Nuevamente está en boga el problema económico, a propósito de las tendencias que se desarrollan en el Gobierno y sectores de oposición que buscan ser salvavidas del Gobierno. Coinciden así, en buena medida, tres sectores: el Gobierno, quienes quieren salvarlo y buena parte de los economistas, algunos de los cuales son orientadores en la misma dirección que anuncian desde el régimen.
La crisis que tanto afecta al país, expresada principalmente en una pobreza que alcanza a la inmensa mayoría de la población, ciertamente demanda de medidas urgentes. Solo que las que se perfilan forman parte de las expresiones dogmáticas que para nada atienden las aspiraciones del pueblo y la nación, sino los de la oligarquía financiera.
El Gobierno busca salir al paso de una circunstancia que parece no haber previsto, confiando en que la estrategia minera les daría suficientes recursos como para mantener la política importadora para satisfacer la demanda interna y favorecer a importadores y grandes banqueros, pero la cosa no brindó los resultados esperados. El contrabando, la corrupción, el desorden, entre otros factores, retrasaron el proyecto de convertir a Venezuela en un país petrolero y minero. La caída de los precios y de la producción del crudo coloca la guinda. De allí que saquen la nueva perspectiva de la que por lo pronto contamos con la opinión del economista Jesús Farías, quien brindó una entrevista días pasados, resumiendo una opinión que coincide con la que se viene propagando de manera subrepticia por el Gobierno. Pero también coincide con la propuesta de alguna gente que se presenta como de «oposición», bajo la figura de “Concertación por el cambio”, contando con Enrique Ochoa Antich como vocero. Resulta, a decir menos, paradójico, que las medidas propuestas por este grupo sean más liberales que las propuestas por Faría. Parecen desdecir de su condición opositora.
Pero la ortodoxia no es ingenua. No es neutra. O Técnica, como dice alguna gente interesada. Se trata de una salida que favorece a los de siempre. En esta circunstancia concreta, favorece a la oligarquía financiera que ve asegurado el retorno de sus capitales con pingües ganancias. Los ingresos petroleros y mineros servirán principalmente para pagar deuda, sobre todo con los chinos. A su vez, un equilibrio fiscal sin medidas que apunten al incremento de la producción de bienes y servicios arrima lo propio. Se seguirá configurando el presupuesto de ingresos con IVA y en general presión tributaria y no con Impuesto Sobre La Renta (ISRL). La gente, pagando tributo por consumir seguirá aportando el mayor porcentaje de los ingresos. Los importadores también se verán favorecidos. Ante una política que afianza las tendencias que apuntan a satisfacer demanda con producto importado, seguirán haciendo negocios.
Lo que se cocina, que se apuntala con las ideas de la tal «Concertación», para nada anuncia cambios en la política bancaria, con el sector externo, de reducción del IVA para ampliar demanda. Además, plantean la privatización de empresas estatificadas, en vez de buscar una mayor eficacia empresarial para elevar la producción. Sumemos que plantean otra modificación de la Ley de inversiones extranjeras, como si la aprobada recién no fuese lo suficientemente entreguista y favorecedora del capital extranjero. Más liberal, difícil lograrlo.
No se refieren tampoco al asunto de la deuda pública interna y externa. Por tratarse de propuesta prooligárquicas, en esencia, se trata de salidas que mantienen la capacidad crédito del Estado con base en la garantía brinda un presupuesto que calcula los dólares para honrar el compromiso con la oligarquía financiera internacional, mientras le saca del bolsillo a los venezolanos hasta cubrir con IVA más del 70% del presupuesto de ingresos, mientras la hiperinflación hace lo propio.
A su vez, el deterioro de los servicios se hace sentir. La hiperinflación conduce no solamente al deterioro del salario de quienes trabajan en salud educación, entre otros, también afecta el mantenimiento de la infraestructura física de todas estas áreas. Mucho menos su ampliación y actualización.
Pero la deuda pública externa es honrada con gran orgullo del presidente Maduro y sus secuaces. Busca incrementar su contratación, principalmente con China y Rusia.
Por su parte, la deuda pública interna crece con base en el mecanismo de subastas, entre otros, que realiza el Banco Central de Venezuela. Buscan condenar aún más al pueblo para honrar el pago de deuda y atraer inversiones extranjeras, que encontrará como principal ventaja comparativa a obreros hambrientos que venderán su fuerza de trabajo muy por debajo de su valor.
Hay circunstancias históricas en las cuales el Estado burgués actúa como el capitalista total ideal, para salvar el sistema. En nuestro caso, eso no parece iluminar ni al Gobierno ni a quienes buscan salvar el sistema por la vía liberal. Nos hacen recordar la posición de Tsipras en Grecia. Termina cediendo ante la triada formada para estrangular a los helenos. Luego del gran sacrificio al que sometieron al pueblo, ciertamente comienza Grecia a dar señales de recuperación. Más dependiente, igual de endeudada y con la clase obrera más barata de Europa. Qué decir de los trabajadores del Estado y el deterioro de los servicios públicos.
La otra vía
Venezuela demanda de la reconfiguración del proceso de concentración de capitales. Se trata de una salida burguesa a todas luces, solo que debe marcar el inicio de un proceso que afecte a quienes la han conducido a este desastre. Por lo que, en primer lugar se trata de desalojar del poder a quienes la han gobernado por casi dos décadas.
Ya mostraron su talante lo suficientemente como para brindarles una nueva oportunidad. Luego, hay que definir los objetivos principales para el desarrollo del país y en beneficio de la gente. La industrialización, la producción agraria, la recuperación de los servicios, forman parte de las metas inmediatas, sobre todo la atención de la emergencia alimentaria. En cualquier caso, la atención de la emergencia, así como echar las bases para la industrialización y la recuperación plena del agro, implica una política bancaria que fuerce a una verdadera intermediación financiera para la producción. Tasas de interés que abaraten el crédito, unido a la recuperación del mercado para el producto nacional. Creación, por ende, de una demanda interna creciente y de calidad. Esto es, recuperación del salario real de los trabajadores. Nueva policía fiscal y tributaria. Tributo a los bienes suntuarios, lo cual debe acompañar a la eliminación del IVA. El crecimiento de la producción, rescate del mercado interno mediante, para la producción nacional, permitirá un presupuesto de ingresos basado en el pechaje de quienes más tienen. De los dueños de los medios de producción. De la producción pues.
Esta política permite una rápida recuperación de nuestro signo monetario, por lo que la unificación del tipo de cambio vendrá de manera natural y acelerada. Emisión de dinero con respaldo hará lo propio para un equilibrio fiscal basado en el ISLR y el ingreso de oro a las bóvedas del BCV.
Pasa esta política por la renegociación de la deuda pública mediante moratoria unilateral del pago de la deuda externa para atender la emergencia. Las inversiones extranjeras deben ajustarse al interés nacional, por ende, a los planes de desarrollo diversificado con sentido nacional y por el bienestar del pueblo. Esa es la salida por la que debe luchar el pueblo venezolano.