Llenemos el mundo de amor para que no haya espacio para el odio.
Verdaderamente doloroso es ver a una madre enterrar a su hijo, o un hijo consolar a sus padres, mientras observa cómo cae a pedazos la tierra donde creció, amó y combatió con entusiasmo buscando sus metas.
Es hora de atisbar el horizonte y recordar lo que nuestra bandera simboliza: nuestras riquezas, nuestras bellas costas y ríos, y por supuesto la sangre derramada para librar a Venezuela del despotismo, la tiranía y la esclavitud, para verla libre de los monarcas deseoso de perpetuar su poder. Rojo de quienes debieron tornarse subversivos frente una situación irregularmente atroz, que tanto dolor y sufrimiento provocó.
Urge, hoy más que nunca, mantener de pie el espíritu patriótico. Ese que sirvió para enfrentar la dominación en el pasado y dio ejemplo de una verdadera revolución, como nuestro himno nacional lo canta. A pelear con el corazón y no con armas nos invitan para el yugo lanzar. Se trata de demostrar que podemos ser mejores que los tiranos que nos quieren apaciguar con sus mentiras y su violencia. Capaces de llenarnos de amor unos a otros, como hermanos venezolanos, y enfrentar la cruda realidad con la conciencia limpia y las manos sucias. Inhalar libertad y desencadenar nuestras fuerzas internas hasta que la victoria nos sorprenda.
No permitamos que la desesperanza nos arrebate nuestro suspiro de resistencia y de repudio ante calamidades tan corrosivas como el dolor por nuestros valientes jóvenes caídos, ante los fallecidos por hambre, ante las lágrimas de cada día por las despedidas en los aeropuertos. Hagamos que cada acontecimiento nos llene de fuerza y nos insufle valor para luchar contra viento y marea.
Cuando sintamos que la lluvia nos alcanza para debilitarnos, lancemos un grito al cielo con gracia y amor. Que nuestra alma de beligerantes soñadores busque su mejor lirismo por la libertad.
Alcemos alto nuestro intrépido e invencible grito, tan alto que hasta los suelos tiemblen, las aves paralicen su vuelo y las armas se queden desvalidas al escucharlo. Que el estruendo traiga la lluvia que dispersará las angustias entre la atmósfera contaminada con ese odio que no permite respirar, que ahoga, que intoxica…
Llenemos el mundo de amor, para que no haya espacio para el odio.
Foto: Federico Parra
Excelentes palabras, que llevan un sentimiento mutuo un sentimiento que nos une a todos los Venezolanos cada día tratando de alcanzar eso que nos traerá paz a todos!
Muy bonitas palabras. La persona que lo escribio lo dijo de corazon y xq realmente esta luchando por un verdadero cambio. Que bonito que existan personas como estas que no se rinden, luchan y defienden a su nacion. La verdadera mujer venezolana. Mishelle Garcia una luchadora.
Me encantaron tu palabras expresadas en el texto, son puramente la verdad de que la que pas en nuestra Venezuela eres una gran joven luchadora