Yo, Nicolás Maduro, en uso pleno de mis facultades, tanto físicas como mentales (al fin), reconozco que he destrozado el país de norte a sur de este a oeste y, ante la rebelión democrática del pueblo venezolano, dejo, en primer lugar, la presidencia de la República, devenida en dictadura, a la clase trabajadora, a quien defraudé al convertirme en boliburgués y sumirla en la miseria y el hambre.

Con mí salida de la presidencia:

Las universidades tendrán al fin un presupuesto justo, pues como he sido derrocado por la Rebelión Democrática, los recursos destinados a la compra de armas de guerra, servirán para que la educación superior venezolana sea de las mejores del mundo.

Los educadores, así como todos los trabajadores de la educación, tendrán sueldos y salarios acordes con su importante misión, distintos a los que mi estafa de revolución, solo dio a militares de alto rango, embajadores, ministros, magistrados y a los que han amparado la corrupción.

Los médicos, enfermeras y trabajadores de la salud podrán tener los sueldos y salarios que necesitan, para que sigan cumpliendo, en mejores condiciones, su honrosa y noble profesión, para la cual se ejercitan.

Militares y policías tendrán un trato justo, correspondiente con su importante labor, pero ella jamás podrá suponer que pueden seguir con abusos.

Los corruptos se jodieron, la separación de poderes será una realidad y ya se les podrá investigar y juzgar, y seguro a la cárcel irán a parar.

Las madres venezolanas podrán tomar la red de alimentación, para que la comida llegue a todos los hogares, sin chantaje y sin corrupción y se destierre el hambre de la nación, mientras se recompone la economía y en la industria se hace una verdadera revolución.

Los pensionados tendrán los recursos que durante un año les he negado, para que tengan acceso a alimentos y medicinas, y puedan disfrutar en vida todo lo que muy bien se han ganado.

Los empresarios que quieran invertir en el país, respetando los derechos de los trabajadores, como yo no quise hacerlo por acuerdos con el capital financiero internacional, tienen riquezas por doquier y estoy seguro podrán hacer a Venezuela funcionar.

Los jóvenes combativos que estaban al frente de las contiendas, les dejo el camino abierto para que tengan el futuro que se merecen, y se dejen de ese cuento de quererse ir al exilio, pues seguro muchos de los que se fueron vendrán de vuelta a Venezuela y le darán todo el auxilio.

Los niños tienen una tierra fértil y un campo  libre para jugar, de la mano de sus padres y de un pueblo liberado, que vencerá a la inseguridad que le gusta la tranquilidad arrebatar, para que todos puedan crear un pueblo prospero y bien gobernado.

El pueblo todo, nunca baje la guardia, ni crea en cuentos de cambios, revolución, democracia, si no participa de forma directa y cuida que no sea una nueva estafa. La reconstrucción nacional se iniciará ahora y es una nueva oportunidad para avanzar, levantando banderas de progreso y bienestar.

Aunque hacía tiempo que andaba en dictadura, muchos no creían que ello era cierto, otros cuidaban sus costuras, lo cierto es que ya estoy muerto. Y ahora seré quemado, por eso no estoy contento, de todos modos disfruten mi testamento y todo lo que he dejado.

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