Reproducimos a continuación un extraordinario análisis, presentado y sustentado por el cineasta y editor Carlos Caridad (@mccarlanga) en el que devela cómo quienes promovieron una supuesta intervención militar en Venezuela, a nivel de propaganda y redes sociales, se acoplaron perfectamente a la campaña desatada por Rusia en función de consolidar su política, mediante la consolidación de las fuerzas en favor de sus agentes chavistas gobernantes en Venezuela.

En esta esclarecedora conversación, el entrevistado lanza una bomba que deja perpleja a la periodista. El 60% de los artículos a favor de la intervención en Venezuela, son de medios rusos e iraníes… (¿Por qué una guerra en Vzla beneficiaría a Rusia? https://t.co/KwD930aMLt). También de cubanos y por supuesto, venezolanos. El entrevistado añade que incluso, mucha gente a favor de la intervención no sabe que está trabajando o le está haciendo el juego a Rusia. Pero ¿cómo es eso posible? Pregunta entre tartamudeos la periodista.

El entrevistado entonces habla de las habilidades de Rusia en el arte de la propaganda. Si bien es algo que se remonta a la Revolución Bolchevique —los soviéticos inventaron el concepto del “agit-prop”: agitación y propaganda—, las técnicas actuales de propaganda se las debemos a Vladislav Surkov, uno de los principales tecnologistas políticos del Kremlin y exasesor de Putin. Surkov viene del mundo del arte, del teatro experimental sobre todo, y se esmeró en volver la política rusa una obra de ficción.

Surkov es fanático de la ciencia ficción de los hermanos Strugatsky. En particular, su novela ‘Roadside Pinic’. Si les suena es porque el texto sirvió de base para el clásico film Stalker, de Andrei Tarkovsky.

https://www.youtube.com/watch?v=Kgocncu6MBw

Tanto en la película como en la novela se describe un lugar llamado La Zona, donde la realidad es siempre cambiante, en perpetuo estado de transformación. Surkov tomó este concepto y lo aplicó a la propaganda política. Así, creó la piedra angular del Putinismo.

Gracias al Cardenal Gris del Kremlin, como le dicen a Surkov, la realidad política rusa está en cambio constante. Surkov supo que no debía encasillar a Putin en un solo signo ideológico si definiéndolo como derecha o izquierda a conveniencia, podía obtener el doble de votos.

A través del Kremlin, Surkov creó ONGs defensoras de derechos humanos y financió pandillas de motorizados fascistas. Por un lado, creó movimientos LGBTI y, por el otro, organizaciones cristianas ortodoxas que se les oponían.

Así, cuando necesita desviar la atención de alguna metida de pata del líder, solo basta con enfrentar artificialmente alguna de estas organizaciones. ¿Recuerdan las polémicas por las leyes antigays? Sí, todo el asunto tiene mucho de propaganda para desviar la atención.

Por otra parte, ha creado medios como RT o Sputnik, para los que una teoría conspiraba es tan válida como una noticia verificada.

Por esto, a Surkov se le conoce como el padre del autoritarismo postmoderno, aunque él prefiere llamarla “democracia gestionada” (managed democracy). Una democracia manejada a través de “algoritmos políticos”.

A Surkov también le debemos el concepto de “guerra no lineal” que tanto éxito le ha dado a los rusos y a Assad en Siria. Y por supuesto, en Internet, el campo de batalla natural de la guerra informativa no lineal.

Por la investigación de Mueller sabemos que los hackers rusos jugaron un papel fundamental en la creación del clima de polarización y crispación en las elecciones presidenciales de 2016 en EEUU.

Y se sabe de su participación en el Brexit, en el referendo de Cataluña y, por supuesto, en la crisis venezolana. Su conexión con Cambridge Analytica puso a redes sociales como Facebook y Twitter en el centro del escándalo.

Y es que dada su esencia anónima por naturaleza, Internet es el campo de batalla ideal para desarrollar las ideas de Surkov acerca de una realidad en estado perenne de transformación. En FB, la Internet Research Agency, que a pesar de su nombre tiene su sede en San Petersburgo podía crear páginas de Black Lives Matter y su contraparte, White Lives Matter, llenarlas de seguidores y convocar manifestaciones de ambos grupos en el mismo sirio y a la misma hora, con el fin de provocar enfrentamientos.

Si tienen la sensación de que pasa de todo y nunca nada cambia, de que ya no pueden confiar en ningún líder opositor y que todos están bajo sospecha, es porque en nuestra crisis se han puesto en práctica las ideas de Surkov hasta la saciedad.

El régimen ha invertido mucho en la creación de guerrillas digitales que crean cuentas de falsos influencers opositores, que atacan con más ahínco a los mismos líderes opositores que al régimen, por ejemplo. El resultado es un clima general de sospecha, paranoia y desconfianza.

La profesora Iria Puyosa @NSC ha realizado una extraordinaria labor de investigar y definir la forma en que actúan esas guerrillas digitales en el cyberespacio venezolano, analizando data sets de Twitter y mostrando gráficamente sus hallazgos. Recomiendo seguirla.

Así que ya sabes: ese influencer opositor que sigues por sus enjundiosos análisis políticos y su aparente imparcialidad al hablar de la intervención extranjera armada, quizás trabaje para una agencia financiada por los rusos o el mismo régimen.

Y, acaso, sin saberlo, es posible que le haga el juego a los rusos y al madurismo.

Si sientes que vives dentro de una realidad que no alcanzas a comprender del todo, recuerda las palabras de Surkov: “Rusia está jugando con las mentes de Occidente y ellos aún no saben cómo lidiar con su propio cambio de conciencia”.

Para más información puedes consultar el documental de Adam Curtís, Hypernormalisation.

https://www.youtube.com/watch?v=PtjfoEvsR9w&feature=youtu.be

O chequear el libro de Peter Pomarantsev, La Nueva Rusia, nada es real y todo es posible en la Rusia de Putin.

Por Carlos Caridad

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http://banderaroja.com.ve/opinion/un-mundo-falaz/

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