A veces, ponerse a pensar cómo Venezuela pudo llegar a tamaño estado de pobreza, implica buscar las razones o las causas, y definitivamente son varias. Por eso, en ese constante bombardeo de preguntas, afirmaciones y respuestas internas, recordé una frase de una antigua amiga que me afirmaba: «Es que Chávez es bueno, las misiones son buenas… fíjate MERCAL y PDVAL, es comida barata para las personas más pobres…”. Y allí se detiene cualquiera: si existían tales programas, ¿cómo llegamos a los actuales niveles de hambre y pobreza para una amplia mayoría venezolana?
Y si hay algo aún sigue vigente en pleno 2017, es la estrategia gubernamental (dictatorial) de mantener el mismo programa alimentario, pero ahora llamado bolsas CLAP.
Entonces la pregunta sería: ¿qué es lo que aún mantiene vivo esa estrategia gubernamental?
La razón por la cual esa estrategia se mantiene viva, es porque en el pasado reciente agrupó y generó un electorado que le dio la validez al chavismo como método político, principalmente para abordar la pobreza como escudo de “izquierda” del régimen. Esta política ha derivado realmente en un chantaje alimentario de la dictadura al pueblo venezolano, que al final del día, se convierte en una estrategia de dominio, usando nada más y nada menos que el hambre como miedo y castigo contra el pueblo venezolano.
Pero ahondado un poco más en aquello que los psicólogos llaman la psiquis de las mayorías, recordé cuán creyente es nuestro pueblo del pensamiento cristiano, siendo la principal religión la Iglesia Católica. Y es precisamente allí donde puede tener uno de los orígenes claros de cómo abordó la pobreza el régimen desde que se inició, en 1999.
Los que tenían capacidad de voto en 1998 o los que recuerdan, así sea a capítulos, el ascenso de Chávez al poder (los que éramos más jóvenes sin poder votar), debieron pasar por la década de los 90 y recordar cómo la institución religiosa de más creyentes (la fe católica y sus derivaciones), agrupaba a sus feligreses los domingos para la oración en familia y la acostumbrada “Misa” como acto de fe.
Mi familia, en lo personal, iba con frecuencia los domingos a tales actos. Eventualmente habían misas para donaciones, donde no podía faltar al final la “cesta de comida” como ofrenda, que generalmente los feligreses llenaban para las familias pobres, y que la iglesia se encargaba de donar y distribuir.
Cuando el padre bendecía la cesta, parecía como si la buena fe se adueñara de todo el espacio, y aquello reconfortaba a los creyentes con una sonrisa en la cara y felicidad en sus ojos. Mi familia muy seguramente aportaba algo a esa cesta y se sentía igualmente feliz.
Pero cuando recuerdo aquello, hoy, con 18 años del régimen Chavista derivado en dictadura, reconozco que mucho de eso (la cesta de comida) alimentó al chavismo como un esquema de dominación, y lo convirtió en una industria política dañina, manipuladora, corrupta y retrógrada.
Pero ¿Por qué?
La cesta de comida de la iglesia católica, pero más propiamente cristiana, resume en sí el criterio ideológico de cómo abordar la pobreza y “enfrentarla”: el pensamiento cristiano realiza su labor social mayoritariamente en el acto caritativo, es decir, en colectas de varios para entregar alimentos a familias pobres principalmente, enfermos, desposeídos y personas en condición de indigencia. Es decir, la iglesia solo atiende generalmente el hambre.
Ahora bien, si escuchamos en alguna conversación la palabra pobreza, lo primero que vendrá a la mente es indiscutiblemente el hambre; si hiciéramos el ejercicio de imaginarnos en condición de mucha pobreza, lo más traumático de concebir es el hambre.
El hambre tiene la característica de convertirnos más en animales que en seres pensantes o humanos. Por ello, tiene un peso muy grande en los miedos de cada uno de nosotros y de la sociedad en su conjunto.
De ese mismo miedo, que en el pasado reciente existió (lo que la jerga dictatorial denomina «la cuarta república”) surge el chavismo con su pensamiento social. Se convierte así el chantaje, en industria política para la manipulación de las mayorías cuando se establece la obligatoria lealtad, fidelidad al chavismo.
De esa concepción judeocristiana para abordar la pobreza, nacen programas como MERCAL (2003) y PDVAL (2008). La iglesia nos enseñó que ser caritativos era bueno, y el chavismo lo entendió tan bien, que lo hizo una industria; convirtió la riqueza petrolera en el motor de una nueva versión de la parábola del buen samaritano. No importa que haya sido con despilfarro y corrupción, no importa que haya quebrado la producción nacional, no importa que haya firmado acuerdos con el MERCOSUR, que abrió el mercado nacional a otros países, propio de las políticas neoliberales; lo único que importaba era una bolsa de comida, ya no entregada por la iglesia a cambio de fe, sino entregada por el aparato estatal a cambio de lealtad política y agradecimiento, no a Dios, sino a Chávez.
Pero el proyecto no pudo ser eterno. Los precios de petróleo bajaron a nivel internacional y el flujo de dinero que mantenía dichos “programas sociales”, bajó. Las consecuencias de una política temporal neoliberal se vieron venir. El hambre apareció con más fuerza, multiplicada, y la pobreza dejó de ser un escudo grande del régimen para ser un problema grande de todos. Hoy, ver los escenarios de indigencia en la calle es verdaderamente terrible.
Pero si falló el pensamiento cristiano en la pobreza, ¿Qué pudo haberse hecho mejor?
Sin ser un profesional en el tema social, mi opinión para resolver un flagelo como la pobreza tiene que ver con educación y producción de bienes y servicios, lo que implica mucho trabajo. Al final, si esta caricatura chavista de proyecto hubiese tenido la intención de llegar al socialismo y hacer una verdadera revolución, solo y únicamente lo pudo haber logrado con desarrollo económico, tecnológico, industrial y educativo, no al revés, como lo hace desde que se inició en 1999 y dejando a su paso la destrucción de la producción nacional y del sistema educativo en su conjunto.
No es mi intención golpear la fe de quien me lee, pero sí de concientizar sobre cuánto arraigado tiene de cristianismo el chavismo, y cómo tras un pensamiento mutado, lo convirtió en una herramienta de manipulación que hoy causa muchas consecuencias negativas.
Ahora bien, el acto caritativo por sí solo no implica un hecho negativo. Es sencillamente un acto de solidaridad, digamos con el prójimo (como lo dirían en la Biblia), y es lo que está al alcance del ciudadano de a pie hacer. No se puede pretender que sea el método más adecuado, en tanto que no aborda los medios por los cuales las personas puedan salir de su condición de pobreza. Por el contrario, genera aún más la dependencia. No hay un país que haya salido de tal condición de pobreza con ayuda humanitaria. De hecho, en algunos casos hasta se convierte en caridad crónica (Haití como muchos países africanos son el vivo ejemplo).
Pero si profundizamos aún más en el hecho caritativo, este hecho no es más que pañitos de agua tibia que calman las contradicciones entre el capital y los explotados. La caridad por sí sola no atiende el problema de la distribución de la riqueza, o mejor dicho, de quienes la producen (proletarios) versus quienes se la apropian sin trabajar (burguesía). Eso explica cómo se puede ser un boliburgués consumado y a su vez, defender a los pobres más como escudo o, en otras palabras, apropiarse de la pobreza para sí, mientras se apropia subrepticiamente de la riqueza producto de la corrupción y los negocios de la importación.
Es tan ruin el pensamiento caritativo chavista, que se puede ser una mujer burguesa (siempre me las imagino catiras y copetúas) que lanza unos billetes a los pobres, y con eso cumple su hecho “bueno” del día, o peor aún, con eso se puede ser hoy hasta “revolucionaria y socialista”.
Como lo diría Marx: “La religión es el opio de los pueblos”, sea cual fuese, y siempre ha estado asociada en retrocesos para la humanidad (bien sea por el hecho o por la omisión). De hecho, como también lo diría Marx, la religión no ha hecho aporte relevante para el futuro humano. Por el contrario, retiene el verdadero desarrollo material de la humanidad; tal cual como lo hace la caridad, como derivado cristiano, que crea entre otras cosas mendicidad, pereza, dependencia y en resumido, más pobreza.
No fue ningún hecho al azar escuchar en pasado reciente cosas como: “Jesucristo fue el más grande socialista del mundo…” o peor aún, “Chávez, el Jesucristo Latinoamericano…”. Hasta me asquea escribirlo.
Por último, para recordar cosas de «la cuarta República», programas y hechos parecidos como lo fue PROAL (1996) o el bombardeo de enlatados a comunidades indígenas, cosas que demuestran que antes de Chávez se venían realizando. Pero que estos, como buenos aprendices, mejoraron para hacerlo una industria de manipulación y perpetuación del poder de los de siempre.
Enfrentar el chavismo implica no solo sacarlos del poder político, sino también erradicar todas sus formas de dominación, y eso pasa por entender su naturaleza de clase, por tanto, su condición neoliberal y en este caso, enfrentar la caridad cristiana trocada en labor político social para perpetuar la pobreza, y con ella, perpetuarse en el poder.
Una cruda realidad q nos somete a la caridad de este gobierno miserable… y q juega con lo mas preciado en el ser humano EL HAMBRE