El presente material es un instrumento que sirve para conocer y mejorar los métodos y estilos de dirección dentro de un partido revolucionario
Editado por el Comité Político Regional Argimiro Gabaldón del Estado Lara en septiembre de 1988 y corregido y reeditado por la Comisión Nacional de Propaganda y Medios de Bandera Roja en abril de 2020.
INTRODUCCIÓN
Una de las funciones más importantes entre las tareas de un partido es la función de dirección. Es un aspecto neurálgico de la actividad revolucionaria. Es el factor determinante que en un momento dado va a condicionar el avance o estancamiento del proceso. Solo una acertada labor de dirección será la garante de ese avance. La clase obrera cuenta con su partido para dirigir el proceso en su conjunto. El partido proletario no puede darse el lujo de tratar superficialmente la función de dirección. De ello depende que se materialicen los intereses del proletariado. De ello depende que el partido sea una verdadera vanguardia de la clase obrera y los explotados en sus luchas por la revolución.
El partido en la cabeza del proceso, es el “estado mayor” con que cuenta el proletariado, y en tal sentido, los integrantes de ese partido han de comprometerse como auténticos jefes de su clase. Y esto no es un mero hecho declarativo o voluntarista. Implica un serio esfuerzo y sacrificio que parte principalmente de los integrantes del partido, de sus militantes y cuadros, independientemente del nivel en que se esté.
La función direccional compete a todos los estratos del partido. No olvidemos que nuestros principios organizativos leninistas ya de por si establecen roles de dirección en las diferentes jerarquías del partido. El partido es un todo organizado de organismos ubicados en orden jerárquico que responden a determinados principios de disciplina y control. Nadie queda exento de esta función. Dirigir es algo propio, innato del que hacer revolucionario, de quien tiene plena conciencia de su papel de vanguardia del proceso. Y ojo, esto no es un sinónimo de actitudes mandonas o autoritarias. Nada de eso.
Como vemos la labor de direccional se emparenta con la esencia misma de la función revolucionaria. El mismo partido existe es precisamente, para dirigir a los explotados, para asumir la dirección del proceso. Y para ello, el partido no “manda “a las masas a hacer la revolución. Eso sería ridículo. Para lograr el propósito el partido busca ganar la conciencia, la voluntad de lucha de las masas, educándolas para pelear por sus derechos. A través de una labor paciente de concientización, donde ellas van aprendiendo y ganando confianza en sus propias fuerzas, las masas terminarían por adoptar como propias las luchas revolucionarias. Allí, el partido estará ejerciendo su función direccional.
Entonces para nosotros dirigir es la capacidad de orientar y ganar a los demás para las ideas y metas revolucionarias, creando conciencia de la justeza del camino que se propone, y a la vez, buscando que esa conciencia se convierta en acción concreta en función de las metas propuestas.
Ahora presentamos una serie de conceptos e ideas que esperamos sirvan de guía para la labor de nuestra militancia y equipo de cuadros medios del partido. No pretendemos agotar un tema de tan grandes proporciones. La propia experiencia y la discusión de este material nos dará nuevos elementos y estamos seguros enriquecerá nuestros conocimientos al respecto. La presente cartilla ha de ampliarse entonces con las discusiones en cada organismo, y la propia experiencia que vayamos obteniendo en nuestras actividades cotidianas. Esperemos que este material complete los que se han venido editando en los últimos tiempos sobre asuntos organizativos.
1.- EN GENERAL ¿QUÉ ES UN DIRIGENTE?
En toda colectividad existen necesariamente un dirigente, algunos que se sobreponen al resto y asumen la función direccional. Esto es un proceso espontaneo o inducido, pero en todo caso, real. ¿Que lleva a un individuo a asumir ese rol? General mente es una suma de características, entre las que podemos enumerar:
- Un cumulo de información y conocimientos.
- Capacidad de comprender la realidad y proponer salidas a los problemas y necesidades existentes.
- Actitud entusiasta y de empuje que se convierte en factor de estímulo y creatividad colectiva.
- Comportamiento personal ejemplar, hasta el punto de contar con el aval para general el respeto.
- Visión de futuro, más allá de la situación de hoy,
Todos pueden llegar a ser dirigentes. Por supuesto, habrá quienes resuman mayores facilidades, pero en general, cualquiera puede aprender a ser un dirigente, aprendiendo las técnicas y conocimientos necesarios. El todo está en disponerse a hacerlo. Eso si es determinante. Es preciso entonces, estudiar, manejarla teoría revolucionaria, el método dialéctico y aprender de la experiencia, sistematizando los pasos que damos, sacando las lecciones de errores y aciertos. Con paciencia, con dedicación iremos haciéndonos del bagaje político, técnico e ideológico que nos ponga en condiciones de orientar a los demás ganando el respeto por nuestras ideas.
La confianza en lo justo del camino que transitamos, la confianza en la victoria final nos alimenta y nos permita alcanzar este verdadero reto con el mayor optimismo, seguros de que aprenderemos hacer buenos dirigentes revolucionarios socialista y comunistas.
Podemos resumir que un dirigente es quien logra unir y mover al grupo al que pertenece en torno a un determinado propósito, aprovechando el potencial de cada uno de los integrantes del grupo. Es la persona que conduce al grupo en una dirección, convenciendo y orientando a cada poso el proceso, no es un dirigente el que actúa por imposición, sino el que lo hace por convencimiento.
No es lo mismo ser eficiente que eficaz. No basta con ser eficiente. Hay que ser eficaz.
- EFICIENTE. Es el que hace las cosas bien.
- EFICAZ. El que hace las cosas necesarias y obtiene resultados.
2.- CARACTERÍSTICAS DEL DIRIGENTE.
El dirigente, como ya hemos visto, necesita adquirir una serie de cualidades que le permitirán ejercer su función con mayor eficacia, logrando los resultados que se proponga. Obviamente, se trata de cualidades que no aparecen ni se desarrollan de igual manera en todas las personas. Todo dependerá de las características personales del compañero, de las necesidades del trabajo, de las metas y planes a seguir y del tipo de cuadro que se requiera en cada circunstancia. Algunas características de un dirigente son;
- Analítico, capaz de analizar y deducir ideas que aporten soluciones o salidas.
- Saber dialogar, escuchar, tener capacidad comunicarse con los demás.
- Ser perseverante, lucha por lo que sea propuesto.
- Ser solidario y comprensivo con las personas que le rodean. Saber captar el lado humano de la gente.
- Sereno y razonable.
- Eficiente y eficaz.
- Capacidad de ordenar su propio tiempo y esfuerzo de manera de rendir mejor su labor.
- Tener confianza en el esfuerzo que se plantea. Una importante característica es saber irradiar esa confianza a los demás.
- Saber combinar el esfuerzo colectivo con la necesaria independencia y autonomía de acción, personal, como de cada integrante del grupo.
3.- ASPECTOS DE LA PERSONALIDAD DEL DIRIGENTE
Se trata de un conjunto de aspectos que tienen más bien relación con el temperamento y actitudes de cada compañero. En esto influye la procedencia de clases, la formación recibida antes de integrar las filas socialistas y comunistas, y el propio temperamento que hemos desarrollado en nuestras vidas. Cuando describimos la personalidad del dirigente, exponemos algunas características deseables, sobre las cuales hay que trabajar, librando la lucha ideológica por su asimilación, sabiendo escuchar las críticas que nos ayuden a superarnos y madurar::
- Debe tener una base de conducta que le de autoridad moral ente el colectivo.
- Ser dinámico, con gran espíritu de iniciativa y creatividad. No se debe temer a las situaciones nuevas o a la toma de decisiones.
- Ser muy responsable y preocupado por el avance del trabajo.
- Ha detener firmeza de voluntad para llevar adelante las líneas acordadas. En ello es determinante la posición de clases que se asume.
- Ser veraz manejarse honestamente con quienes nos toca trabajar.
- Así como es necesaria la serenidad para decidir, es también necesaria la rapidez para resolver los problemas propios. Esto tiene realizaron con la eficacia de los cuadros de dirección revolucionaria.
- Tener la alegría y el optimismo que caracteriza a quien se sabe en el camino correcto, confiado en la meta final que nos motiva.
- Sencillez y autocrítica.
4.- PERFIL DEL CUADRO REVOLUCIONARIO
Ya hemos adelantado las características generales que debe tener el cuadro revolucionario, podemos destacar como principales, las siguiente;
- Debe tener un buen manejo del marxismo leninismo y las políticas del partido. Ello le dará las herramientas teóricas necesarias para ejercer su papel de dirección.
- Manejo del método dialéctico que le permite abordar científicamente la realidad en donde se mueve. Y produce la salida necesaria.
- La capacidad de superación, su dedicación y preocupación por su por su propio avance,
- Estudioso y dispuesto a aprender de su práctica cotidiana. No es suficiente alcanzar nuevos niveles, ya que cada logro implica nuevas metas y mayores exigencias personales como cuadro.
- Capacidad organizativa no solo en lo personal, sino hacia el medio en el que se desenvuelve, ordenando la labor colectiva de manera de obtener los resultados esperados.
- Capacidad técnica, de manera de saber emplear los recursos técnicos que faciliten las actividades organizativas, sociales, políticas y militares.
- Saber ganarse el respeto del colectivo, no solo por ser un ejemplo, en el esfuerzo cotidiano, sino por su profundidad de analices, la justeza de sus opiniones y la capacidad de llevar a la practica lo que se dice.
- Capacidad de vincularse con las masas, con el personal que dirige, marcando pauta de acción en las luchas, en el enfrentamiento de clases, en las lucha de los intereses de los explotados.
- La conciencia ideológica proletaria, y la claridad de su compromiso de clase para con la causa de los oprimidos. Una importante expresión de esta característica es la perseverancia y continuidad que demuestra el cuadro a lo largo de su trayectoria.
5.- FUNCIONES PRIMARIAS DE UN CUADRO DE DIRECCIÓN
- Tareas de primer orden de un dirigente es la preocupación por su autoformación, diaria, elevar su propio nivel político y teórico.
- Desarrollar la creatividad en el terreno político y organizativo para ir afrontando las diferentes exigencias del trabajo.
- A partir de la evaluación de la realidad en la que se trabaja, elaborar el plan de acción que determine objetivo y orientación de la actividad.
- Dirigir el desarrollo práctico de las líneas diseñadas en el plan. Organizar las cosas de manera de aprovechar los aportes colectivos, armonizando los esfuerzos particulares, haciéndolos complementarios unos con otros, y encausados en una misma dirección.
- Llevar control del desarrollo de esas líneas. Combatir el liberalismo que subestima y banaliza a revisión contante de la marcha del trabajo. Precisión de las responsabilidades colectivas e individuales en los aciertos y errores.
- Hacer las evaluaciones parciales o finales de los palmes, de manera de establecer los avances, limitaciones y aspectos a corregir. Ello será la base para elaborar nuevos planes.
EL ÚNICO QUE NO TIENE POSIBILIDAD DE EQUIVOCARSE NI COMETER ERRORES NUNCA ES AQUEL QUE NUNCA EMPRENDE O SE ATREVE A HACER NADA
6.- DE LA FUNCIÓN DE DIRIGIR.
- Creatividad política.
- Aportes a la línea.
- Diseño de planes.
- Dirigir su desarrollo práctico.
- Organizar las fuerzas.
- Coordinar los aportes sectoriales.
- Control de las líneas.
- Diseño de nuevos planes.
Una vez que se ha llegado a este punto, donde tenemos un plan de trabajo elaborado y un colectivo que se supone debe desarrollarlo en el marco de unas condiciones determinadas, se abre un conjunto de consideraciones que caracterizan la función de dirigir. No basta con haber definido la línea de acción, esto es un primer paso. Luego viene el proceso de desarrollo de esas líneas, donde se hace fundamental precisamente la labor del cuadro de dirección, dirigiendo al pueblo en torno a los objetivos que nos señala el plan.
La función de dirigir implica:
- En primer lugar, debe INFORMAR del análisis que se hace de la realidad en la que se ha de trabajar, enriqueciendo el estudio con el aporte del colectivo. Informar de las líneas trazadas.
- Una vez cubierta la información es necesario MOTIVAR a los camaradas de manera de que asuman con el mayor entusiasmo las tareas planteadas. En ello será determinante el nivel de identificación que existe con la línea y el partido, la base de este aspecto esta en la riqueza de la vida política de los deferentes organismos de dirección del partido.
- MANDAR o enrumbar el plan. Este debe ser impulsado apoyándose en la función colectiva de los organismos. Mas adelante veremos lo que significa para un dirigente la función de MANDAR.
- FORMAR. Es decir, ayudar a la educación política de los camaradas en función del surgimiento del necesario y natural relevo. Esta línea de acción enfrenta directamente, el dañino paternalismo que ahoga el surgimiento de nuevos cuadros de dirección.
- DECIDIR. Es decir, adopta las resoluciones necesarias, los correctivos y asumir las responsabilidades de las medidas que se adopten. No temer a equivocarse al decidir. Hacerlo con cuidado, evaluando los ingredientes de cada situación, pero nunca evadir el tener que decidir. Es preferible errar haciendo, que dejar de hacer para no errar.
- MANEJO DIALÉCTICO DE LAS SITUACIONES que se vayan creando a lo largo del camino. En general, se debe evitar estar cambiando la línea del plan a cada rato. Eso dispersa el esfuerzo y le quita respetabilidad a la dirección. Pero a la vez, es necesario moverse con flexibilidad para adaptase a los cambios que puedan surgir en el proceso. No olvidemos que hay elementos que no se pueden prever y a los que se debe responder con rapidez y certeza.
COMUNICAR
MOTIVAR
MANDAR
FORMAR
DECIDIR
ES PREFERIBLE ERRAR HACIENDO, QUE DEJAR DE HACER PARA NO ERRAR
7.- LA FUNCIÓN DE MANDO
Como partido ML que somos, nos apoyamos en la dirección colectiva, eje del centralismo democrático que nos rige y nos permite mantener una rica vida política interna. De esta forma las decisiones se adoptan con el aporte de los cuadros y militantes del conjunto del partido.
Pero esto no desdibuja la función individual del dirigente. Por el contrario, lo destaca. El papel individual de cada cuadro es la materialización concreta del centralismo democrático en pleno desarrollo en el seno de la lucha de clases y las múltiples tareas que emprende nuestra organización. Cada cuadro mantiene un nivel de autonomía que le impone una conducta personal correspondiente con las líneas trazadas colectivamente. Una vez que estas han sido trazadas, el dirigente ha de impulsarlas, poniendo en marcha al colectivo del partido que le toque dirigir. Dentro de esta función, el MANDO es un aspecto esencial del papel del cuadro de dirección. Ejercer el mando, como parte de la función de dirigir, implica lo siguiente:
- Ejercer la autoridad política sobre el colectivo. Esta autoridad no implica una posición autoritaria. Se trata, como ya dijimos antes, del papel conductor que se gana por la capacidad política y de trabajo. Por la capacidad de conversar con argumentos y razones, al mismo modo que se educa con el ejemplo personal.
- Llevar la relación de lo general y lo particular, de modo de poder emitir opiniones más justas y adecuadas que serán asumidas por el colectivo.
- Así, a la hora de tener que dar algunas órdenes o directriz de acción, esta será asumida con todo el entusiasmo y confianza por parte del colectivo.
- Ser muy claro en las orientaciones que se trazan. Nada de ambigüedades que pueden generar confusiones.
- Tomar en cuenta las opiniones del colectivo a la hora de tomar decisiones. La consulta permanente de arriba hacia abajo enriquece las líneas se definen y crean un clima de confianza entre el cuadro o la dirección y los compañeros o camaradas, al colectivizar las decisiones.
- Ejercer un detallado control del desarrollo práctico de los planes. Impulsando la lucha ideológica contra las desviaciones, como el foquismo, el vanguardismo, el conformismo, el sectarismo o el anarquismo entre otras tantas.
- A la hora de la crítica, será a la vez que severo y exigente, compresivo y flexible de acuerdo a cada situación. Tiene como norte en todo momento el ayudar a los camaradas, y garantizar el impulso de los planes acordados.
- Demostrar firmeza de carácter, consistencia y profundidad, de manera de dar mayor fortaleza a sus orientaciones o planteamientos. Esto no dignifica una postura “regañona” o de “cara de cañón”. La firmeza de carácter y la alegría para el trabajo no son cualidades excluyentes sino complementarias.
MANDAR NO ES IMPONER AUTORITARIAMENTE LAS LINEAS DE ACCIÓN, SINO CONVENCER CON ARGUMENTOS PARA GANARSE LA CONFIANZA DEL COLECTIVO PARA QUE ASUMAN, UNA ORDEN QUE SE D, SEA ACATADA PORQUE ES EL PRODUCTO DE LA RICA RELACIÓN POLÍTICA QUE EXISTE ENTRE EL COLECTIVO Y EL DIRIGENTE.
DIRIGIR NO IMPLICA HACER LAS TAREAS DIRECTAMENTE, SINO ORGANIZAR EL ESFUERZO DEL COLECTIVO PARA GARANTIZAR QUE ESAS TAREAS SE HAGAN.
- Estimular la confianza del colectivo en su persona como factor de dirección. Para ello es determinante el ejemplo y la práctica que despliegue el cuadro.
- Delegar funciones de manera de asumir solo aquellas tareas que por su naturaleza le corresponden al cuadro de dirección. A la vez que se promueven nuevos cuadros medios, con esto se evita las innecesarias recargas de responsabilidades cuadros principales.
- Resolver los problemas, organizar las cosas de manera de que no se posterguen las soluciones y generar resultados de los esfuerzos que se promueven. Implica alcanzar la eficacia del esfuerzo colectivo realizado.
- No perderse en generalidades descuidado el detalle del trabajo. El cuadro debe tener en la mente el detalle del desarrollo de los variadísimos y dinámicos aspectos del trabajo, al mismo tiempo que mantener la visión global del conjunto. Al revés, también es erróneo que darse solo en los detalles y perder de vista la tendencia general del trabajo. La combinación de ambos aspectos es fundamental para ejercer un adecuado CONTROL.
El llamado “don de mando” no es otra cosa que el prestigio, respeto y ascendencia lograda en un colectivo por el dirigente gracias a su trabajo, seriedad, compromiso permanente en su accionar o tareas de partido y su formación ideológica, capacidad de trabajo, capacidad de vinculación, capacidad de captación y la justeza de sus opiniones y orientaciones
Se toma un extracto del libro. FORMACIÓN DE DIRIGENTES. CARLOS CAMPOY. BIBLIOTECA INNOVACIÓN EDUCATIVA. 1971. SINDICATOS VERTICALES
LA DIRECCIÓN COMO TRABAJO
No es mejor dirigente el que más se afana, sino el que más consigue. Es rotundamente falso que el dirigente tenga que ser necesariamente un activista, ocupado vente horas diarias, incluido los fines de semana, que tenga que sacrificar a la familia, a los amigos y a su cultivo personal. La dirección, como otras tareas, es solo un trabajo más, lleno de responsabilidad, es una ocupación como otra cualquiera, sometida a sus mismas tensiones de reducción de jornadas.
El tiempo constituye un factor esencial para la dirección. El tiempo precisa de una ordenación, de un aprovechamiento previamente trazado la línea de su sistemática. El hombre que dirige no puede dejarse sofocar por el desorden y la falta de tiempo para realizar sus tareas, tanto de programación como de organización, como de ejecución, mediante la correcta disposición de los medios, de formar que se obtengan los resultados previstos. El tiempo es un factor importante que tiene que ser utilizado inteligentemente – sin caer en el exceso de mitificación del orden riguroso. Ni en la anarquía del desorden – en apurar los minutos que hacen falta para cada una de las misiones a realizar.
SELECCIÓN DE TAREAS
Otro de los problemas del trabajo del dirigente es el de selección de tareas a realizar personalmente. Antes de nada, tenemos que indicar, que siempre es preferible el dirigente que manda, al dirigente que hace. Saber mandar es un difícil arte, pero es posible. Saber hacer las cosas personalmente es más fácil para todos, porque obedecer es una función igualmente grandiosa, pero más al alcance de todos.
Cada cosa ha de quedar bien clara, como es el que el dirigente sepa que tipo de función ha de delegar en sus hombres o mandos intermedios y cuales han de ser específicamente ejecutados por él mismo, bien porque las considero permanentemente cruciales, o bien porque entiendan que ocasionalmente son imprescindibles unas determinadas atenciones de el mismo. Una de los vicios usuales, es el de que el dirigente quiera “estar en todo” y con ello interrumpe la acción normal de sus equipos de trabajo, se inmiscuye en esferas de competencia y de nivel que no les son propias, eliminando responsabilidades que no debe asumir y descuida otras tareas de ordenación mas generales, que si le son especificas e irrenunciables. Deben pues, ser delimitados los niveles de competencia para cada una, a fin de descongestionar el trabajo y hacerlo realizable y asumible por la capacidad y la competencia de cada uno de los que el trabajan.
El error del activismo, o la retórica de la acción, es algo que lleva a un estado de inmovilización y de falta de consecución de objetivos. El activismo desencadena una enorme multiplicación de ocupaciones, con la aparición de problemas a todos los niveles que, faltos de una metodología especial, desemboca en un caos directivo. El dirigente tiene que trabajar con metas de largo alcance y las tareas de realización concretas tienen que estar preferiblemente programadas, para que sean ejecutadas sin tener necesidad de ocupar al dirigente de un modo permanente.
El “Plan de directivo de tareas” o el código de funcionalidad personal de un dirigente, es algo que tiene encontrase siempre como pauta de trabajo. Un código elástico, no rígido, atemperado a las circunstancias y que, en rigor, no sea un simple plan escrito, sino que se encuentre conformado en la propia personalidad, de forma que se cumpla el viejo slogan de “haz lo que haces” es decir, estar con los cinco sentidos en la tarea a realizar, de forma que ella sea el resultado, no de una simple ocupación directiva, sino del espíritu creador, imaginativo y practico de un hombre de empresa, que lleva en si mismo, dentro de si, en su estilo propio, el sello personal de un espíritu directivo, que emana directamente de su personalidad en todo instante, en su ejemplo en la dureza de la tarea, en su capacidad de resistencia al quehacer diario, a su invariabilidad ante lo imprevisto, positivo o negativo, a su talento personal entero ante la circunstancia cambiante de una comunidad humana, sea la que fuere, que constituye el elemento donde el dirigente se hace.
Volvamos a la falta de tiempo. En rigor el problema es fácil, pero hay que contar con una autodisciplina lo suficientemente enérgica como para que se cumpla lo que se ha pensado. Habrá que hacerse un plan horario y cumplirlo a rajatabla. La cuestión no es simple. Porque no lo es reducir el tiempo directivo ni el ritmo, a minutos o segundo. ¿Cuánto ha de durar una orden? ¿Cuánto se tarda en vender una determinada mercancía o servicio? ¿Cuánto tiempo se tarda en elaborar una decisión? No resulta fácil la cuestión, pero hay que intentarlo, a fin de conseguir que el tiempo no constituya una obsesión, a veces natural, del dirigente en acción.
Pero, aunque la cuestión no resulte fácil, hay que intentarlo como paso previo para verificar una autentica selección de labores a realizar por el propio dirigente. Para ello hay que hacer un examen a fondo de la relación de tareas que normalmente viene realizando un dirigente y el tiempo invertido, aproximadamente, en cada una de ellas. La agenda de un dirigente se encuentra llena de datos, de llamadas telefónicas, de citas, de visitas, de reuniones de trabajo, de viajes, de problemas a resolver. ¿Se ha hecho una selección rigurosa de las que son propias y de las que se pueden delegar en subordinados?
Fin del extracto.
PARA TOMAR UNA DECISIÓN SE DEBE:
- Evaluar detenidamente la situación considerando los diferentes elementos que están presentes.
- Considerar los objetivos que nos hemos trazado y ver cómo nos acercamos a ellos (o no) con la decisión a tomar.
- Evaluar las diferentes opciones por las que se puede decidir, midiendo los pros y los contras de cada una. Esto se evalúa de acuerdo a los objetivos que nos orientes.
- Consultar opiniones, ya sea de los militantes y cuadros medios, como entre otros camaradas que hayan pasado por experiencias similares.
- Revisar bibliografía, balances pasados, documentos del partido o de otras organizaciones ML. Que puedan dar luz sobre el problema.
- Prever hasta donde sea posible las consecuencias de una u otra decisión, en el tiempo.
- No estar cambiando las decisiones que se adoptan, a menos que sea, evidentemente equivocada su fórmula.
8.- EL ESTILO DE MANDO.
Sobre esto, como hemos podido ver hasta ahora, solo podemos ofrecer algunas recomendaciones. No hay una formula única, ya que todo depende de un conjunto de aspectos que no podemos absolutizar. Para diseñar un correcto estilo de mando personal, debemos considerar:
- La tarea o plan que se ha definido.
- Las características de los cuadros militantes y del dirigente.
- Las propias limitaciones políticas y/o organizativas.
- La experiencia que se tenga.
- Las características personalidad del cuadro.
ESTILOS DE MANDO
- Tender a estar muy ligado al desarrollo concreto del trabajo, de manera incesante y día a día, vigilando de cerca la actividad y desenvolvimiento del plan de trabajo y de cada organismo del partido y cuadro medio. Este estilo, que resuelve y controla todo detalladamente, tiende a generar un estilo burocrático de dirección, paternalista que ahoga las potencialidades de iniciativas y creatividad por parte de los cuadros medios en posiciones de avanzar como relevos. Además, sume al cuadro en un excesivo tareismo que le limita de sus funciones generales, el origen de esta forma de dirigir esta en la desconfianza en las masas y en los militantes y sus capacidades creativas de desenvolvimiento independiente.
- Tender a dejar las tareas y los planes a la iniciativa y responsabilidad personal de los mandos medios, a partir del criterio de que cada camarada debe tener conciencia de su deber y comprar con sus tareas sin necesidad de que se le esté controlando. Este estilo, si bien estimula la autonomía y creatividad de los militantes, puede generar una tendencia equivocada de signo contrario en el sentido de anarquizar la función de dirección al no haber coordinación, ni control, ni concentración del mando. Puede generarse una tendencia liberal como estilo de dirección.
- Tender a cambiar ambos aspectos, promoviendo la iniciativa de los militantes y cuadros medios a la vez que se ejerce un control cercano del desarrollo del trabajo, apoyando y orientando a los camaradas, trasmitiendo las experiencias, conocimientos y estimulando su propia formación al calor de la materialización de la vida política cotidiana. Este sería un estilo correcto en tanto que se guarde el necesario equilibrio entre las tendencias anteriores.
- Ejercer el mando como una condición formalmente establecida, porque si, “porque soy un cuadro y se me debe respetar”, como si el respeto y la confianza del colectivo hacia el cuadro se pudiera imponer o decretar. Se trata de una visión formalista y burguesa de la labor direccional, como ocurre en el ejército burgués, en donde se respeta el mando por los galones, independientemente de la mediocridad del jefe.
La jefatura se gana aplicando los elementos expuestos hasta ahora. Es un proceso práctico que se mide en la lucha de clases. Por eso es que hablamos de la necesidad de jefes templados en las luchas, probados en la práctica cotidiana de un partido activo irreverente y combativo. En marcado dentro de las líneas ML. Es esa la mejor escuela para formar el respecto, la confianza, la credibilidad, y el cariño del colectivo para con esos cuados que ejercen las funciones de dirección del partido y del proceso. Como todo, esa es una relación que se edifica en la misma arena de la lucha de clases, externa en la lucha, social, e interna, contra las posiciones y practicas revisionistas y burguesas en el partido.
UN CUADRO DE DIRECCIÓN DEBE SER ORDENADO Y SISTEMÁTICO DE MANERA DE APROVECHAR AL MÁXIMO SU TIEMPO Y SU ESFUERZO EN FUNCIÓN DEL AVANCE DEL TRABAJO. LAS TAREAS Y FUNCIONES QUE SE DEBEN ATENDER SON TANTAS QUE NECESARIAMENTE ESTAS SE DEBEN JERARQUIZAR. UBICAR EN CRONOGRAMAS Y ORDENAR EN PLANES PERSONALES QUE HAN DE SER CUMPLIDOS DE MANERA RIGUROSA Y DISCIPLINADA. SOLO ASÍ PODREMOS PONER ORDEN A NUESTRO ALREDEDOR Y APORTAR EN LOS TÉRMINOS QUE EL TRABAJO LO EXIGE. A VECES ES DURO. PERO EFECTIVO
COMITÉ POLÍTICO REGIONAL ARGIMIRO GABALDÓN
ESTADO LARA
SEPTIEMBRE DE 1988