El Pleno Metropolitano realizado el sábado 19 de noviembre pasado, en las instalaciones de la Asociación de Profesores de la UCV, es reflejo de que la unidad se va imponiendo entre los luchadores sociales y quienes vienen liderando las luchas de los trabajadores.

A tal grado se ha desarrollado este proceso unitario que se ha convertido en una tendencia nacional; ha derivado en una determinación del momento político. Seguro que ya preocupa a los capitostes de la dictadura y del capital.

De allí que el principal objetivo de este proceso debe ser impulsar una instancia nacional, que sea capaz de hacer valer el principio de la solidaridad de los trabajadores con las luchas, acá o allá. Que se vaya perfilando como dirección política de las clases trabajadoras.

A su vez, parecen irse afianzando ideas avanzadas en ese movimiento en relación con el tratamiento de la unidad en la diversidad y en relación con la conceptuación del salario, lo que permite definir metas claras al respecto. En ambas cuestiones.

Dentro de esa nueva determinación de la situación política, se comienza a forjar un grupo de dirigentes al calor de la pelea. Tienen un camino que andar. Una dictadura que se hace valer con engaños, manipulaciones y la consabida represión.

Si bien no se han librado batallas importantes, los preámbulos sirven para ir viendo el talante de unos y otros dirigentes. Se va labrando cierta confianza en medio de resquemores y aprensiones. No es para menos. Es un pasado cercano que deja huella.

Además, hay casos en que las rivalidades, las luchas de liderazgo, parecen privar a la hora de la unidad, así como los excesos en los calificativos y acusaciones que también brindan lo suyo. Pero parece imponerse el principio ético de darle primacía a los intereses superiores. De allí que el Pleno Metropolitano deja huella que debe servir para echar a andar.

Estamos frente a una dictadura que no tiene escrúpulos a la hora de aplicar la máxima. Muerte, tortura y cárcel son de sus preferidas cuando de acentuar la represión se trata.

Resulta emblemático el caso del capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo, quien el viernes 28 de junio de 2019 murió tras ser torturado por agentes de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim). Soportar eso y salir airosos, requiere de un elevado nivel de compromiso.

Necesidad de unidad

Son varios los que vienen del chavismo y no terminan de asumir plenamente la unidad como una circunstancia que debe ser atendida, colocando los intereses de los trabajadores por encima de ese prurito que sienten a la hora de ser acusados de traidores por el chavismo y de andar al lado del enemigo principal: el imperialismo estadounidense.

Pero también los hay entre quienes son de la oposición militante, que sienten algo parecido por los acuerdos con gente que viene de las filas chavistas.

Andan conscientes de la necesidad de la unidad. Pero se portan remolones. Caen en el chantaje. Algunos no logran ver que cualquier imperialismo, chino y ruso, por ejemplo, es tan cruel como el gringo.

No comprenden que lo que se trata es de aprovechar sus contradicciones sin comprometerse en nada con ninguno. Además, la unidad de los trabajadores y su plataforma de lucha encuentra en cualquier imperialismo un enemigo de la clase.

La unidad también en lo electoral

Los hay también de los que prefieren la cosa electoral por encima de las luchas y este escenario unitario. O de quienes descartan cualquier participación electoral dadas las luchas de los trabajadores. Ni una cosa ni otra.

La jerarquía deben ser las luchas de los trabajadores. Pero eso no supone anular lo electoral que debe ser convertido en un escenario de las luchas. Ahora, bien, no dejaremos de ver gente que siempre atiende los procesos unitarios electorales como un negocio.

En cambio, las luchas y sus perspectivas pueden tener como premio gordo un boleto a la cárcel, si no se salva de la guadaña tomada por algún esbirro. Mejor la cosa electoral, dirá el mercachifle de las mesas de escrutinios.

Es que el negocio electoral ha dejado no pocas experiencias de este tipo. Son muchos los episodios que han vivido todos los partidos. Desde aquellos que ven estos procesos como inherentes a su condición, hasta quienes la asumen como una forma de lucha que hasta puede derivar en formas de lucha superiores, en una guerra de verdad. La guerra civil española, fue anunciada por las elecciones del 36.

Por eso debemos hacer abstracción de aquellos mercaderes del templo. Siempre los habrá. Son inevitables estos prohombres del negociado, así se trate de procesos que requieren un tanto de nobleza. Es que don dinero siempre aparece. Pero la circunstancia obliga.

Pongamos el acento principal en la unidad en la lucha social, sin descuidar la cuestión electoral. Será una escuela que forjará a los dirigentes de la clase hasta templarles la convicción por un mundo mejor.

Tomado de El Pitazo

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