configura a partir de la celulosa y el algodón. No existe solvente para tales efectos que no destruya el papel. No resiste a tratamiento alguno para ser reusado. Esta fábula les sirve para alimentar al nuevo protagonista, al nuevo agente que actúa en la ficticia guerra económica. La mafia falsificadora de centenares de miles de millones de dólares que para nada afectan el mercado internacional. ¡Vaya fantasía!

Pero burlarse del pueblo venezolano les va a costar caro. La rabia acumulada se expresará en forma contundente. La elevación de la conciencia conducirá a que esa rabia encuentre el cauce en la lucha abierta por un cambio de verdad, de desarrollo, democracia y bienestar.

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