Luego de décadas de indolencia frente al despojo del territorio Esequibo, ahora la dictadura venezolana se presenta con una “valentía” inusitada. Nicolás Maduro se planta como guapetón de barrio frente a Guyana, saltándose asuntos elementales del derecho internacional burgués y poniendo en cuestión la integridad del territorio nacional.

Artificiosamente propone un referendo consultivo sobre el Esequibo, mientras en la práctica entrega nuestra nación en bandeja de oro al imperialismo. Asistimos nuevamente a una maniobra con varios propósitos, conducta habitual del régimen. Buscan reeditar un falso patriotismo, tratando de solapar la atención nacional e internacional sobre las primarias opositoras y las elecciones presidenciales de 2024.

Entretanto, el oficialismo evidencia su complacencia con los pranes (jefes de la delincuencia) en el episodio de la cárcel de Tocorón. Las concesiones hechas por el chavismo han sido de facto. No ha habido una política de defensa de la soberanía de Venezuela sobre el Esequibo. Tampoco una política de frontera, de poblamiento y de aprovechamiento productivo de los territorios y las riquezas del pueblo venezolano.

Luego de décadas de entreguismo e indolencia, hacen este aspaviento tardío que obedece a otros asuntos. Que Maduro haya “rechazado vehementemente lo que ha denominado una «ilegal ronda de licitación» de bloques petrolíferos llevada a cabo por Guyana”, luce tardío y desfasado, sobre todo porque no vino acompañado de acciones de ninguna índole.

Otro asunto es que los terceros involucrados en el proceso puedan obtener derechos, en un escenario y orden jurídico internacional favorable a las grandes potencias imperialistas y las grandes corporaciones como las del petróleo, que es nuestro caso. Guyana se ampara en el apoyo delos imperialismos inglés y estadounidense, mientras Maduro busca lo propio con rusos y chinos, pero con menos entusiasmo e interés que los respaldos del contrario. Por ello, Irfaan Ali, presidente de Guyana, ha ganado terreno al cerrar la licitación de bloques petrolíferos en su primera ronda (12-9-2023), que incluye negocios con la estadounidense ExxonMobil.

De suyo, es ilegal y necio preguntar a los venezolanos sobre algo tan obvio: la defensa del territorio y sus riquezas naturales. Es equivalente a que los venezolanos aceptemos una interpelación del pueblo guyanés sobre el diferendo limítrofe. No lo hace su gobierno, sino que actúa para concretar el timo territorial, por mandato del imperialismo interesado y ni siquiera como beneficio para su clase trabajadora, aunque algo de esto pudiera repercutir.

Es que no se trata de una “opinión del pueblo” la defensa del territorio. Es un derecho irrenunciable, principalmente en el estamento legal burgués, la defensa de la integridad territorial.

Y no se trata de un enfrentamiento entre pueblos, sometidos ambos a la misma explotación. No se trata de una pugna entre los trabajadores de ambos países, sometidos al mismo vasallaje semicolonial y dependiente en la cadena de explotación imperialista. No. Los trabajadores y el pueblo explotado, en ambas naciones, en ningún caso serán beneficiarios directos de esta tropelía.

Sin embargo, los trabajadores venezolanos no pueden menos que convocar a la solidaridad internacional contra el robo de nuestro territorio y la engañosa disputa en la que involucran a nuestros pueblos los distintos imperialismos, para aumentar sus beneficios. Mucho menos en un intento de guerra patriotera que enfrentará fusiles alzados por los más pobres, los explotados de ambos países. Distinto sería que, respetando territorios históricamente delimitados, la solidaridad internacional de las naciones permitiera el aprovechamiento social de las riquezas territoriales y marítimas en favor de ambos pueblos. Pero este sin duda no es el caso.

Históricamente hemos pugnado por el rescate de la soberanía sobre el Esequibo. Rechazamos las concesiones que ha hecho el régimen —con Chávez y Maduro a la cabeza— frente a Guyana, tratando de mantener al Caricom como aliado, a cambio de ceder territorio y soberanía en la amainada diatriba. Cosa que pudieron haber logrado usando el suministro de petróleo, sin necesidad de abandonar la posición de defensa del Esequibo. Como lo han hecho siempre con buena parte de esa instancia caribeña.

Ese referendo en realidad busca, primeramente, taparear distintas aristas de la crisis nacional. Las luchas salariales del pueblo trabajador y el hambre de los venezolanos. La crisis en salud, educación, servicios públicos. Pero sobre todo buscan evitar las elecciones de 2024, pues en cualquier proceso electoral —de lo que sea— se saben perdedores. Tratan de evadir la derrota construyendo una “victoria” sobre la nada, sobre el aire.

El show de Tocorón no les sirvió. Primero que nada, el gobierno entregó las cárceles del sistema penitenciario a los pranes. Los convirtieron en aliados. Hicieron los negocios en correspondencia. De todo tipo. La “causa” a los reclusos ya supone un buen ingreso. De hecho, el primero que cerró una alianza con los pranes fue Hugo Chávez. Iris Varela se convierte en la operadora del proceso de entrega de las cárceles a las bandas delincuenciales.

Lo que pone de manifiesto que el sistema penitenciario corrupto y en manos de los pranes —en connivencia con el Gobierno— es de los más inhumanos del planeta. Y resume una forma de privatización despiadada.

Pero ahora se juegan la carta de Guyana como recurso extremo, que deberán acompañar con acciones que hagan algo creíble la disposición de defensa de la soberanía sobre el Esequibo. En 24 años no han hecho nada. Veremos si nos sorprenden en esta oportunidad, aunque sabemos que están “urgidos”.

La dictadura cuenta a su favor con la flexibilidad del imperialismo estadounidense en esta etapa. Les urge hacerse de parte del petróleo venezolano para cubrir la cuota de su demanda interna, pues buena parte de lo que ésta requería es desviada al mercado europeo, cuyo control quieren consolidar.

Pero Guyana en perspectiva se inscribe en ese objetivo, por lo que se anula en buena medida esta ventaja del chavismo. China pudiera hacerse la vista gorda si logra negociar directamente con los guyaneses. Cuba siempre ha estado a favor de Guyana y lo ha manifestado en repetidas ocasiones. A Maduro solo le queda Rusia, pero habrá que ver.

Es que son varias las economías que abogan en favor de Guyana. En primer lugar, los británicos. Sus intereses en petróleo se ven apuntalados favorablemente hacia Guyana dados los nexos históricos con este territorio. India, que cuenta con una numerosa población emigrante. Estados Unidos también busca lo suyo. Y Caricom, en pleno, siempre ha estado en favor de Guyana. Son pocos los respaldos de la dictadura.

Pero es vital que recordemos hoy la costosa aventura militar de la dictadura argentina en Las Malvinas, en 1982. Su debilitamiento —y el rechazo de todos los pueblos del mundo a aquella sanguinaria dictadura— pretendió ser tapado con el espíritu patriótico que se levantó frente a la idea del rescate de un territorio legítimo de la soberanía argentina, arrebatado por el imperialismo inglés.

Por esto, alertamos y exigimos que el reclamo del Esequibo y el conflicto con Guyana no sean convertidos en Las Malvinas de la dictadura venezolana, buscando perpetuarse en el poder tras el sui generis “patriotismo” entreguista que promueven y practican.

Bandera Roja denuncia la posición entreguista y maniobrera de la dictadura. Abogamos por el desarrollo de una política de delimitación en relación con el Esequibo. A la par, debe realizarse una política de fronteras que permita consolidar la presencia de Venezuela como soberana de nuestro territorio. Diseñar, además, una política de poblamiento y aprovechamiento del Esequibo, tal como lo vienen haciendo los guyaneses, mientras se realizan los reclamos a los que hubiese lugar en el orden jurídico internacional. Sabemos que esta política pasa por desplazar finalmente a la dictadura de Maduro del poder.

Sin embargo, y dadas estas circunstancias, debemos denunciar esta maniobra del régimen de facto y alertar al pueblo venezolano y a los trabajadores del mundo sobre el objetivo que guarda, el de suspender el proceso electoral de 2024. Estamos a favor de que el Esequibo sea reivindicado como territorio venezolano. Denunciamos las maniobras de las petroleras para comenzar procesos para la extracción de crudo en un territorio en litigio y abogamos por una política de fronteras, de colonización y poblamiento del Esequibo, territorio venezolano, al tiempo en que promovemos la hermandad y solidaridad entre los trabajadores de ambos países y el mundo frente a la rapiña imperialista.

¡El Esequibo es nuestro!

¡Elecciones libres!

#AbajoLaDictadura

 

Bandera Roja

Caracas, 27 de septiembre de 2023

 

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