El régimen que tiraniza a Venezuela la tiene sumergida en la más cruel descomposición social, en la peor crisis de su era republicana, determinada por el retroceso en el ejercicio de las libertades, en los derechos civiles y políticos, por la profundización de la pobreza, el hambre, la miseria, la impunidad y la inmoralidad. Una crisis que llena de desasosiego principalmente a quienes dependemos de un salario, un sueldo o una pensión.
El despotismo instaurado en nuestro país ha terminado por destruir todo y ha defraudado las esperanzas de los venezolanos. Un gobierno mafioso e incapaz de resolver los problemas del pueblo, que ha estafado al desposeído con su ramplona fraseología revolucionaria, cuya conducta en ningún momento ha estado orientada a buscar la libertad del oprimido, sino tener mayor control y poder para mantener la opresión.
Ante la exigencia de mejores condiciones de vida y de justicia social, el gobierno del presidente Maduro ha respondido con la represión generalizada e indiscriminada, conformando un aparato represor que incluye todas las instituciones del estado, principalmente el Poder Judicial, las Fuerzas Armadas y hasta el Poder Electoral, como brazos ejecutores de esta represión y del cercenamiento de derechos humanos fundamentales.
Las orientaciones gubernamentales han pretendido colocar a la educación al servicio de un partido, para así mantener el control político de toda la población, utilizando la estética del mesianismo y el bolivarianismo.
En esta línea de acción, han caotizado y destruido el sistema educativo venezolano, sus principios democráticos y la escuela. Han desprofesionalizado la carrera docente, empobrecido y mancillado las condiciones de trabajo, las condiciones de vida y la dignidad del maestro venezolano. La educación es el reflejo de lo que es el actual gobierno venezolano.
Por esto es urgente un cambio político en nuestro país, que transforme el actual estado de cosas y que borre la desgracia en que se ha convertido vivir y educar en Venezuela. Que reconstruya desde los cimientos una nueva república con una nueva ética ciudadana.
El magisterio venezolano aspira que la educación sea un factor importante en la transformación productiva, por eso debemos conquistar una educación democrática y científica. Un sistema educativo que tenga las condiciones materiales para que el proceso de enseñanza-aprendizaje sea óptimo. Los maestros anhelamos una carrera docente digna, que contribuya con desarrollo material y espiritual de quienes cumplimos con la noble labor de educar a nuestro pueblo. Para ello se requiere un gobierno de plenas libertades democráticas, de igualdad, de justicia y bienestar. En fin, un estado soberano e independiente, que responda al interés nacional, que fomente una democracia participativa, protagónica, electiva y de mandatos revocables.
El momento que vivimos le exige al magisterio retomar su papel de protagonista de la lucha por el cambio. Por eso el educador debe decidirse a acompañar este deseo del pueblo y así la fuerza transformadora será mayor.
Desde el Movimiento de Educadores Simón Rodríguez llamamos a impulsar y producir el cambio político que abra los caminos a una educación para el desarrollo nacional. Convocamos a que en cada institución educativa, en cada lugar de trabajo se realicen asambleas para organizar a los colegas, a los empleados y obreros, a los estudiantes y sus representantes. Que las asambleas sean la expresion primigenia de una nueva democracia, la semilla de un nuevo poder. Que la participación de todos en cada liceo, en cada escuela y colegio resuma un gran movimiento nacional que oriente al país por el sendero de la lucha para la felicidad. Que sea el magisterio la luz de la nación
Convirtamos en acción una vieja consigna que brotó de la lucha magisterial: ¡la clase de hoy la damos en la calle! Convirtamos la calle y las asambleas en espacios de democracia, de protagonismo de base, de civismo al lado de la fuerza popular.
¡Por una educación democrática y científica, abajo la dictadura!
MOVIMIENTO DE EDUCADORES SIMÓN RODRÍGUEZ