Este 29 de diciembre, Argentina y sus mujeres en una gran y masiva ola verde, lograron que la interrupción voluntaria del embarazo (IVE) se convirtiera en ley. El 11 de diciembre de 2020 la Cámara de Diputados le dio la media sanción a la ley para despenalizar el aborto, y este 29D correspondía al Senado hacerla ley. Fue una gran e histórica jornada. Con 38 votos a favor, 29 en contra y una abstención. La concentración de una multitud con pañuelos verdes acompañó las más de 12 horas de discusión desde las adyacencias del Congreso, hasta que finalmente se hizo ley.
Este logro en Argentina es un logro latinoamericano, impulso y satisfacción. Celebramos la lucha y su resultado. Los avances legislativos para la Justicia Social los compartimos en la región. Hoy, el mapa mundial deja de ser un poco más punitivo, restrictivo y antiderechos para las mujeres. Hoy somos un tilín más libres, autónomas e independientes, rompiendo las cadenas del control y de la idea de que somos seres para la reproducción, o que hay un ente divino que decide sobre nuestro cuerpo.
Este avance jurídico es el primer paso para brindarle a las mujeres, con igualdad y sin discriminación, el derecho a decidir sobre su vida, sobre su cuerpo y sobre si quieren o no ser madres. Es el establecimiento de parámetros que posibilitan a las mujeres pobres, las más vulnerables, poder decidir cuándo y cuántos hijos tener o no tener, más allá de las limitaciones culturales y sociales en materia anticonceptiva. Esto supone políticas públicas para lograr, entre tanto, educación sexual y reproductiva, acceso a métodos anticonceptivos gratuitos e interrupción del embarazo legal y seguro, que garanticen una sexualidad más libre y sana.
Es decir, no es solo la despenalización del aborto. Esta lucha va más allá y debe ir más allá. Se trata de la salud pública en general, de un sistema accesible y capaz de atender la demanda. Esto es: Seguridad Social. Es inversión del Estado para atender a sus ciudadanos en general. La sola aprobación de la Ley no logrará el objetivo. Es un paso importante y fundamental porque es el primero, el que posibilita otros, pero la lucha no se queda aquí. Materializar esta Ley requiere procesos de formación para deconstruir ideas anquilosadas sobre lo que son las mujeres socialmente, sobre su rol y su papel en el mundo; educar a profesionales de la salud para prácticas respetuosas y sin prejuicios; crear una infraestructura nacional para poner en práctica la ley, so pena de que sea letra muerta.
Al menos 30 años llevan las mujeres latinoamericanas luchando por la IVE. En 2018 se hizo el intento y el Senado argentino negó la ley. Pero las mujeres continuaron la lucha. Desde ese momento, por lo menos 70 mujeres murieron en Argentina por abortos clandestinos. Pero en la historia de la humanidad millones de mujeres han muerto por esta razón. Desde hoy, en ese país, uno de los más grandes de América Latina, comenzará el proceso para evitar más muertes por abortos clandestinos.
Este logro seguramente movilizará en otros países la misma lucha por los derechos sexuales y reproductivos. Igualmente será motor de otras luchas más amplias y profundas como la libertad política o la lucha por conquistar Gobiernos más democráticos como en el caso venezolano.
Una lucha más profunda es necesaria
Nuestra sociedad, en el marco del capitalismo, está edificada sobre clases sociales diferenciadas. Las estadísticas demuestran que las mujeres más afectadas por los abortos clandestinos son las más pobres, las de la clase oprimida. Las mujeres de las clases dominantes tienen acceso a recursos económicos para no morir en abortos inseguros y para no ser sancionadas legalmente por esa práctica. Las mujeres de ambas clases acuden al aborto por igual para no ser madres cuando no lo han decidido. Lo que vemos de fondo es que esa diferencia social, que es principalmente económica, es la que posibilita la desigualdad y la injusticia.
La conciencia sobre esto debe ser motor de la lucha y debe dirigir la lucha a lograr el cambio de fondo, que se hace cada vez más necesario y urgente. Es decir, luchamos por derechos particularmente como el derecho a la IVE, pero no es el fin en sí mismo. No puede serlo porque sabemos cómo actúa el sistema capitalista. En las primeras, frente a una crisis económica, se declarará el recorte presupuestario y se desvanecerá éste y otros derechos que como logro hoy celebramos. Así como el salario mínimo se ha visto desvanecido por la inflación y las medidas económicas tomadas por los Estados o el logro de la Seguridad Social como derecho, venida a menos con la falta de inversión, las luchas quedan como letra muerta si no trascienden.
Por tanto, no podemos perder de vista el problema principal: la estructura social sobre la cual se desarrolla el mundo actual, que va generando estas desigualdades. La conciencia como clase nos obliga a vincular las luchas y a hacer “todas las luchas, una sola lucha”. Luchamos por derechos específicos y luchamos por construir un sistema social de igualdad y de justicia para todos.
La emoción de este logro, además de significar libertad para las mujeres y avance en la justicia social, es la demostración de que la lucha, la acción humana, la unidad de la gente y la constancia en la lucha por nuestras convicciones, cuando son por el bien común, tienen resultados y nos acercan a la construcción de un mundo mejor en el que la ciencia y los avances científicos y tecnológicos sean utilizados en nuestro favor y no para el lucro particular.
Todos los derechos humanos han sido conquistados por la gente en las calles, han significado procesos de luchas sangrientas y dolorosas, de muchos años, pero que resultan finalmente avances para las próximas generaciones. Muchas mujeres que luchan en la Argentina por la IVE, ya no están en edad reproductiva. Su lucha es un regalo de libertad para sus hijas y nietas. Ningún avance en DDHH ha sido un regalo del poder establecido, ni lo será en el sistema capitalista. El pueblo unido es el motor de la humanidad, es el que trabaja a pulso los avances y el progreso. Ese es el mejor aprendizaje de esta lucha y el ejemplo a seguir por toda Latinoamérica y el mundo. Un gran logro para despedir este trágico 2020 y el impulso para arrancar 2021 con las ganas de conquistar más derechos y construir una sociedad distinta, justa, equitativa y humana, sin explotación y sin clases. Que vivan las mujeres.